CAPÍTULO 23

11 3 5
                                    

Santiago 

Estábamos en la oficina cuadrando la entrevista al dueño de una librería que sufrió un robo de su mercancía erótica y al fin Ainhoa podrá acompañarnos a realizar una. 

—De seguro cuando lo realices sola, será perfecto porque... —mi teléfono suena interrumpiendo la conversación. Número desconocido pero lo suficiente reconocible para saber que era de Olivia. Cambió su número y desde la visita de David ha estado llamándome. —Uf, contestaré, permiso —digo saliendo de la oficina. Era momento de cortar esto definitivamente. 

—¿Qué quieres ahora? —respondo ronco y definitivamente molesto. 

—Necesito hablar contigo —contesta de la otra línea. 

—Todo quedó hablado con tu novio, así que deja de llamarme—cuando estuve a punto de cortar y posteriormente bloquear su número responde. 

—Estoy afuera de tu edificio, hablaremos ahora —ordena y mi piel se estremece, dudo de mandarla al carajo o ir para definitivamente cerrar todo con ella. Bueno, hasta esa prueba de ADN. 

Corto la llamada y libero un suspiro. Debo ir 

—Debo salir, volveré en un momento —anuncio desde la puerta de la oficina a lo que ambas voltean a verme y sin esperar una respuesta de su parte, salgo de ahí. 

Mis pasos son firmes pero apresurados, en unos minutos la diviso afuera del portal. Su larga cabellera rubia destaca del lugar y puedo notar mientras me acerco su barriga que se asoma llevando consigo el fruto de una infidelidad o de mi peor follada. 

—¿Qué quieres? —indago mientras me encuentro frente a él. 

—Hola Santiago —dice acercándose a mi dejando un casto beso en la mejilla. Su olor ya conocido por mi desde hace años irrumpe en mis fosas nasales, hace unos meses, me hubiera derretido frente a ella. Pero ahora no tenía ese efecto. 

—Olivia, ¿Qué quieres? —pregunto nuevamente con el ceño fruncido. 

—¿Podemos entrar? No quiero hablar aquí —la invito a pasar, pero solo a la recepción que agradecí que no estuviera el conserje.

—Te escucho  —digo cruzándome de brazos. 

—Lo siento por meterte en este embrollo —comienza—No podía mentirle a David. 

—Qué irónico —río amargo—Mentirme a mi se te hizo muy fácil —ataco. 

—Santiago. . . —suspira. 

—Si era eso, me debo ir —digo y ella sostiene mi brazo. 

—Quiero que sepas que si este niño llega a ser tuyo, no debes preocuparte por nada, bastante ya te he jodido como para que tengas que hacerte cargo—me mira con esos ojos azules hipnotizantes.

—¿Quién te crees que soy? —me suelto de su agarre quedando frente a ella. —¿Acaso piensas que ignoraré que tengo un hijo? —bufeo. 

—No.. —pasa su mano por su rostro escaso de maquillaje —Pero no quiero que tengas que involucrarte más en este embrollo—mis ojos están fijos en ella. 

—Embrollo que tu y ese hijo de puta crearon —escupo con rabia —Ustedes se encargaron que este embrollo terminase así —suspiro—Y yo por haberte follado después que me destruiste el corazón —digo con ese nudo en mi garganta recordando todo. 

—Santiago —se acerca más a mi —No sabes cuanto deseo que este bebé sea tuyo —la miro incrédulo —Como esos sueños de tener nuestra familia se están rompiendo frente a mis ojos por un desliz mío, por un error mío. 

Destinos EntretejidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora