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Entre Helados y Risas.

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El sol brillaba en lo alto, bañando la ciudad con una luz cálida y acogedora. Después de días de tensión, finalmente parecía que las cosas estaban empezando a calmarse. Los bullies habían sido suspendidos, y aunque la sombra de la violencia aún rondaba, tanto Rodrigo como Iván necesitaban un descanso. Un momento para simplemente ser ellos mismos, sin preocupaciones.

"¿Qué te parece si vamos a por helado?" propuso Iván esa tarde, mientras caminaban por las calles del centro de la ciudad.

Rodrigo lo miró con sorpresa, pero rápidamente su rostro se iluminó con una sonrisa. Hacía tanto tiempo que no se permitía disfrutar de algo tan simple como un helado. "¡Me parece perfecto!"

Ambos se dirigieron a una pequeña heladería que estaba justo en la esquina de la calle. El lugar olía a dulzura y azúcar, con vitrinas llenas de colores brillantes y sabores tentadores. Rodrigo eligió uno de vainilla con trozos de galleta, mientras que Iván optó por un helado de chocolate con menta.

Se sentaron en una banca afuera de la tienda, disfrutando del suave calor del día y el dulce sabor de los helados.

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Después de unos minutos en silencio, Rodrigo soltó una risa inesperada, mirando a Iván de reojo. Algo le estaba rondando en la mente, algo que había estado guardando, pero que ahora sentía la confianza de decir.

"¿Sabes?" comenzó Rodrigo, sin poder contener su sonrisa, "nunca te lo dije, pero... fue épico verte tan enojado el otro día."

Iván lo miró, arqueando una ceja, intrigado. "¿Épico? ¿De verdad?"

Rodrigo asintió con entusiasmo, ahora riéndose más abiertamente. "¡Sí! No sé cómo explicarlo, pero... nunca había visto a alguien ponerse así por mí. Y aunque fue aterrador, también fue increíble. Te convertiste en una especie de héroe en ese momento."

Iván se unió a la risa de Rodrigo, sacudiendo la cabeza. Aunque en el momento había estado completamente fuera de control, ahora podía ver el humor en la situación.

"¿Héroe, eh?" bromeó Iván, sonriendo. "No me veía como tal cuando estaba gritándoles."

Rodrigo lo miró, con una expresión mezcla de admiración y afecto. Había algo en la forma en que Iván lo había defendido que lo hacía sentir especial, protegido, algo que nunca antes había experimentado. "Bueno, para mí lo fuiste. Fue como ver a alguien salir de una película de acción o algo así."

Iván se sonrojó levemente, rascándose la nuca con cierta incomodidad. "No sé si fue tan épico, pero... sí, supongo que fue intenso."

Rodrigo rió de nuevo, disfrutando del momento. El simple hecho de poder hablar de algo tan serio con humor lo hacía sentir mejor, más ligero. No todo tenía que ser tan oscuro y doloroso, y ese día con Iván era una prueba de ello.

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El ambiente entre ellos se había vuelto más relajado con el tiempo. Desde la conversación sobre sus orientaciones sexuales y gustos, había algo más entre ellos, una conexión que iba más allá de la amistad. Sin embargo, ninguno de los dos sentía la necesidad de apresurarse. Todo se estaba dando de manera natural, sin presiones.

Mientras seguían comiendo sus helados, Iván se inclinó un poco hacia Rodrigo. "¿Sabes? Me alegra que podamos hacer esto. Después de todo lo que ha pasado, creo que ambos necesitábamos un día como este."

Rodrigo lo miró, asintiendo. "Sí, lo necesitaba. Ya no quiero sentir que todo es una lucha constante."

Iván sonrió, satisfecho. "Y no tiene por qué serlo. A veces, solo necesitamos parar y disfrutar de cosas pequeñas... como un buen helado."

Rodrigo se rió ante ese comentario, pero sabía que Iván tenía razón. A su lado, se sentía más libre de ser él mismo, más capaz de encontrar la belleza en los pequeños momentos.

"Gracias, Iván," dijo Rodrigo en un tono más suave, dejando caer su mirada hacia su helado. "Gracias por estar aquí."

Iván lo miró por un momento, sintiendo una calidez en su pecho que ya no podía ignorar. Rodrigo le importaba de una manera que no podía describir con palabras. "No tienes que agradecerme nada. Estoy aquí porque quiero estar. Y no pienso irme a ningún lado."

Rodrigo sonrió, esta vez con un brillo en los ojos que hablaba de esperanza. Tal vez el futuro no sería fácil, pero sabía que con Iván a su lado, las cosas serían más llevaderas.

Y mientras el sol se escondía lentamente en el horizonte, ambos disfrutaron de los últimos momentos del día, comiendo helado, riendo y, por un breve instante, olvidando todo lo malo que habían vivido.

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𝘏𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 - 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖𝑣𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora