Capítulo 29 - Namjin

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Finales de noviembre del 2015

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Finales de noviembre del 2015

El sonido de los neumáticos crujiendo sobre la gravilla sacó a Seokjin de su ligero sueño. La incomodidad del viaje de casi cuatro horas se reflejaba en su cuerpo, con una punzada constante en su nuca y un mal humor que parecía asentarse aún más profundo.

—Despertaste, bien porque ya llegamos.

El tono de su madre, firme y predecible, lo irritaba. No le respondió, concentrándose en masajear su cuello adolorido por la mala postura. El silencio entre ellos no era incómodo, pero sí tenso.

—Si crees que por no dirigirme la palabra voy a cambiar de opinión, estás muy equivocado, Jin.

—No me llames así —replicó con la altanería.

—Eres mi hijo y te llamo como quiera... Jin.

La frialdad en su voz no le sorprendía, pero cada vez que la escuchaba, sentía una chispa de rebeldía prenderse en su interior. No había nada que él pudiera hacer que alterara los planes que su madre había trazado para su vida, y eso lo enfurecía.

El chófer, impecablemente vestido, esperó pacientemente junto a la puerta abierta, observando sin intervenir mientras ambos descendían del auto.

—Me parece ridículo viajar por carretera si podíamos venir en avión —murmuró Seokjin entre dientes, observando con desdén la enorme casa frente a ellos.

—Se suponía que debías reflexionar sobre lo que hiciste durante el camino, pero solo dormiste y, aun así, te quejas. Eres un alfa, Seokjin. Compórtate como tal —dijo su madre, con una mezcla de reproche y expectativa.

Como se había hecho costumbre, Seokjin ignoró a su madre y se obligó a observar la vieja casa frente a él. Aunque la propiedad perteneció a un pariente lejano de su madre, el lugar le parecía ajeno y amenazante, un eco de un pasado que no le interesaba en lo más mínimo. Taehee la había heredado y la había donado para que se convirtiera en un orfanato.

La fachada de la casa le producía escalofríos. La pintura estaba desgastada, con manchas oscuras. Las grietas en las paredes, apenas visibles, le hacía entender que tan vieja era la casa. Al alzar la vista hacia las ventanas, sintió un nudo en el estómago al notar miradas curiosas que lo observaban desde detrás de las cortinas. Había algo inquietante en la forma en que esas miradas parecían seguir cada uno de sus movimientos, No estaba cómodo con ese lugar.

En ese momento, Seokjin supo que esta vez, su madre omega había ido demasiado lejos. La seriedad del lugar, la frialdad que emanaba de cada rincón, le hizo comprender que no era solo una lección; era un castigo.

—Señora Kim Taehee, qué gusto tenerla aquí —saludó una mujer mayor, inclinándose en una reverencia que parecía automática, carente de emoción.

—El lugar es más silencioso de lo que recordaba —mencionó Taehee, sin molestarse en devolver el saludo, como si la quietud del orfanato fuera una característica más que un problema.

Estado Civil: Divorciado [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora