CAPÍTULO 3

30 9 35
                                    

Ainhoa 

No sé que estará pensando mi padre en este momento, su cara es de ¿confusión? ¿tristeza? ¿miedo? 

—¿Papá? —me animo a decir. 

—Ainhoa —dice sin más. 

—Por favor di algo —suplico. 

—No sé que decir —suspira —¿tienes un cigarrillo? —me pregunta. 

Mi madre abre los ojos de par en par. Me mira y vuelve a mirar a mi padre. 

—¡Andrew! —lo regaña. 

—Lily, me acabas de vomitar tal noticia —se queja —¿Y me regañas con pedir un cigarrillo? —chasquea con la lengua. 

En mi momento más extraño, solo le entrego uno. Lo enciende y se sienta en el sofá. Frente a él deposito el cenicero. 

—Sigo en shock —rompe el momento —¿Qué sucederá con tu carrera de literatura inglesa?

—Debo estar allá la primera semana de junio y el inicio de mi entrega de tesis y exámenes son en julio acá—digo y noto su sorpresa. 

—¿Entonces no terminarás tu carrera? —pregunta serio. 

—No—respondo tímida. 

—No sé que decir —suspira—. Pero sé que nada de lo que te diga impedirá que te vayas. 

—Y si no la dejas yo misma cruzo el océano nadando con ella —interviene ¿furiosa? mi madre. 

—Es mi sueño—intervengo después de ese frenético comentario —. Sé que te has sacrificado por mi en estos años de universidad, pero no puedo perder esta oportunidad —me siento frente a él. 

—Lo sé —roda los ojos—. Años escuchando tus planes de Estados Unidos, de Manhattan y de una tal Carrie —ríe mientras apaga el cigarrillo. 

—Entonces, ¿tengo tu aprobación? —pregunto nerviosa. 

—Siempre tendrás mi apoyo, si tú eres feliz, papá lo es —sonríe y me abraza. 


Santiago 

¿Qué se han enamorado? arrugo la carta y lanzo al otro extremo de la habitación. No puedo creer que Olivia y David me hayan traicionado de esa forma. Éste imbécil tendrá que oírme. 

Busco su nombre en mis contactos e inicia el conteo de la llamada. 

—Santiago —responde confundido.

—¿Por qué David? —pregunto con un nudo en la garganta. 

—Santiago, por favor deja explicarte —suplica —. No planee que esto pasara así, ¡Me enamoré Santiago! —solloza—. Intenté por mucho tiempo ocultar este sentimiento hacia Olivia y convencerme que era una estupidez, pero las cosas se dieron... 

—¿Hace cuánto? —lo interrumpo. 

—Un año y medio —responde.

¿Un año y medio? esto debe ser una broma muy pesada. Desde un año y medio mi novia y amigo están en una "relación" todas esas salidas, viajes y convenciones que tenían, ¿Fueron su momento para vivir su amor? 

—Nunca me lo esperé de ti —prendo un cigarrillo —. Eras mi amigo, mi hermano. ¡Crecimos juntos carajo! —grito. 

—Lo sé y me siento muy arrepentido de haberte lastimado, pero no pude controlar mis sentimientos —suspira—. Eres alguien muy importante para mi, pero sé que será algo que jamás me perdonarás. 

—Estás en lo correcto —doy una calada—. jamás podré perdonarte, ni a ti ni a Olivia—reflexiono—Sean felices y desaparezcan de mi vida—corto la llamada. 

Dejo mi teléfono sobre la cama y enciendo otro cigarrillo. 

Un sentimiento de soledad recorre todo mi cuerpo. Ha sido mucha información que procesar en tan poco tiempo. En la mañana me desperté feliz, enamorado de la persona que dormía a mi lado y al final del día esa persona, es una completa desconocida. 

Tomo mi móvil nuevamente con el pensamiento de llamar a Olivia, para decirle que podemos superar esto, que puedo cambiar para que se enamore de mi nuevamente. Pero solo bloquee su número y también a David. 

Tenía que dejarla ir. 


—¿Cómo está ese pasar de alcohol? —pregunta Amelia a penas entro a la oficina.

—Fatal, mi cabeza me da vueltas —respondo agotado. 

—¿Cómo estás realmente? —pregunta sentándose frente a mi escritorio. 

—Aún siento que es algo utópico —respondo sincero —. No logré conciliar el sueño. 

—¿Hablaste con ella? —pregunta. 

—No directamente —aclaro mi garganta—. Simplemente dejó una carta disculpándose. 

—Maldita —susurra por lo bajo. 

—Respecto a David, lo llamé para pedir explicaciones de los sucedido—me levanto para buscar unas carpetas —y lo mismo, se disculpó. 

—Me da un coraje Santiago —dice con rabia —. ¿Cómo pueden ser tan hipócritas?

—Son amantes desde hace un año y medio Amelia, imagínate—digo encogiéndome de hombros. 

—¿Es una broma pesada verdad? —pregunta asombrada a lo que niego con la cabeza—. ¡Son lo peor! —exclama. 

—Sí, pero Amelia —indico que se siente frente a mi —No quiero pensar en eso ahora, necesito   distraerme y así olvidar todo esto —suplico. 

—Está bien —dice aún furiosa. 

—Además, investigué donde trabaja el incestuoso de la calle 24 y podemos ir ahora —digo con un poco más de ánimo. 

—Tú si me conoces Santiago Williams —sonríe—. Vamos por un café y a trabajar. 


Pasamos por un café y directo a entrevistar a tal personaje de la calle 24. 

De camino a la oficina. Amelia me ofrece un cigarrillo. 

—Esto es una maravilla ¿no? —pregunta refiriéndose al cigarrillo. 

—La verdad sí —respondo con una calada. 

—¿A qué hora debes ir a la universidad? —pregunta. 

En ese momento alguien pasa por frente a nosotros y solo puedo sentirme maravillado por el olor a su perfume, algo frutal. 

La miro y solo puedo obtener un campo visual de espaldas, nada mal—pensé. 

—¿Santiago? —chasquea los dedos. 

—¿Qué? —digo un poco hipnotizado aún por la fragancia. 

—¿A qué hora debes ir a la universidad?

—A las 4—respondo aún divisando la silueta de aquella chica. 






¿Quién será esa chica con fragancia frutal? 

¿Qué les ha parecido hasta ahora? agradecería sus comentarios. 

Un abrazo! 



Destinos EntretejidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora