El ambiente estaba cargado de una tensión palpable, como si el aire mismo estuviera pesando sobre nuestros hombros. Nadie sabía exactamente qué había ocurrido, y la confusión reinaba. Mi mente no dejaba de darle vueltas a lo que había pasado: ¿Por qué Ron me había pedido que me quedara? ¿Por qué había intentado atacar a Brit, su propia compañera? Cuanto más pensaba en ello, más me sentía atrapada en un laberinto de preguntas sin respuesta. No podía entender las razones detrás de su comportamiento, pero una cosa era segura: no podía permitir que nadie más corriera peligro. Brit ya estaba lo suficientemente destrozada como para añadir más carga sobre sus hombros, así que decidí guardar para mí el hecho de que Ron se había comunicado conmigo. Mi prioridad ahora era llegar a la mansión y convencer a las chicas de que teníamos que marcharnos cuanto antes. Si Ron había sido capaz de volverse contra su compañera, no podíamos quedarnos ni un día más allí.
Cuando llegué, subí corriendo a la habitación de Brit. Dafne ya estaba allí, tratando de consolarla. El ambiente en la habitación era pesado, lleno de miedo e incertidumbre. Apenas tuve tiempo de acercarme cuando Marco entró y nos pidió que le dejáramos hablar con Brit a solas. Mi instinto me gritaba que no debía dejarla sola con él, no después de lo que acababa de ocurrir, pero Brit me miró a los ojos y me aseguró que estaba bien, que necesitaba hablar con él. No tuve más opción que aceptar, aunque le dejé claro que, en el momento en que ella decidiera, nos iríamos de allí. Ella asintió con un gesto débil y, con el corazón en la garganta, salimos de la habitación, dejando a Dafne y a Marco a solas.
Dani se quedó vigilando cerca de la puerta, claramente preocupada por lo que pudiera suceder dentro de la habitación. Yo, en cambio, necesitaba un respiro, un momento para despejar mi mente, así que bajé con Dafne a la entrada de la mansión. Ella estaba visiblemente nerviosa, con la mirada perdida, como si tratara de procesar lo impensable. Saber que tu pareja destinada podría volverse en tu contra era algo que no se podía tomar a la ligera.
—¿Qué pasa si Brit decide irse? ¿Vendrás con nosotras? —le pregunté a Dafne mientras nos sentábamos en los escalones que daban a la entrada.
—Supongo que sí —respondió, su voz temblando ligeramente—. La verdad, Apolo aún me aterra, y si hay una mínima posibilidad de que intente hacerme daño, preferiría acabar con todo esto. —Dafne se cubrió el rostro con las manos, sumida en un silencio tenso. Estábamos en una situación delicada, y lo sabíamos.
Pasaron unos minutos antes de que Paloma y Adam llegaran. Al principio, se quedaron de pie en la base de los escalones, como si no supieran qué hacer o decir. Finalmente, Paloma subió unos pocos escalones y se sentó a mi lado, con Adam siguiéndola de cerca.
—¿Cómo está? —preguntó Paloma, su voz apenas un susurro.
—Está con Marco —respondí, sabiendo que mis palabras no traían consuelo. Paloma me miró como si hubiera hablado en otro idioma, pero no dijo nada más y, al final, solo asintió en silencio.
—¿Creen que decida irse? —su voz estaba apagada, llena de un temor que todos compartíamos. Sabíamos que, al ser destinados, si se separaban, podían morir de tristeza, pero al mismo tiempo, si el lobo perdía el control, estaban en un peligro mortal. Estábamos atrapados entre dos opciones terribles, y ninguna parecía tener una salida fácil.
Yo solo me encogí de hombros ante su pregunta y las tres suspiramos. El viento fresco de la tarde me ayudaba a despejar la mente, pero no lo suficiente. Sabía que no podíamos quedarnos allí ni un segundo más. Marco podía ser fuerte, pero no podía controlar a Ron... al menos, no por completo. Y si Ron había atacado a Brit una vez, ¿qué lo detendría de hacerlo de nuevo?
Mientras me perdía en mis pensamientos, el sonido de pasos suaves interrumpió la calma. Al levantar la vista, vi a Brit salir de la mansión. Tenía los ojos enrojecidos, pero en su rostro había una determinación que no le había visto antes.
—Me quedo —dijo de repente, su voz firme, aunque temblorosa.
Dani que venía tras ella y yo nos quedamos congeladas. La sorpresa nos desbordó.
—¿Brit...? —intenté decir algo, pero me faltaron las palabras.
—Sé que Ron no me acepta —confesó, con la mirada baja—. Pero si me voy ahora, nunca seré lo suficientemente fuerte. Necesito aprender... no lo hago por él, es por mi.
El silencio cayó pesado entre nosotras, pero una chispa de respeto brilló en los ojos de Dani. Había algo en Brit, algo que yo no había notado hasta ese momento: una fuerza oculta, una voluntad que, aunque tímida, ahora comenzaba a asomarse.
—No dejaré que me rompan —añadió Brit, alzando la vista hacia mí—. Ni siquiera Ron.
Sus palabras me hicieron sentir una mezcla de orgullo y preocupación. Quería apoyarla, pero al mismo tiempo sabía que esto solo complicaría las cosas. Especialmente si Ron seguía siendo una amenaza.
De repente, escuchamos la puerta abrirse de golpe detrás de ella. Marco apareció en el umbral, su rostro serio, tenso, como si acabara de pasar por una tormenta interna. No dijo una palabra, pero la mirada que compartió con Brit era suficiente para comprender que habían llegado a un acuerdo y conociendo a brit, no nos contaría nada de lo que se habló en esa habitación, hasta que ella estuviera lista, por lo que era mejor no preguntar.
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¿Luna en una manada?
Loup-garousofia, una joven humana de 23 años, recién graduada y con un trabajo estable, anhela algo más en su vida que las cuatro paredes de una oficina. Un encuentro fortuito en un restaurante junto a su prima la sumerge en un mundo nuevo: una familia que af...