Todo es oscuridad hasta que la habitación se aclara a medida que mis ojos se ajustaban a la luz.
Lo único que veo son estanterías repletas de libros, alineadas en las paredes de mármol, un ambiente de lujo que reconocí al instante.
La biblioteca de la mansión presidencial. El lugar donde me reuní tantas veces con Snow.
Un sudor frío recorrió mi espalda y mi respiración se aceleró, pude sentir el pánico subiendo en oleadas.
Finnick... Johanna.... Peeta....
¿Dónde estaban? ¿Estaban a salvo?
La angustia por no saber qué les había pasado me cortaba el aliento, pero antes de poder pensar en otra cosa la puerta se abrió lentamente con un chirrido que me erizó la piel.
Snow apareció tras la puerta, envuelto en un traje blanco con rosas en su solapa, rosas que desprendían un aroma embriagante que siempre había odiado. Cada vez que lo olía, sabía que la muerte no estaba lejos.
Pero hoy, la muerte era lo menos de lo que tenía que preocuparme.
-Helena -saludo con voz suave, como si estuviera saludando a una amiga y entonces caí en cuanta de que eso era para él- Qué triste me resulta tenerte aquí, de esta manera. Creía que éramos amigos.
Sentí un nudo formarse en mi garganta, pero luché por controlarme.
No le muestres miedo. No le muestres debilidad.
-Presidente Snow -murmuró con voz apenas firme- Yo... no sé qué ha pasado.
Snow sonrió, esa sonrisa vacía que nunca llegaba a sus ojos.
Se acercó a uno de los estantes, rozando un libro antiguo con sus dedos enguantados. La tensión en la habitación era palpable, cada segundo que pasaba sentía el peso de su presencia apastándome.
-No sabes qué ha pasado -repitió con frialdad- ¿Tú qué crees que ha pasado? ¿Un malentendido? ¿Un error? Me parece difícil de creer que simplemente te hayas visto arrastrada a esto, Helena. Eres demasiado astuta para eso.
Astuta. Una palabra que en otro momento me habría llenado de orgullo, pero que ahora era una sentencia. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja.
- No... no estoy con los rebeldes -traté de sonar convincente, aunque mi voz temblaba más de lo que me gustaría admitir- Mi lealtad siempre ha sido con el Capitolio, con el Distrito 2. No sé nada de lo que están planeando. No sé nada sobre el Distrito 13.
Snow se volvió hacia mí, sus ojos fríos brillando con un interés retorcido. Caminó lentamente hacia mi silla, sus pasos resonando en la biblioteca vacía y es cuando caigo en cuanta de que la he jodido.
- ¿El Distrito 13? -preguntó, sus labios esbozando una sonrisa peligrosa- Sabes, Helena, he escuchado esto antes. Promesas de ignorancia, juramentos de lealtad... Lo mismo que Sejanus Plinth me decía cuando pretendía ser leal. Y ya te conte cómo terminó él.
El nombre de Sejanus me provocó un escalofrío. Sabía lo que le había pasado, cómo había sido usado y destruido.
Cada palabra que Snow decía era una trampa, un juego de poder que no podía ganar. Debía mantener la calma. Debía salvarme para poder salvar a los demás.
Pero aunque siempre me sentía segura de mi misma y lo que hacia, justo ahora sentía que podría orinarme encima.
-No sé nada -repetí, esta vez más firme- No estaba involucrada en ningún plan rebelde los escuche mencionar al distrito 13 a Katniss, pero yo no me metia en los asuntos de los demás. Usted lo sabe.
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Fenix ~ Los Juegos del Hambre
FanfictionLos encuentros furtivos entre mis padres en las sombras del Capitolio dieron lugar a una relación secreta y de su unión prohibida nació una hija, cuyo linaje la situaba en una posición única, atrapada entre dos mundos en conflicto. Capitolio y Distr...