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Ojos de Esperanza.

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Desde el momento en que Iván llegó a la nueva escuela, todo había sido un torbellino de emociones y adaptaciones. Nunca había sido el tipo de persona que buscaba el centro de atención, pero de alguna manera, había terminado justo allí desde el primer día. Y luego estaba Rodrigo. 'Rodrigo, el chico que nunca sonreía', el que siempre caminaba como si llevara un peso invisible que nadie más parecía notar.

Iván no recordaba exactamente cuándo decidió que Rodrigo era alguien que valía la pena conocer, pero algo en él había despertado una necesidad de ayudarlo. 'Quizás porque veía en Rodrigo algo que reconocía en sí mismo', aunque nunca había pasado por lo mismo. El dolor era universal, y Iván sabía bien cómo se sentía estar atrapado en él.

Con el tiempo, Iván había empezado a observar más, a notar los pequeños detalles. 'La forma en que Rodrigo evitaba las miradas, cómo apretaba los puños bajo la mesa cuando algo lo alteraba, y la frialdad calculada con la que intentaba mantenerse a salvo.' No era difícil leer entre líneas cuando se prestaba la atención suficiente. Rodrigo estaba herido, mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Pero lo que más le preocupaba a Iván era que, a pesar de sus intentos por estar presente, sentía que Rodrigo seguía construyendo barreras, una tras otra. 'Era como si estuviera decidido a luchar solo, incluso cuando sabía que no tenía que hacerlo.'

***

Ese día, después de la última clase, Iván esperó en la salida de la escuela, como siempre hacía. Pero Rodrigo no apareció. Al principio, pensó que simplemente se había retrasado, pero tras esperar varios minutos, supo que algo no andaba bien. Rodrigo nunca se iba sin despedirse, al menos no desde que se habían vuelto más cercanos.

Sacó su celular y le envió un mensaje.

Iván: ¿Dónde estás?

Ninguna respuesta.

El nerviosismo empezó a crecer en su interior. Había visto a Rodrigo más distante esa mañana, como si estuviera encerrado en su propio mundo, pero no había querido presionarlo. Ahora, Iván se arrepentía de no haber insistido más.

Con un suspiro, comenzó a caminar hacia su casa, pero no podía sacudirse la sensación de que algo estaba mal. 'No era solo preocupación; era ese instinto que te decía que alguien cercano necesitaba ayuda.'

***

De camino, decidió desviarse hacia el parque que había descubierto hace poco. Era un lugar tranquilo, un rincón de la ciudad que parecía fuera del alcance de la escuela y sus problemas. Y, sorprendentemente, allí estaba Rodrigo. Sentado en un banco, con la mirada perdida en el horizonte, como si intentara encontrar respuestas en la caída del sol.

Iván no dijo nada al principio. 'Simplemente se sentó junto a él', sabiendo que a veces lo mejor era dejar que el silencio hablara por ambos. Rodrigo no lo miró, pero Iván podía sentir la tensión en sus hombros, el peso de algo que llevaba por dentro.

"¿Qué haces aquí?" preguntó Rodrigo finalmente, su voz baja y apagada.

"Te estaba buscando. Me preocupé," respondió Iván con franqueza. No había necesidad de rodeos. Rodrigo era importante para él, y no tenía miedo de admitirlo.

Rodrigo soltó una pequeña risa amarga. "No deberías preocuparte por alguien como yo."

Iván lo miró de reojo, sorprendido por la dureza en esas palabras. '¿Cómo podía alguien pensar tan poco de sí mismo?' Había conocido a personas que fingían tener confianza, pero Rodrigo no era de esos. Rodrigo realmente creía que no merecía la atención de nadie.

"Rodrigo, ¿por qué crees que eres menos que los demás?" Iván habló con calma, pero su corazón latía con fuerza. "No entiendo cómo alguien tan fuerte puede sentirse tan... roto."

Rodrigo bajó la cabeza, en silencio, y por un momento, Iván pensó que no iba a responder. Pero entonces, Rodrigo habló, su voz apenas un susurro.

"Porque siempre ha sido así. No importa lo que haga, siempre termino siendo el blanco de las burlas, de los golpes. Y no sé cómo salir de eso."

Iván sintió un nudo en el estómago. Era la primera vez que Rodrigo le hablaba con tanta franqueza, y aunque quería decir algo para aliviar su dolor, sabía que no existían palabras mágicas que arreglaran todo de golpe. 'Lo único que podía hacer era estar allí, ser su apoyo, aunque a veces no supiera exactamente cómo.'

"Yo no puedo entender completamente lo que has pasado," admitió Iván, "pero sí sé que no estás solo. Y no voy a dejar que te hundas en esto sin luchar."

Rodrigo lo miró por fin, con los ojos ligeramente enrojecidos. "¿Por qué haces esto? ¿Por qué te importa tanto?"

La pregunta lo tomó por sorpresa. Iván nunca se había detenido a pensar en el "por qué" exacto. Solo sabía que desde el momento en que vio a Rodrigo, algo dentro de él le había dicho que no podía quedarse de brazos cruzados.

"Porque creo en ti," dijo Iván finalmente. "Porque veo algo en ti que quizás no ves en ti mismo."

Rodrigo apartó la mirada, visiblemente incómodo, pero Iván supo que sus palabras habían llegado más lejos de lo que Rodrigo quería admitir. Sabía que era un proceso lento, pero también sabía que no estaba dispuesto a rendirse.

Los dos permanecieron en silencio por un rato más, viendo cómo el sol se desvanecía en el horizonte. No tenían todas las respuestas, y el camino que les esperaba no iba a ser fácil. 'Pero al menos, ahora, Rodrigo sabía que no estaba solo en esa batalla.'

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𝘏𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 - 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖𝑣𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora