Epílogo

40 4 3
                                    

Han pasado tres años desde aquel fatídico día en la Abadía de Westminster. La vida ha seguido su curso, trayendo consigo momentos de alegría, amor y sanación.

Draco y Hermione se establecieron en la casa que heredó Draco, aprovecharon el espacio, rodear la casa de jardines y árboles frutales. Su hogar era un refugio de paz y amor, donde cada rincón reflejaba su felicidad compartida. Hermione continuó su trabajo como veterinaria, cuidando y sanando a los animales que tanto amaba. Draco, por su parte, se dedicó a la música en cuarto término su residencia, empezó componiendo melodías que tocaban el corazón de quienes las escuchaban, subía todo a su canal de YouTube donde tenia muchos seguidores.

Una tarde de primavera, mientras paseaban por el jardín, Hermione se detuvo y miró a Draco con una sonrisa radiante. — Draco, tengo una sorpresa para ti.

Draco levantó una ceja, curioso. — ¿Qué es, amor?

Hermione tomó su mano y la colocó suavemente sobre su vientre. — Vamos a tener un bebé.

Los ojos de Draco se llenaron de lágrimas de felicidad. — ¿De verdad? — preguntó, su voz temblando de emoción.

Hermione asintió, él la abrazó con fuerza, sintiendo una inmensa gratitud por la vida que estaban construyendo juntos. — Te amo, Hermione. No puedo esperar para conocer a nuestro pequeño.

~°°~

Teddy había sido un pilar de fuerza para su madre durante su recuperación. Con paciencia y amor, la había ayudado a través de cada sesión de terapia física. Nymphadora, con su cabello ahora de un suave rosa, había vuelto a caminar, aunque con cierta dificultad. Cada paso que daba era un testimonio de su determinación y del amor inquebrantable de su hijo.

Una tarde, mientras caminaban juntos por el parque, Nymphadora se detuvo y miró a Teddy con orgullo. — No sé qué habría hecho sin ti, Teddy. Eres mi héroe.

Teddy sonrió y la abrazó. — Solo hice lo que cualquier hijo haría por su madre. Te amo, mamá.

Nymphadora lo miró con lágrimas en los ojos. — Y yo a ti, mi querido Teddy. Gracias por nunca rendirte.

En una cálida tarde de verano, todos se reunieron en la casa de Draco y Hermione para celebrar el cumpleaños de Teddy. Los jardines estaban llenos de risas y alegría, y mientras el sol se ponía, iluminando el cielo con tonos dorados y rosados, todos se sintieron agradecidos por los momentos compartidos y por el amor que los unía.

Draco tomó la mano de Hermione y la miró a los ojos. — Hemos pasado por mucho, pero cada momento ha valido la pena. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar.

Hermione sonrió y lo besó suavemente. — Y yo a ti, Draco. Siempre estaré a tu lado.

Harry y Gabrielle, abrazados, miraron a sus hijos jugar con Teddy y sintieron una profunda paz. — Este es el comienzo de algo hermoso — dijo Harry, apretando la mano de Gabrielle.

Gabrielle asintió, sus ojos brillando con amor. — Sí, lo es. Y no puedo esperar para ver lo que el futuro nos depara.

Y así, rodeados de amigos y familiares, todos encontraron la felicidad y la paz que tanto habían buscado. La vida continuaba, llena de  promesas y posibilidades, y juntos, estaban listos para enfrentar cualquier cosa que viniera.

¿Y Luna? Ella simplemente permanecía adormecida por por los medicamentos que le indicaban los psiquiatras, tenía muchas muertes en sus manos, más ella decidió declararse enferma mentalmente para eludir la justicia, Harry guardó el secreto de que ella seguía con vida a sus hijos, y nunca les contaría la verdad sobre su madre, para ellos su verdadera madre era Gabrielle.

Euforia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora