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Juegos Y Retos.

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Los últimos días habían sido tranquilos, algo que Rodrigo valoraba más de lo que imaginaba. Después de todo el caos que había vivido, tener unos días de calma, lejos de la escuela y los bullies, era justo lo que necesitaba. Y tener a Iván a su lado lo hacía aún mejor.

Los padres de Rodrigo habían salido de viaje de negocios, dejándolo solo en casa. Aunque normalmente eso lo habría puesto nervioso, esta vez no era así. Iván había decidido quedarse con él por unos días, convirtiendo esa soledad en algo mucho más llevadero, incluso divertido.

La casa estaba en silencio excepto por el sonido de sus risas que resonaban desde la habitación de Rodrigo. Ambos estaban tirados en el suelo, rodeados de videojuegos, papas fritas y botellas de refresco. El ambiente era relajado, como si el resto del mundo no existiera por un rato.

“¡No puedo creer que me ganaras en Mario Kart otra vez!” se quejó Iván, fingiendo estar molesto, aunque una sonrisa no tardó en aparecer en su rostro.

Rodrigo soltó una carcajada. Hacía tanto que no se reía así, que sentía como si cada momento junto a Iván fuera un pequeño respiro de toda la presión que había soportado. “Es que nunca vas a superar mis habilidades. Soy invencible.”

Iván lo miró con los ojos entrecerrados, claramente planeando algo. Siempre le gustaba retar a Rodrigo, y esta vez no sería la excepción.

"Bueno, si eres tan invencible, ¿qué te parece jugar a algo más divertido?"

Rodrigo arqueó una ceja, intrigado. "¿A qué te refieres?"

Iván se sentó con una sonrisa traviesa en el rostro. "A '¿qué probabilidad hay?'. Ya sabes, ese juego donde das un reto, y si adivinamos el mismo número, tienes que cumplirlo."

Rodrigo rió, aceptando el desafío sin pensarlo dos veces. Siempre había sido competitivo, y no iba a retroceder ahora. "¡Hecho!"

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Comenzaron con retos sencillos, bromeando y riéndose de las respuestas. El ambiente era ligero, y cada vez que uno fallaba el número, ambos estallaban en carcajadas. La noche era joven, y la diversión parecía no tener fin.

“¿Qué probabilidad hay de que te pongas mi camiseta?” preguntó Rodrigo, señalando una de sus prendas favoritas que le quedaba un poco pequeña.

Iván sonrió y ambos dijeron un número. Rodrigo falló por uno.

“¡Ja! No voy a hacer eso,” se burló Iván, riéndose de la reacción de su amigo.

La noche continuó, y los desafíos se volvieron un poco más atrevidos, aunque aún en un tono de broma y complicidad. Pero entonces, en medio de las risas, Rodrigo lanzó un reto que cambió el rumbo de la conversación.

"¿Qué probabilidad hay de que... nos besemos?" preguntó Rodrigo, sin pensar demasiado en las palabras hasta que ya las había dicho. Su corazón se aceleró instantáneamente, y la habitación pareció volverse más silenciosa.

Iván lo miró, sorprendido, pero no incómodo. La relación entre ellos había estado evolucionando lentamente, y aunque ninguno lo había admitido abiertamente, ambos sabían que había algo más entre ellos. Algo que no solo era amistad.

Rodrigo intentó reír para disimular su nerviosismo, pensando que Iván se lo tomaría como una broma más. Pero el ambiente cambió ligeramente, volviéndose más denso, más cargado de algo que ninguno de los dos había mencionado antes.

Iván, manteniendo la compostura, aceptó el reto. "Vale, juguemos. A la de tres."

Ambos contaron juntos en voz alta. Uno. Dos. Tres.

“Cinco,” dijeron al unísono.

El aire en la habitación pareció congelarse por un instante. Ambos habían dicho el mismo número.

Rodrigo lo miró, con los ojos abiertos de par en par, sin saber cómo reaccionar. Jamás pensó que Iván acertaría, y ahora no sabía cómo salir de esa situación. Su corazón latía tan fuerte que pensó que Iván podía escucharlo.

Iván, por su parte, también se había quedado sorprendido, pero una sonrisa pequeña se formó en su rostro. Se acercó un poco a Rodrigo, con calma, como si no quisiera apresurar las cosas.

"Bueno, parece que tienes que cumplir tu propio reto," dijo Iván en un tono bajo, sin dejar de mirarlo a los ojos.

Rodrigo sintió una mezcla de nervios y emoción, y aunque quería decir algo, las palabras no salían. Había imaginado este momento, pero no estaba preparado para que ocurriera tan pronto. Sin embargo, cuando Iván se acercó más, no retrocedió.

El beso fue suave, apenas un roce entre ellos. Fue un momento corto, pero lleno de significado, como si todo lo que había estado creciendo entre ellos finalmente tomara forma.

Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio por un momento, procesando lo que acababa de ocurrir. La habitación, que antes había estado llena de risas, ahora estaba envuelta en una quietud cargada de emociones.

"Supongo que eso fue... épico," dijo Rodrigo en un susurro, con una sonrisa nerviosa.

Iván soltó una pequeña risa, inclinándose hacia atrás. El momento había sido intenso, pero al mismo tiempo, ambos sabían que era solo una parte más de lo que estaban construyendo juntos.

"Bueno, no lo hicimos tan mal," bromeó Iván, intentando aligerar el ambiente.

Rodrigo lo miró, sintiendo una calidez en su pecho que no había sentido antes. Había sido un simple juego, pero ese beso había sido más que un reto. Era una promesa de algo que podía ser mucho más.

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La noche continuó, aunque de manera más tranquila. Ambos sabían que algo había cambiado entre ellos, pero no había prisa por definirlo. Seguían disfrutando de la compañía del otro, hablando de tonterías, riendo y bromeando, como siempre lo hacían.

Sin embargo, cuando finalmente apagaron las luces y se despidieron para dormir, Rodrigo no pudo evitar sonreír en la oscuridad. Había algo en ese beso que no podía quitarse de la cabeza, y aunque no sabía exactamente qué significaba para el futuro, estaba emocionado por descubrirlo.

Y a su lado, Iván también sonreía, sabiendo que su relación con Rodrigo acababa de dar un pequeño, pero importante paso hacia algo más.

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𝘏𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 - 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖𝑣𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora