Sanemi se prometió no mirar a Gi... («Nada de nombres, nada de nombres, nada de nombres. No sois amigos, Sanemi.») a Tomioka nunca más. No creía que fuera capaz de soportar la vergüenza de que sus ojos se encontraran con los del pilar después de lo que había hecho el día anterior. Ese primer beso fugaz, las súplicas, los abrazos, los miles de intentos por conseguir que él lo dejara hacer lo que su cuerpo le pedía, la confesión y ese segundo beso en el que todavía seguía pensando.
Era demasiado.
Pero deja de serlo en cuanto oye las palabras de Tomioka («¡Ja, está vez no he dicho Gi... Mieeeerda! Déjalo de una vez»). «Por eso no soy como vosotros. Por mucho que entrene y por mucho que mejore, nunca mereceré ser un pilar». Necesita saber si está hablando enserio. Así que se vuelve y la tristeza infinita que hay en la mirada del pilar del agua le confirma que sí. De verdad cree que no se merece la vida que tiene.
Hay un impulso dentro de Sanemi, posiblemente los restos del veneno del demonio, que le dice que se acerque a Tomioka, tome su cara entre las manos y lo escuche. Pero Sanemi nunca ha sabido consolar a los demás y está convencido de que terminará haciéndole daño si lo intenta. En lugar de eso, elige un camino que controla más.
—Definitivamente, eres el mayor idiota que he conocido nunca. ¿De verdad piensas que tu amigo hubiera querido que te culparas por algo que hizo un demonio? Tú no te desmayaste por que quisieras, no lo dejaste solo porque quisieras. Culparse no sirve de nada, no te va a devolver a tu amigo, solo va a hacer que tú te sientas peor.
Tomioka asiente en silencio, pero no parece crerselo.
Sanemi se maldice mentalmente. Él también pasó mucho tiempo culpándose por la muerte de su madre, preguntándose si las cosas hubieran sido distintas si ese día la hubiera convencido de que se quedara en casa o si la hubiera acompañado. Y sabe que no lleva a ninguna parte. Tiene que sacar a Giyuu de ese agujero antes de que se hunda por completo.
—Giyuu —empieza (al cuerno con lo de los nombres). Él levanta la cabeza para observarlo, pero Sanemi ya no sabe como continuar. Todas sus palabras se han ahogado en ese océano azul oscuro—. Esto... ¿quieres ir a desayunar?
—Sí. Pero primero tenemos que ver a Shinobu.
—Vale.
Giyuu se levanta del futón y busca el cordón que ha quedado entre las mantas para atarse el pelo. Mientras se está haciendo la coleta, sus ojos azules se cruzan con los de Sanemi y él no puede evitar sonrojarse, porque, como siempre, se ve adorable.
Al notar su sonrojo, Giyuu sonríe. Sanemi está a punto de morir derretido ahí mismo.
—¿Qué pasa? —bufa, consciente de que se ha sonrojado todavia más.
—Nada.
—¿Entonces por qué me sigues mirando?
Es una pregunta estúpida. ¿A dónde más se supone que va a mirar? Debe de estar esperando a que él abra la puerta. Pero a Sanemi le cuesta pensar de forma razonable cuando esos ojos azules siguen fijos en él.
—Porque me gusta mirarte.
Esa frase es suficiente para que la voz mental de Sanemi se desmaye.
—Cállate, idiota.
Giyuu sonrie de nuevo.
—Vale.
Sanemi se vuelve hacia la puerta antes de cometer más estupideces.
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Solo una noche [sanegiyuu]
RomanceTodo empezó con un beso. Sanemi Shinazugawa está actuando raro alrededor de Giyuu Tomioka. Este decide llevarlo a la enfermería, donde Shinobu Kocho les explica que le ha afectado un arte demoníaca que hace que Sanemi necesite la cercanía de la pers...