Capítulo XXXIV

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Estabas congelada.

El aire apenas llegaba a tus pulmones.

No podías creer lo que tus ojos veían. Como si estuvieras esperando a abrir lo ojos de nuevo y darte cuenta de que todo aquello era una pesadilla. El antiguo asesino se apoyó de espaldas al escritorio, cruzándose de brazos. La pequeña sonrisa divertida en sus labios no se desvanecía. Disfrutando de tu aparente desconcierto.

—¿Se puede saber que haces tú aquí? No me digas que te lo estás tirando.

No sabías que decir. 

Él rio y alzó la voz de nuevo.

—Oh, no me jodas. Después de todos estos años... ¿Al final dejaste al mocoso meterse en tus sábanas? Que poca vergüenza. Pensaba que eras lo suficientemente mujer como para ignorar una cría que iba todo el día caliente fantaseando con verte en esa maloliente taberna ¿Acaso los de tu edad no te hacen caso? 

—Vuelve a hablar así de él y será la última vez que lo hagas.

Parpadeó un par de veces algo sorprendido por tu atrevimiento y entonces, volvió a reírse a carcajadas. Se separó del escritorio y dio un par de pasos hasta llegar frente a ti. Su sonrisa se desvaneció, su expresión ahora se ensombreció.

—¿Me estás amenazando?

Lo contemplaste inmóvil. Tu mirada se desvió a la mano que se posaba sobre la empuñadura de lo que parecía ser su vieja daga de asesino, colocada disimuladamente por debajo del pantalón. Volviste a alzar el rostro en su dirección.

—¿Qué es lo qué quieres de él ahora?

Su gran mano se posó sobre tu cuello y lo apretó con cierta fuerza. Apretaste la mandíbula agarrando su muñeca con fuerza, tratando de apartarle sin éxito alguno.

—No es de tu incumbencia. Y como no tenemos mucho tiempo voy a dejar algo en claro. Aquí las preguntas voy a hacerlas yo bonita. ¿Entendido?

Con ira le contemplaste, sin sucumbir ante el miedo que te daba su presencia.

—¿Y por qué debería hacerlo? —pronunciaste débilmente con voz algo quebradiza por la falta de aire.

El hombre, ahora ya sin una pizca de risa, tomó la daga en su cintura y la posó delante de tus ojos. 

—¿Mi hermoso instrumento aclara tus dudas?

—Mátame... Pero eso solo va a lograr perjudicar a tu facción.

—¿Crees que a mi me importa una mierda lo que les pase a esos inútiles?

—A ellos... Puede que no. ¿Pero el legado de Uri Reiss tampoco te importa...?

Sonreíste levemente en cuanto viste por primera vez la expresión desencajada de aquel hombre. Te alegraste de haber pasado todas aquellas semanas rebuscando entre archivos y documentos de tu padre para averiguar como había acabado aquel asesino en ese puesto. 

Tu padre era un hombre algo paranoico. Al ver que el asesino Kenny el destripador se unía a su facción estuvo recuperando registros y documentos para dar con el motivo de su reclutamiento. Finalmente dio con el nombre del antiguo rey, su nombre era Uri Reiss. 

No se sabía mucho de él, pero lo extraño era que había sido el único en firmar todos los documentos que promocionaban a ese hombre al mando de uno de los escuadrones del cuerpo de la policía militar. Era el capitán de un equipo de máximo secreto incluso para los miembros de aquella facción, apodado como escuadrón anti-personal. Este tenía el objetivo de acabar con todos aquellos que se opusieran a la realeza.

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⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

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𝑃𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝐷𝑒𝑙𝑖𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑒 (𝑳𝒆𝒗𝒊 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora