Extra: La visita

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Genya toma aire antes de llamar a la puerta.

Espera uno, dos, tres, cuatro, cinco segundos antes de darse por vencido. No oye ningún ruido proviniente del interior de la finca del viento, así que, o bien Sanemi ha salido o bien sabe que es Genya quien ha llamado y lo está ignorando deliberadamente. Hace un par de semanas que su hermano ha dejado de atacarlo cada vez que se cruzan, pero eso no quiere decir que se espere poder mantener una conversación con él. A estas alturas sería imbécil si se diera esperanzas. Es obvio que Sanemi se ha decidido a odiarlo. Si Genya está ahora ahí es únicamente porque él fue quien rompió la relacción entre los dos al acusarlo de asesino. Por mucho daño que Sanemi le haya causado, sigue debiéndole una disculpa.

Se le pasa por la cabeza que quizás todos los Shinazugawa son demasiado cabezotas para su propio bien.

Está a punto de irse cuando la puerta de la casa se abre. En el umbral hay un joven de pelo oscuro que lleva lo que parece ser un haori hecho a partir de otros dos diferentes. Los botones de su uniforme de cazademonios son dorados, indicándole que es un pilar.

Genya agacha la cabeza.

—Disculpe, esperaba poder hablar con el pilar del viento.

—Sanemi ha salido a una misión —dice el joven—. No creo que tarde demasiado en volver.

—Bien.

Genya hace ademán de entrar a la casa, pero el pilar se interpone en su camino. Sus ojos azul oscuro lo examinan con extrañeza. Solo entonces cae en la cuenta de que se ha olvidado por completo de presentarse.

—Esto, soy Genya Shinazugawa —dice repitiendo la inclinación de cabeza—, el hermano de Sanemi.

—Giyuu Tomioka, pilar del agua. 

—¿Puedo pasar?

Tomioka lo mira en silencio durante un segundo, como valorándolo, y luego sacude ligeramente la cabeza.

—¿Por qué? —Genya es consciente de estar hablando con alguien de rango superior al suyo y de que debería tener cuidado si no quiere recibir una sanción por insubordinación, pero no puede evitar que el enfado crezca en su interior—. Con todo el respeto, no creo que sea quien para decidir quién entra o no en casa de mi hermano. Es más, ¿quién le ha dado permiso para entrar?

—Sanemi.

—¿Mientras está fuera?

—Antes de irse.

Genya se cruza de brazos.

—¿Y por qué sigue en la casa?

No recibe ninguna respuesta. Completamente irritado, vuelve a intentar avanzar hacia la puerta. Tomioka extiende ambos brazos para cubrir la entrada.

—No creo que sea buena idea. Sanemi no está preparado para...

—¡YUU! —exclama entonces una voz tras ellos. Genya se vuelve para ver a su hermano, entrando en la finca, más feliz de lo que lo ha visto desde que eran niños—. ¡Adivina lo que he... ! —Su voz se corta en el momento justo en el que sus ojos morados se fijan en Genya. Vuelve a centrar la vista en Tomioka—. ¿Qué hace aquí?

Que pase de él incluso teniéndolo delante consigue que el enfado de Genya se evapore, dejando espacio para la tristeza.

—No lo sé —responde el pilar del agua. «¿Por qué miente? Ya le he dicho que venía de visita»—. ¿Por qué no le preguntas a él?

Definitivamente, Tomioka no tiene ni idea de qué no hay que decirle a Sanemi bajo ningún concepto. Genya ya lo está viendo muerto, sepultado bajo el peso de la mirada asesina que su hermano está a punto de lanzarle, cuando este baja la vista al suelo. Cierra los ojos y resopla.

«¿Qué?¿No lo ha matado?»

—¿A qué has venido, Genya?

—Solo quería disculparme. No hace falta que digas nada ni que...

—Pasa —lo interrumpe su hermano sin mirarlo.

La mente de Genya es una tormenta de «no estoy entendiendo nada», repitiéndose una y otra vez y formando confusas espirales. Sanemi tampoco lo ha matado a él. Cruza la puerta, de la que Tomioka se ha apartado para dejarle pasar.

—¿Quieres que me quede? —le pregunta el pilar del agua a Sanemi en voz baja, aunque no lo suficiente como para que Genya no lo oiga.

La respuesta le llega todavía a menor volumen.

—Por favor.

Sanemi levanta la cabeza al fin y guía a los otros dos al salón. Se sientan en el suelo (Genya a una distancia prudencial de su hermano, por si acaso), visiblemente incómodos con la situación. De pronto, toda la determinación de Genya parece haberle abandonado.

—¿Has venido hasta aquí para mirar la casa o qué? —le suelta el pilar del viento al cabo de unos segundos.

—Nemi.

Tomioka le lanza una mirada de advertencia que consigue calmar un poco a Sanemi. El pilar del viento mira a Genya, esperando una respuesta.

—He venido a disculparme. Tú solo me estabas protegiendo y yo te acusé de acabar con su vida, como si tú no lo hubieras hecho únicamente porque era la única forma de que no me matase a mí. Yo... me dejé llevar por el pánico y fui un completo estúpido. Ya tuvo que ser bastante doloroso verte obligado a hacer lo que hiciste como para que luego viniera yo a gritarte. No te merecías eso. —Las lágrimas le escuecen en los párpados, a la vez que un nudo se tensa en su garganta, pero no va a llorar. No tiene derecho a hacerlo cuando él es el culpable de todo. Clava la mirada en el suelo—. Lo he lamentado desde que lo comprendí, Sanemi. Si entré a cazador fue para poder explicártelo. No fue culpa tuya, ¿vale? Tú no eres un asesino.

Le lanza un fugaz vistazo a su hermano y descubre que este también se encuentra en el límite justo antes de llorar, ese último instante suspendido en el borde del acantilado en el que el siguiente soplo de brisa decide si te deja apartarte del borde o si te empuja hacia el vacío.

—No hace falta que me perdones ni que me aceptes de nuevo —sigue Genya—, solo quería que supieras que me arrepiento de lo que hice ese día.

Hay un segundo de quietud. Entonces los brazos de Sanemi rodean su espalda, haciéndole apoyar la cara en su pecho, como cuando no eran más que niños pequeños. No puede contener más las lágrimas, pero tampoco es el único de los dos que está llorando.

—Lo siento —murmura Sanemi—. Tendría que haberte escuchado antes.

—No, yo lo siento. Fue culpa mía.

El pilar del viento lo sujeta por los hombros para mirarlo. Niega con la cabeza.

—No digas estupideces. El único imbécil aquí soy yo. —Sonríe y es como si un rayo de sol se hubiera abierto paso entre la tormenta—. ¿Quieres quedarte a comer?

—Si no te molesta.

—Claro que no. Hay suficiente comida para todos. Creo.

Se gira hacia Tomioka, buscando una confirmación.

—En serio, Sanemi, deberías dejar de utilizar la excusa de comer para salir de las conversaciones emocionales —le dice él en broma.

—Oh, cállate. Por cierto, Genya —de pronto, Sanemi parece muy nervioso—, Giyuu es... nosotros estamos, esto... saliendo. Como pareja, me refiero.

Es la primera noticia que tiene Genya sobre que a su hermano le gusten los hombres, pero es su vida y no piensa ser él quien lo judge.

—Entonces —dice en dirección a Tomioka—. ¿Somos cuñados?

—Supongo.

—Eh, calma —interviene Sanemi con una risa—, que aún no nos hemos casado.

—Pues que te quede claro que como le hagas el más mínimo daño a mí hermano te juro que te...

Y, por una vez, es Sanemi el encargado de tranquilizar a los demás.

Solo una noche [sanegiyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora