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Era una tarde tranquila en la cafetería del club. Los chicos del equipo, entre ellos Balde, Yamal, Ansu, Ferran, Gavi y Pedri, estaban relajados después de un entrenamiento pesado, compartiendo una comida y hablando de todo un poco. Pau Cubarsí, como siempre, estaba sentado con ellos, tranquilo, alejado de las bromas pesadas y las demostraciones de afecto que algunos compañeros acostumbraban.
Pau siempre había sido reservado con el contacto físico. Aunque era cercano a sus compañeros, no era el tipo de persona que buscaba abrazos o muestras excesivas de cariño. Todos lo sabían y respetaban, así que las bromas y los gestos físicos entre él y los demás eran mínimos, salvo los saludos cordiales y formales.
De repente, las puertas de la cafetería se abrieron, y todos vieron a Héctor Fort entrar con su típica sonrisa relajada. Nadie pensó mucho en ello hasta que, para sorpresa de todos, Héctor caminó directamente hacia Pau, sin decir una palabra, y lo abrazó de frente. Las manos de Héctor se posaron suavemente en la cintura de Pau, y lo más sorprendente fue cómo Pau, en lugar de apartarse o poner cara de incomodidad, envolvió sus brazos sobre el cuello de Héctor y lo miró con una sonrisa casi imperceptible.
El silencio se hizo en la mesa. Los ojos de todos estaban clavados en la pareja. Balde dejó caer su tenedor al plato, mientras Yamal, Ansu y Ferran intercambiaban miradas de incredulidad. Gavi y Pedri se quedaron boquiabiertos, sin saber qué decir. Pau, el chico que no soportaba demasiado contacto físico, estaba abrazando a Héctor como si fuera lo más natural del mundo.
Héctor le susurró algo a Pau, quien soltó una pequeña risa, y luego, como si no se hubieran dado cuenta de las miradas curiosas de sus compañeros, se separaron ligeramente, pero sin dejar de tocarse.
—¿Qué…? —murmuró Balde, claramente confundido.
—¿Estoy viendo bien? —preguntó Yamal, frotándose los ojos con exageración.
Ferran negó con la cabeza, aún sin poder procesar lo que estaba ocurriendo.
—Yo pensé que Pau no hacía estas cosas… —murmuró Ansu, claramente desconcertado.
Héctor y Pau, por su parte, parecían no darse cuenta del revuelo que estaban causando. Finalmente, Pau regresó a su asiento con una calma que desmentía el impacto que acababa de generar.
—¿Qué fue eso? —preguntó Gavi finalmente, mirando fijamente a Pau.
Pau se encogió de hombros, como si la situación no tuviera nada de extraordinario. Héctor sonrió, colocándose a su lado.
—Nada, ¿por qué lo preguntan? —respondió Pau con una tranquilidad que solo los dejó más perplejos.
Ferran rió entre dientes, mirando a los demás. Nadie supo qué decir, pero lo que sí sabían era que el misterio entre Héctor y Pau acababa de revelar mucho más de lo que esperaban.
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