Capítulo IV

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Estabas limpiando con detenimiento la mancha de una de las mesas que acababa de quedar vacía. Tus piernas dolían como siempre tras la exhausta jornada semanal de trabajo, y lo único que lograba mantener tu espíritu motivado era pensar que al día siguiente tenías fiesta y podrías pasarlo entero tumbada en la cama, durmiendo. 

- ¡Bocachancla!

Erguiste la espalda de golpe, y volteaste tu atención en dirección a aquella voz. Tu mirada se encontró con los afilados ojos del asesino y viste que, como siempre, estaba en aquella mesa al fondo del salón junto a su habitual acompañante. Ateniendo tantos clientes a la vez ni siquiera te habías percatado de que habían llegado. ¿Cuánto tiempo llevarían ahí?

- Perdone la tardanza. No os he visto entrar- te excusaste de inmediato nada más llegar. El asesino te observó con aburrimiento.

- Como sea, trae de una vez la maldita bebida.

Asentiste y, sabiendo ya de memoria lo que cada uno quería, llegaste a la barra y empezaste a prepararlo con rapidez. 

Una vez terminado el té negro, volteaste para dejarlo sobre la encimera y, de repente, tus ojos se detuvieron sobre una cabellera oscura que apenas sobresalía otro lado de la barra. Parpadeaste, y con curiosidad te acercaste ahí. Viste el niño, apoyado de espaldas allí, en el extremo de la barra del bar. Parecía no haberse percatado de tu presencia y una divertida risa se dibujó en tus labios. Sigilosamente, apoyaste los codos sobre la encimera y te inclinaste hacia delante para acercar tu rostro por su lado.

- Hola.

Al instante, el niño dio un pequeño saltito sobre su lugar, sobresaltado, volviéndose con rapidez en tu dirección.

- ¡¿Q-qué haces?!

- Eso iba a preguntarte yo- dijiste divertida.- ¿Necesitas algo? ¿Qué haces aquí de pie?

Levi frunció el ceño y se colocó las manos en los bolsillos.

- Solo estoy esperando a que el baño quede libre.

Tu mirada se deslizó a aquella habitación al extremo de la sala, y enseguida viste que esta estaba cerrada y la luz se escabullía por debajo.

- Oh... Ya veo.- Mientras el joven deslizaba la mirada a otro lugar, las memorias del último encuentro que habíais compartido a inicio de semana, cuando fuisteis a esa fuente a por algo de agua para el té, volvieron a ti.- ¿Qué tal tienes la mano?

Levi, parpadeó y sin decir nada levantó la palma hacia arriba. Miraste con atención la herida y, te percataste de que aquel corte había sanado bien y empezaba a cicatrizar. 

> Por lo menos parece sanar rápido.

- Hmph- respondió con su habitual desinterés.

- ¿Ya usado el agua que recogimos?

El asintió con un diminuto movimiento de cabeza, aún con la mirada desviada en otra dirección.

- ¿Y ha mejorado el gusto del té?

- Bueno, solo lo he-

Pero en ese preciso instante una voz interrumpió sus palabras.

- ¡¡Dyana!!

Una figura se acercó a toda velocidad por en medio de la clientela, llamando la atención de los dos. Seguías apoyada con los codos sobre la encimera cuando él, sin dudarlo un segundo, se detuvo justo delante de ti en la barra, tomó tu rostro con una de sus manos y pegó sus labios sobre los tuyos.

Parpadeaste en aquella posición, y en cuanto tu cerebro procesó lo que estaba sucediendo le apartaste con un empujón instantáneo mientras dabas un pasa atrás. Avergonzada te cubriste los labios con el brazo.

𝑃𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝐷𝑒𝑙𝑖𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑒 (𝑳𝒆𝒗𝒊 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora