La joven se sentó en la cama de golpe, jadeando mientras alzaba su brazo y cerraba su mano en un puño, todavía recordando cómo trató de agarrarse al hombre desconocido. Un dolor profundo penetró su pecho mientras los recuerdos volvían a su cabeza, mezclándose con la confusión y la desesperación que sentía.
La noche anterior había sido un torbellino de emociones y eventos borrosos. Mely y Emma habían salido a bailar, buscando olvidar sus preocupaciones. La música vibrante y las luces brillantes del club habían ofrecido una distracción momentánea, y Mely se había dejado llevar, sintiendo una libertad que rara vez experimentaba. Aunque no había bebido mucho, el alcohol había tenido un efecto sorprendentemente fuerte en ella.
Recordaba vagamente cómo había comenzado a sentirse mareada y débil. Se apoyó en una mesa, tratando de recuperar el equilibrio, cuando un hombre se le acercó. Su sonrisa, inicialmente amable, se tornó en algo más siniestro a medida que avanzaba la noche. Mely sintió una mano firme en su brazo, tratando de llevarla hacia una esquina oscura del club. El miedo se apoderó de ella, pero su cuerpo no respondía como ella quería. Las palabras se enredaban en su mente, y sus movimientos eran torpes y lentos.
En medio de su desesperación, una figura apareció de la nada. La confrontación fue rápida, y el hombre que la sostenía fue empujado bruscamente hacia atrás. Mely, apenas consciente, alzó la vista y vio unos ojos dorados que la miraban con una mezcla de preocupación y determinación. Era como si los rayos del sol hubieran penetrado la oscuridad del club. Ella trató de aferrarse a él, sintiendo una conexión inexplicable, pero sus fuerzas la abandonaron y sus ojos se cerraron mientras caía en la inconsciencia.
Ahora, sentada en su cama, esos recuerdos la atormentaban. Era él, estaba segura. Pero, ¿por qué nunca se aparecía frente a ella? ¿Por qué siempre parecía estar justo fuera de su alcance? El dolor en su pecho se intensificó, y Mely sintió que las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos.
—¿Por qué? —susurró, mirando la palma de su mano como si aún pudiera sentir el calor de la suya.
La frustración y la tristeza la envolvieron. Se levantó de la cama y comenzó a pasear por la habitación, tratando de encontrar una respuesta. Los recuerdos fragmentados de su infancia y los sueños recurrentes de esos ojos dorados la habían llevado a este punto, pero todavía no entendía la conexión. ¿Era posible que este hombre fuera el mismo que aparecía en sus sueños? ¿O era solo una coincidencia cruel del destino?
Se dejó caer en una silla junto a la ventana y miró hacia afuera, contemplando la ciudad que se extendía más allá. El ruido del tráfico y las luces de la calle no lograban calmar su mente agitada. Las preguntas sin respuesta se acumulaban en su mente, y Mely sintió un impulso desesperado de encontrarlo, de obtener respuestas a las preguntas que la habían atormentado durante tanto tiempo.
—Tengo que encontrarlo —dijo en voz baja, como si decirlo en voz alta pudiera darle la fuerza necesaria.
Decidida, Mely se levantó y comenzó a planear su próximo movimiento. Sabía que no sería fácil, pero no podía seguir viviendo con esta incertidumbre. Tenía que descubrir quién era el hombre de los ojos dorados y por qué siempre aparecía en los momentos más cruciales de su vida. Tal vez entonces, finalmente, podría entender su propio pasado y el papel que él jugaba en él.
Mientras se preparaba para enfrentar lo desconocido, Mely sintió una chispa de esperanza. Quizás, solo quizás, estaba más cerca de la verdad de lo que había estado nunca.
Al salir de su apartamento, Mely recordó la conversación que había tenido con Lina Jones, una anciana que vivía en las afueras de la ciudad. Lina había insinuado conocer más sobre su pasado, mencionando fragmentos de información que resonaban con los recuerdos de Mely. Decidida, Mely tomó un taxi y se dirigió a la casa de Lina, esperando que la anciana pudiera arrojar más luz sobre el misterio de los ojos dorados.
El camino hacia la casa de Lina fue largo y serpenteante, llevándola a través de barrios antiguos y calles estrechas. Finalmente, el taxi se detuvo frente a una casa de aspecto antiguo, con un jardín descuidado y ventanas que parecían haber visto mejores días. Mely se bajó del taxi y se dirigió a la puerta principal, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación.
Golpeó la puerta suavemente, y tras unos momentos, Lina apareció, con su semblante sereno y ojos que parecían contener siglos de sabiduría.
—Sabía que volverías, querida —dijo Lina con una sonrisa amable—. Pasa, tenemos mucho de qué hablar.
Mely entró en la casa, que estaba llena de antigüedades y objetos curiosos, cada uno contando una historia propia. Se sentaron en el salón, y Lina le ofreció una taza de té antes de comenzar a hablar.
—Cuéntame, Mely, ¿qué has descubierto hasta ahora? —preguntó Lina, sus ojos penetrantes fijos en los de Mely.
Mely le relató los eventos recientes, incluyendo su experiencia en el club y el encuentro con el hombre de los ojos dorados. Lina escuchó atentamente, asintiendo de vez en cuando, como si estuviera juntando las piezas de un rompecabezas.
—Ese hombre, los ojos dorados... —murmuró Lina, pensativa—. Parece que el destino ha decidido revelarte su presencia. Pero para entender realmente quién es y cuál es su papel en tu vida, debemos profundizar en tu pasado.
Lina se levantó y se dirigió a una estantería llena de libros antiguos y pergaminos. Sacó un tomo polvoriento y lo abrió, mostrando páginas llenas de inscripciones y dibujos.
—Este libro ha sido pasado de generación en generación en mi familia —explicó Lina—. Contiene historias y secretos sobre el inframundo y los seres que lo habitan. Creo que aquí podríamos encontrar algunas respuestas.
Con cada página que pasaban, Mely sentía que estaba más cerca de desentrañar el misterio de su vida. Los dibujos y textos antiguos resonaban con algo profundo en su interior, como si fueran fragmentos de una historia olvidada que estaba destinada a recordar.
Finalmente, llegaron a una página que mostraba un dibujo de un hombre con ojos dorados, rodeado de un aura brillante. El texto describía a una figura poderosa, un protector de almas, que tenía la capacidad de atravesar el inframundo y el mundo de los vivos.
—Él es el Guardián —dijo Lina suavemente—. Un ser antiguo encargado de proteger a las almas que vagan entre ambos mundos. Si él ha aparecido en tu vida, debe haber una razón poderosa detrás de ello.
Mely sintió un escalofrío recorrer su espalda. El Guardián... ¿podría ser él la clave para entender su pasado y sus recuerdos? Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, pero aún había mucho que descubrir.
—¿Cómo puedo encontrarlo? —preguntó Mely, su voz llena de determinación.
Lina cerró el libro y la miró con seriedad.
—La respuesta está en el inframundo. Debes ir allí y enfrentarte a tu pasado. Solo entonces podrás encontrar al Guardián y descubrir la verdad sobre tu vida.
Mely asintió, sintiendo que su camino finalmente estaba claro. Se levantó, agradeciendo a Lina por su ayuda, y salió de la casa con un nuevo propósito. Sabía que el viaje al inframundo sería peligroso, pero estaba lista para enfrentar cualquier desafío con tal de encontrar las respuestas que tanto anhelaba.
Mientras caminaba hacia el horizonte, Mely no pudo evitar sentir una mezcla de miedo y esperanza. Sabía que estaba a punto de embarcarse en la aventura más grande de su vida, una que la llevaría a confrontar sus miedos más profundos y descubrir el verdadero significado de sus recuerdos y sueños.
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SHADOW
RomanceSin recuerdos de quién es ni de su verdadero origen, ha vagado por los años sabiendo que no pertenece a este mundo. Atrapada entre su naturaleza sobrenatural y el vacío de su memoria, solo una imagen la persigue: unos ojos dorados que la observan de...