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Fracturas internas.

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Los días pasaban, y aunque Iván estaba a su lado, el peso del bullying seguía aplastando a Rodrigo. Era como un veneno lento que corría por sus venas, haciéndolo dudar de sí mismo en cada momento. Cada vez que creía que podría escapar de sus pensamientos, alguna burla o comentario malintencionado lo arrastraba de nuevo a la oscuridad.

Esa mañana, Rodrigo se miró al espejo más tiempo del habitual. Sus ojos estaban apagados, rodeados de círculos oscuros por las noches sin dormir. Las marcas en sus muñecas, dejadas por su propia ansiedad, eran un recordatorio de la lucha constante en la que estaba atrapado. Se pasó una mano por el cabello, intentando ordenarlo, pero no importaba cuánto lo intentara, sentía que no se veía bien. **Nunca era suficiente**.

Sabía que ese día sería especialmente difícil. Algunos rumores habían comenzado a circular en la escuela, alimentados por las fotos que sus compañeros le habían tomado en secreto. Fotografías que lo mostraban comiendo solo, mirando al suelo, siempre aislado. En los pasillos, las risas y los murmullos habían aumentado, y aunque Iván seguía a su lado, las palabras seguían siendo como cuchillos.

***

En la clase de educación física, Rodrigo intentaba pasar desapercibido como siempre. Nunca había sido bueno en los deportes, y eso solo lo hacía más vulnerable a las burlas. Mientras el profesor explicaba el ejercicio del día, un grupo de chicos empezó a murmurar entre ellos, lanzando miradas furtivas a Rodrigo.

"¿Crees que ese flacucho pueda siquiera levantar una pesa?" escuchó que uno de ellos susurraba con una risa.

Rodrigo trató de ignorarlo, pero las palabras se le clavaban en la piel como agujas. **¿Por qué siempre era el blanco? ¿Por qué no podía ser invisible?**

El ejercicio comenzó, y Rodrigo hizo lo mejor que pudo para seguir el ritmo de los demás, pero su cuerpo no respondía como quería. Sentía las piernas débiles, el estómago vacío y un mareo constante que lo hacía tambalearse. Había días en que apenas comía, y eso estaba empezando a pasar factura.

Intentó levantar una de las pesas pequeñas, pero sus manos temblaban. Al primer intento, la dejó caer al suelo con un ruido seco. Las risas no tardaron en surgir.

"¡Mira cómo tiembla! Apuesto a que ni puede con su propio peso."

Rodrigo sintió que su pecho se apretaba. El sudor le corría por la frente, pero no por el esfuerzo físico, sino por la vergüenza que lo consumía. Sabía que no podía hacerlo, pero odiaba que los demás lo vieran en ese estado. En ese momento, deseó poder desaparecer.

Justo cuando las cosas parecían no poder empeorar, sintió una mano firme en su hombro. Era Iván. Sin decir nada, Iván le sonrió y, en lugar de burlarse, se puso a su lado.

"Vamos, hagámoslo juntos," dijo en voz baja.

Rodrigo lo miró, sorprendido y agradecido al mismo tiempo. Iván lo ayudó a levantar las pesas, guiándolo con paciencia, ignorando las risas de los demás. Y aunque Rodrigo seguía sintiéndose pequeño y débil, había algo en la manera en que Iván lo apoyaba que lo hacía sentir, por un momento, un poco menos insignificante.

***

Cuando la clase terminó, Rodrigo salió del gimnasio lo más rápido que pudo. No quería quedarse para escuchar más comentarios ni soportar más miradas. Sin embargo, Iván lo siguió, como siempre lo hacía, manteniéndose cerca pero sin invadir su espacio.

"Gracias por lo de antes," murmuró Rodrigo mientras caminaban por el pasillo.

Iván se encogió de hombros. "No fue nada. Solo hago lo que me gustaría que hicieran por mí."

Rodrigo lo miró de reojo. Aún no entendía por qué Iván, alguien tan distinto a él, insistía en seguir estando a su lado. Aunque empezaba a apreciar su compañía, una parte de él seguía esperando el momento en que Iván se cansara, el momento en que se diera cuenta de que Rodrigo no valía la pena.

"¿Por qué sigues aquí, Iván? Yo no... yo no soy como tú. No soy fuerte, ni confiado. Soy... bueno, ya sabes lo que dicen de mí." Rodrigo bajó la mirada, sintiendo el peso de sus propias palabras.

Iván se detuvo y lo miró directamente a los ojos. "Rodrigo, ser fuerte no siempre significa ser el más confiado o el más habilidoso. A veces, ser fuerte significa seguir adelante, incluso cuando todo se pone en tu contra."

Rodrigo no sabía qué decir. Las palabras de Iván siempre lograban desarmarlo. Y aunque aún le costaba aceptar esa visión de sí mismo, en ese momento, algo dentro de él empezó a cambiar, como una pequeña grieta que dejaba entrar un rayo de luz.

"Quizás," murmuró Rodrigo, sin estar del todo convencido.

Iván le dio una palmada suave en la espalda. "Vamos, te invito a una soda. Tal vez te anime un poco."

Rodrigo asintió, aunque la tristeza seguía presente en su corazón. Sabía que el camino sería largo, que las heridas del bullying y sus propias inseguridades no desaparecerían de la noche a la mañana. Pero, por primera vez en mucho tiempo, tenía a alguien a su lado que parecía entender, alguien que no lo juzgaba por sus debilidades.

Y aunque no estaba listo para admitir lo que realmente sentía por Iván, sabía que su presencia era lo único que le daba fuerzas para seguir adelante.

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𝘏𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 - 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖𝑣𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora