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Viaje inesperado

El equipo juvenil del Barça estaba emocionado por el viaje de entrenamiento a las montañas. Durante días habían escuchado rumores de que el lugar sería frío, pero a Pau le pareció una exageración y decidió no llevar una chaqueta gruesa. "¿Qué tan frío puede ser?", se preguntó esa mañana, mientras Héctor lo miraba con una ceja arqueada.

—¿Seguro que no quieres llevar algo más abrigado? —preguntó Héctor, con ese tono protector que siempre usaba con Pau.
—Estoy bien, Héctor, no exageres.

Horas después, Pau se arrepentía profundamente. Mientras el autobús avanzaba por las carreteras montañosas, el frío comenzaba a filtrarse incluso dentro del vehículo. Héctor, que estaba sentado a su lado, no tardó en notar que Pau se frotaba los brazos.

—Toma mi chaqueta —dijo Héctor, quitándosela sin esperar respuesta.
—No hace falta, estoy bien —intentó replicar Pau, pero Héctor ya estaba envolviéndolo con la prenda.

—No quiero que te enfermes —dijo Héctor con una sonrisa, y Pau, resignado, aceptó.

Cuando llegaron al albergue, todos comenzaron a notar que Pau seguía usando la chaqueta de Héctor. Ferran, siempre dispuesto a bromear, no tardó en soltar un comentario.
—¿Así que ahora también comparten ropa? Qué lindo, parecen una pareja recién casada.

—¡Cállate, Ferran! —exclamó Pau, rojo como un tomate. Héctor, en cambio, respondió con tranquilidad.
—¿Y qué tiene de malo cuidar a mi chico?

Las risas no tardaron en estallar entre los compañeros, y Pau intentó quitársela, pero Héctor lo detuvo.
—Ni lo pienses. Vas a usarla hasta que entremos al albergue.

Esa noche, mientras se acomodaban en las habitaciones, las bromas continuaron. Pau intentaba defenderse, pero Héctor, claramente divertido, no hacía más que alimentar los comentarios.
—Héctor, ¿de verdad tienes que ser tan protector? —preguntó Pau mientras se sentaban en sus camas.
—Claro que sí, alguien tiene que cuidarte, Pau. —Héctor sonrió y le dio un golpe suave en el hombro.

Aunque Pau seguía avergonzado, no podía evitar sentirse agradecido por tener a Héctor a su lado.







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Cuidado en el campo

Era un amistoso intenso contra un equipo local. Pau estaba en su mejor forma, liderando la defensa con movimientos rápidos y precisos. Héctor, por su parte, no perdía de vista a su amigo, como siempre. Pero en un momento, un jugador contrario hizo una entrada peligrosa que dejó a Pau tendido en el suelo.

Héctor reaccionó antes que nadie. Corrió hacia Pau, apartando incluso al árbitro, y se arrodilló a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó, con el rostro lleno de preocupación.
—Sí, creo que sí... solo fue un golpe —respondió Pau, intentando levantarse.

Héctor lo ayudó a ponerse de pie, asegurándose de que no tuviera ninguna lesión grave. El resto del equipo se acercó, pero Ferran, como siempre, aprovechó la oportunidad para bromear.
—Héctor, no sabíamos que eras su guardaespaldas personal. ¿O es algo más?

Las risas fueron inevitables, y aunque Pau intentó ignorarlo, Héctor respondió con una sonrisa despreocupada.
—¿Qué puedo decir? Tengo que cuidar lo que es mío.

El resto del partido estuvo lleno de comentarios similares, pero Héctor no pareció molestarse. De hecho, cada vez que alguien hacía una broma, él respondía con algo aún más descarado, dejando a Pau completamente sonrojado.

Después del partido, mientras caminaban hacia el autobús, Pau no pudo evitar preguntar:
—¿Por qué les sigues el juego?
—Porque es divertido verte sonrojarte —respondió Héctor, dándole un suave empujón en el hombro.

Pau suspiró, pero en el fondo sabía que Héctor solo quería lo mejor para él.














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Fiesta sorpresa

El equipo decidió organizar una fiesta sorpresa para celebrar el aniversario de su última victoria importante. Héctor y Pau llegaron juntos, como siempre, y desde el principio, todos comenzaron a notar lo atento que era Héctor con Pau.

—¿Tienes hambre? —le preguntó Héctor, acercándole un plato con bocadillos.
—Un poco, gracias —respondió Pau.

A lo largo de la noche, Héctor no dejó de estar pendiente de Pau. Le ofreció bebida, le encontró un lugar cómodo para sentarse y, en un momento, incluso arregló su cabello cuando el viento lo despeinó.

—Héctor, de verdad, estoy bien. Puedes relajarte un poco —dijo Pau, algo avergonzado.
—Relajarme no está en mi vocabulario cuando se trata de ti —respondió Héctor con una sonrisa.

Ferran, que no podía perder la oportunidad de bromear, se acercó y comentó en voz alta:
—¿Van a decirnos oficialmente que son novios o seguimos fingiendo que no lo sabemos?

Las carcajadas llenaron el lugar, y Pau, completamente rojo, negó con las manos.
—¡No somos nada de eso!

Héctor, en cambio, se encogió de hombros y respondió con naturalidad:
—¿Y si lo fuéramos? ¿Qué pasa?

El silencio fue inmediato, seguido de más risas. Pau, sin saber qué hacer, se hundió en su asiento mientras Héctor lo miraba divertido. Al final de la noche, Pau no pudo evitar enfrentarse a él.
—¿Por qué siempre haces eso?
—Porque me divierte —dijo Héctor, dándole un golpecito en la cabeza.

Aunque Pau seguía algo molesto, no podía negar que, de alguna manera, le gustaba la atención de Héctor.




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