La Promesa de la Luna

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Nunca fui planificada, pero mis padres dicen que fui el mejor regalo que pudieron recibir. Mi madre me cuenta que, cuando nací, nadie esperaba que llegara a iluminarles la vida como lo hice. Por eso me llamaron Sunny, su pequeño rayo de sol. A veces me pregunto si ellos sabían que iba a ser tan diferente.

Soy la menor de cuatro hermanos, y aunque mis padres, Eva y Alexander, son la pareja perfecta, mis tres hermanos siempre han sido una mezcla de sobreprotección y tortura. Zander, el Mayor, tiene 22 años, es el mas serio a la hora de trabajar pero conmigo es totalmente diferente. Luego está Aziel, 20 años, que parece más interesado en molestarme que en cualquier otra cosa. Y finalmente Marcos, 18 años, el más tranquilo, pero igual de celoso que los otros dos. Yo, con mis 16 años, sigo siendo su "princesa". Aunque, sinceramente, no me siento como tal.

Hoy es el día que he esperado toda mi vida: mi transformación. Finalmente conoceré a mi loba, o al menos eso espero. A diferencia de mis hermanos, que sintieron a sus lobos mucho antes de su primera transformación, yo no he sentido nada. Nunca. Pero eso no me preocupa... al menos no todavía.

Me levanto con una sonrisa, más emocionada que nunca. Después de una ducha rápida, me cepillo los dientes y me pongo mi vestido blanco favorito.

 Después de una ducha rápida, me cepillo los dientes y me pongo mi vestido blanco favorito

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-Mi niña, estás hermosa hoy -me dice mamá con una sonrisa radiante.

-Como siempre -añade papá, con su tono protector de siempre.

Me hacen reír, mientras mis hermanos no pierden la oportunidad de burlarse de mí hasta que mamá los regaña. La charla fluye con normalidad y poco después, tomo mi bolso para salir. Es costumbre en nuestra manada invitar solo a los que más quieres a tu primera transformación, y junto a mi familia, estará mi mejor amiga, Susana. A ella le falta un tornillo, pero es como una hermana.

-Nos vemos en un rato -le escribo un mensaje. 

Aziel va a llevarme a nuestro encuentro para pasar el día juntas antes de la gran noche.

Susana me responde casi de inmediato: Okiii, mi peque, nos vemos pronto.

Al verla, corre hacia mí y casi nos caemos por su torpeza. Le grito en broma:

-¡Susana! ¿Quieres que muera antes de conocer a mi loba?

Ella, como siempre, se ríe de mí.

-Deja de ser tan amargada, Sunny.

Tras un helado, donde Susana no para de burlarse de mi obsesión por las chucherías, vamos de compras. Entre risas y charlas sobre nuestro futuro como humanas en la gran ciudad, compro un sencillo vestido blanco con unas sandalias a juego para esta noche. Susana me abraza antes de despedirnos, deseándome suerte. Está igual de emocionada que yo.

El día pasa volando y, cuando menos lo espero, mamá entra en mi habitación.

-Mi sol, ya es hora. ¿Estás lista? -me dice, y le sonrío con nerviosismo.

Mamá siempre me ha explicado cómo funciona la primera transformación: dolerá al principio, pero luego todo fluirá. No debería preocuparme.

Nos adentramos en el bosque, hasta llegar al claro donde la luna brilla con todo su esplendor. Me coloco en el centro, rodeada por los ojos amorosos de mis seres mas queridos. Me quito el vestido, quedando solo en mi ropa interior, y espero. La luna está en su punto máximo... pero no siento nada.

Pasaron los minutos y la angustia empieza a envolverme. ¿Por qué no siento nada de lo que me explicaron? Miro las caras de mi familia, y aunque tratan de disimular, puedo ver el miedo en sus ojos. Esto no es normal.

El pánico se apodera de mí cuando los minutos pasan y no ocurre nada. Salgo corriendo, con lágrimas deslizándose por mi rostro, escucho a Susana llamarme, pero la ignoro. No quiero que nadie me siga. No quiero que vean cómo me hundo en la amarga realidad de lo que soy: Una Incompleta, no tengo loba.

Lunas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora