El suave golpeteo de un corazón latía con una cadencia que hacía que Mely se sintiera extrañamente relajada, envuelta en una sensación de seguridad que solo ese hombre podía brindarle. Sabía que estaba cerca, tan cerca que el resto del mundo se desvanecía en el olvido. Su mente se aferraba a la única certeza que parecía real en ese momento: él. Su olor, esa mezcla única de calor y algo vagamente amaderado, envolvía cada rincón de la habitación. El peso de su cuerpo junto al de ella en la cama transmitía una cercanía que parecía casi irreal. Sus labios se curvaron suavemente antes de que sus párpados se alzaran, revelando la imagen que ansiaba ver.
Allí estaba, el hombre de piel clara que ocupaba tanto sus pensamientos como sus recuerdos. Sus ojos recorrieron lentamente su torso desnudo, apreciando la definición de sus músculos, la forma en que su piel brillaba bajo la suave luz matutina que entraba por las cortinas de aspecto victoriano. El rayo de sol acariciaba cada curva de su cuerpo, resaltando esa perfección casi irreal. Su envidia fue un pensamiento fugaz, un destello de admiración en silencio. Él había sido el objeto de amor de dos mujeres, y aunque ella lo poseía ahora, una parte de ella comprendía el motivo. Su piel, sin una imperfección visible, era como una obra de arte, una escultura hecha por manos divinas.
Suspiró suavemente, cuidando no perturbar la paz de la escena, y estiró una mano temblorosa para tocar su rostro. No quería despertarlo, no quería arruinar esa imagen perfecta. Pero la necesidad de sentirlo, de asegurarse de que era real, era demasiado fuerte. Sus dedos rozaron la línea de su mandíbula antes de retroceder. La luz del amanecer filtrada por las cortinas proyectaba sombras suaves sobre el cuerpo de él, acentuando la calma que llenaba la habitación.
Xiana, como ahora se hacía llamar, se obligó a levantarse. Sabía que no tenía tiempo para perderlo en la comodidad de la cama, por más tentador que fuera. Sus recuerdos aún estaban incompletos, fragmentados, y aunque algunos eran cálidos y reconfortantes, otros la inquietaban. No podía confiarse en que esos días de paz durarían para siempre. Miró al hombre dormido una última vez antes de deslizarse fuera de la cama, su piel aún recordando el calor de su cuerpo contra el suyo.
Con delicadeza, cubrió su desnudez con una bata de seda beige que parecía flotar al caminar. Descalza, se dirigió a su estudio, un pequeño rincón personal donde se refugiaba cuando las sombras de su pasado intentaban tomar forma. Allí, sobre una repisa de madera oscura, guardaba una pequeña caja que contenía un diario de tapa roja. Era un refugio y una advertencia al mismo tiempo, un lugar donde había estado escribiendo acertijos y mensajes encriptados, previendo que algo pudiera suceder. Cada día lo hacía, como si fuera una red de seguridad en caso de que las cosas se torcieran.
Suspiró mientras escribía nuevamente, sus pensamientos interrumpidos solo por la esperanza de que esos días de calma no fueran una ilusión demasiado frágil. Pero una parte de ella sabía que tal vez estaba pidiendo demasiado.
...
Los ojos grises de Mely se abrieron repentinamente, invadidos por un familiar fragmento de su pasado. El eco de un recuerdo lejano parecía haber cruzado la barrera del tiempo, y por un momento, no estaba segura de si seguía atrapada en él. Pero la realidad pronto la arrastró de vuelta. Volvió la cabeza lentamente hacia su lado, y allí estaba él de nuevo, tan cerca como en esos recuerdos que la perseguían. El hombre de sus recuerdos y el hombre de la realidad se entrelazaban de una manera inquietante, como si los hilos de sus vidas pasadas estuvieran volviendo a unirse en ese preciso momento.
Temblorosa, estiró su mano, esta vez con miedo. ¿Y si solo era una ilusión? ¿Y si al tocarlo se desvanecía como tantas veces en sus sueños?. Pero sus dedos hicieron contacto con su piel, cálida y real. El alivio la inundó cuando él, aún con los ojos cerrados, capturó su mano entre la suya, transmitiéndole una tranquilidad que sólo él podía darle.
ESTÁS LEYENDO
SHADOW
RomanceSin recuerdos de quién es ni de su verdadero origen, ha vagado por los años sabiendo que no pertenece a este mundo. Atrapada entre su naturaleza sobrenatural y el vacío de su memoria, solo una imagen la persigue: unos ojos dorados que la observan de...