Capítulo IX

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- ¡Chica trae otra botella!

Dejaste varios vasos sobre la mesa a la que servías y tus pies se encaminaron hacia la barra del bar. Notaste como caía algo de sudor por tu frente y te limpiaste con la manga.

Era sábado y el bar estaba repleto de gente como era costumbre. Entre el humo de los cigarrillos de la mesa del fondo, los gritos y carcajadas, y el mal olor de la mayoría de los hombres que entraban,  el ambiente se había vuelto algo pesado ahí dentro. Además de que el clima era algo húmedo y caluroso, y tú no dejabas de ir de un lado al otro del local sin pausa.

En cuanto llegaste a la mesa donde fumaban para dejar la botella, viste que esta estaba cubierta de cartas y dinero. Tus ojos se posaron sobre el montón más abundante de monedas, donde un tipo sonreía con aire victorioso mientras contemplaba sus cartas con un cigarrillo en la boca. La desventaja entre ellos era tan grande que el encuentro parecía estar apunto de terminar.

Habías visto aquel tipo un par de veces antes en el local. Era uno de esos hombres a los que parecían obsesionarle los juegos de apuestas. Su único objetivo apareciendo por allí era encontrar un grupo de idiotas que quisieran apostar contra él y sacarles todo el dinero que tuvieran.

- ¡¡Esto tiene que ser una maldita broma!! ¡¡¿Acaso estás haciendo trampas, malnacido?!!

Pero él, sin apartar la vista de las cartas alzó la voz.

- Sírvele un poco a mí compañero aquí delante, querida. Invito yo.- Pronunció con evidente diversión. Obedeciste su orden, y mientras rellenabas el vaso, viste como la furia de su contrincante tan solo parecía incrementar.

- ¡¡¿Ahora piensas invitarme?!! ¡¿Con mi puto dinero?!

El tipo soltó una pequeña carcajada como si estuviera disfrutando al máximo haber arruinado a su contrincante. Ibas a volver a irte, cuando notaste que te tomaban de la muñeca. Sorprendida, volteaste de nuevo hacia atrás. Percatándote de como el tipo de las apuestas te retenía aún con la mirada clavada en las cartas.

- Espérate aquí, necesito un testigo. Puede que a mi estimado contrincante le cueste aceptar lo que está por suceder.

Tanto tú expresión como la del hombre al que se refería se volvieron claramente perplejas, y en ese momento él, te soltó el brazo, apagó el cigarrillo que tenía en la boca y lanzó las cartas que le quedaban sobre la mesa, dejándolas al descubierto. Sin decir nada, tomó el vaso frente a él y se terminó el poco contenido que quedaba mientras se ponía en pie.

Solo tuviste que ver el rostro de su contrincante para saber que acababa de perderlo todo.

Él tomó todo el dinero de la mesa, las cartas y lo guardó en una pequeña bolsa.

- Ha sido un encuentro breve, deberías entrenarte un poco más para la próxima.- Tomó todo el dinero de la mesa y lo guardó en una pequeña bolsa.- Disfruta de la botella de ron por mí, amigo. Nos vemos.

De inmediato, los gritos y acusaciones de su rival se alzaron por toda la sala, sin embargo él las ignoró y te hizo una señal para que le acompañaras. Empezó a andar hacia la barra mientras le seguías por la espalda. Al llegar ahí, tomó la bolsa que acababa de llenar de dinero y la dejó sobre la encimera para buscar un par de monedas con las que pagar. Tú te colocaste al otro lado de la superficie de la barra, justo frente a él.

- ¿Ya va a poder cargar con todo ese dinero por ahí sin que le atraquen?- Él sonrió.

- Oh, por supuesto. Estoy más que acostumbrado.

Era cierto. No había venido muchas veces pero jamás le habías visto perder una sola de esas veces. Al contrario, era capaz de dejar a todo a aquel que se enfrentaba completamente arruinado. Pero eso a ti tampoco lograba sorprenderte demasiado. Ya habías visto a muchos más como él pasar de vez en cuando por la taberna y te habías dado cuenta.

𝑃𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝐷𝑒𝑙𝑖𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑒 (𝑳𝒆𝒗𝒊 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora