«Presagio de la memoria»

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Tú y yo bailamos en medio de un salón, ante miles de miradas. Un vestido blanco adorna mi delgado cuerpo, un traje cubre el tuyo, con una corbata de tu color favorito.

Oigo nuestra canción favorita en medio de las bocinas, llevo una sonrisa gigante en el rostro y tomas mi mano para empezar a bailar.

De pronto, estamos en una casa, hay un jardín muy grande lleno de flores, y dos perritos corren por él. Frunzo el ceño cuando uno se acerca a mí y el pánico me abarca, sigo sin superar mi fobia hacia ellos.

Entonces llegas tú y sueltas una de esas carcajadas escandalosas que te caracterizan, con un cuidado increíble tomas al cachorro y comienzas a jugar con él para distraerlo. Siento que puedo volver a respirar en paz.

Veo hacia abajo y noto mi vientre muy abultado, tanto que me impide ver mis pies. Y siento un líquido recorriendo por mi pierna.

Grito, bastante asustada, con calma me tomas entre tus brazos y me subes a tu auto, ahora estoy en labor de parto. ¡Es una niña!.

Entonces, despierto.

La luz encandila mis ojos e inmediatamente los siento arder. Y es que nada de eso realmente pasó.

Consternada por la situación obligo a mi mente a revivir uno de los días en los que estuvimos juntos antes de dejarlo, sabía que lo nuestro no iba a tener un final feliz, era un presagio que estuvo presente en mí desde que nos conocimos.

Mi memoria se nubló, estaba demasiado sorprendida porque ese sueño se sintió sumamente real, pero al final, sólo fue una película que mi mente creó para autosabotearme.

¿Qué hubiese pasado si tú y yo no hubiésemos lastimado tanto nuestras almas?

¿Qué hubiese pasado si no fuésemos dañado nuestro ser, nuestro sentir?

¿Qué hubiese pasado si ni siquiera nos fuésemos conocido?

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