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Robando Besos.

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El sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Rodrigo, creando un ambiente cálido y acogedor. Desde el beso que compartieron durante el juego, las cosas entre ellos habían cambiado sutilmente, pero de manera significativa. Aunque nunca definieron formalmente su relación, ambos sabían que había un nuevo entendimiento entre ellos. Una especie de acuerdo tácito que les permitía explorar su cercanía de una manera divertida y ligera.

Rodrigo había aprovechado al máximo esta nueva etapa, y sus visitas a la casa de Iván se habían vuelto más frecuentes. Se pasaban horas charlando, jugando, y explorando ese nuevo nivel de intimidad que habían encontrado.

Una tarde en particular, después de un largo día de estudio y relajación, ambos estaban tirados en el sofá de la sala. Rodrigo tenía un libro en las manos, pero su atención estaba más en Iván que en la lectura. Iván, por su parte, estaba concentrado en su teléfono, sin darse cuenta de lo que su amigo estaba planeando.

Rodrigo dejó el libro a un lado, se inclinó hacia Iván y lo besó suavemente en los labios. Era un beso rápido y juguetón, y antes de que Iván pudiera reaccionar, Rodrigo ya se había apartado, riéndose de la sorpresa.

Iván levantó la vista, desconcertado pero claramente divertido. “¿En serio? ¿De nuevo?”

Rodrigo sonrió con una mezcla de travesura y ternura. “No pude resistirme. Necesito mis dosis diarias de besos.”

Iván se rió, sacudiendo la cabeza. A pesar de la sorpresa inicial, se estaba acostumbrando a esos robos inesperados de besos. “Eres imposible.”

"¿Qué puedo decir? Simplemente me encanta robar besos,” dijo Rodrigo con una sonrisa amplia, antes de inclinarse nuevamente y robar otro beso, esta vez un poco más largo. Iván respondió con una sonrisa, disfrutando del juego.

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El ambiente en la casa se volvió cada vez más cómodo con el tiempo. Rodrigo había aprendido a aprovechar esos momentos en los que Iván estaba distraído para darle besos inesperados. Cada vez que Iván lo veía venir, intentaba evitarlo con una risa, pero rara vez tenía éxito.

Un día, mientras estaban en la cocina preparando una merienda, Rodrigo decidió probar su suerte una vez más. Iván estaba ocupado buscando algo en el refrigerador cuando Rodrigo se acercó sigilosamente. Justo cuando Iván se enderezó, Rodrigo le dio un rápido beso en la mejilla.

“¡Oye!” exclamó Iván, girándose para enfrentar a Rodrigo con una sonrisa traviesa. “¡No es justo! Estoy tratando de hacer algo aquí.”

Rodrigo se rió, disfrutando de la reacción de Iván. “Eso es precisamente lo que hace que sea divertido. Siempre me gusta sorprenderte.”

Iván levantó una ceja, fingiendo estar exasperado pero con una sonrisa en los labios. “Debes ser un verdadero experto en esto de robar besos. Voy a tener que estar más alerta.”

Rodrigo se encogió de hombros, tratando de parecer inocente. “¿Quién sabe? Tal vez solo necesitas estar más cerca para que no se te escape.”

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Durante las noches, cuando se quedaban viendo películas o simplemente hablando, los besos de Rodrigo se volvían más frecuentes. A veces, era un simple roce de labios, otras veces era un beso más duradero. Iván estaba empezando a anticipar esos momentos y a disfrutarlos tanto como Rodrigo.

Una noche, mientras miraban una película y estaban acurrucados en el sofá, Iván se rió al sentir otro beso robado. “Eres un desastre.”

Rodrigo le dio un pequeño beso en la punta de la nariz. “¡Y tú me adoras por eso!”

Iván lo miró, sintiendo una oleada de cariño hacia Rodrigo. Aunque nunca habían definido su relación de manera formal, estos momentos íntimos y divertidos estaban creando algo muy especial entre ellos.

“Sí, te adoro,” admitió Iván, sonriendo mientras abrazaba a Rodrigo más cerca. “Aunque te juro que me tendrás que hacer una oferta especial para que deje de robarte besos.”

Rodrigo se echó a reír, disfrutando de la cercanía y el cariño. “¿Qué te parece si lo discutimos más tarde, cuando tengamos tiempo? Ahora, déjame seguir robándote besos.”

Iván se rió y le dio un suave beso en la frente. “Está bien, está bien. Pero solo porque me gusta cuando lo haces.”

Ambos continuaron disfrutando de su tiempo juntos, riendo y robándose besos, mientras las horas pasaban sin que se dieran cuenta. Sabían que la vida aún tenía sus desafíos, pero en esos momentos simples y felices, se sentían completos y en paz.

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𝘏𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 - 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖𝑣𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora