El juego

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Narrado por Zander

Han pasado dos días desde que Sunny fue llevado a la clínica, y cada hora que pasa sin una señal de mejora me quema por dentro. Mi madre y Susana no se han movido de su lado, girándose para cuidarla y asegurarse de que los doctores hagan todo lo posible. Yo, por otro lado, he tenido que encargarme de resolver los problemas que ha dejado este ataque.

El pícaro que capturamos no sabía mucho. Nunca vio a la persona que los contrató; Solo conocía a Mike, el encargado de liderar el ataque, pero lo que sabía es que fue una mujer a quien les ofreció una jugosa recompensa. Si lograban poner a Sunny fuera de juego, recibirían aún más. Pero eso no era todo. Pude leer entre líneas que había más personas involucradas; esto no era solo obra de unos lobos perdidos. Algo más grande se está moviendo en las sombras, pero por ahora, tenemos a una clara culpable: Claudia.

Claudia siempre mostró una antipatía inexplicable hacia Sunny, pero todos pensábamos que eran cosas de adolescentes. Ahora sé que puede haber algo más oscuro detrás de ese odio, algo que no puedo entender del todo. Y también sé que no está actuando sola. Alguien la está manipulando, pero ¿cómo es eso posible?

Nuestro territorio es prácticamente una ciudad autosuficiente: tenemos escuelas, supermercados, incluso un cine. No hay razón para que alguien entre o salga sin que lo sepamos. Sin embargo, lo lograron. Y ahora, mi hermana está pagando el precio.

Esto no quedará así. Claudia y toda su familia pagarán por esto, y si están involucrados, sufrirán las consecuencias. Me reuní con mi beta, Dylan, para trazar un plan.

Dylan y yo nos encontramos en mi oficina, en medio del caos que ha desatado este ataque. Mientras nos sentamos, puedo ver la preocupación en sus ojos. No es sólo preocupación por Sunny, sino por lo que vendrá. Claudia y su familia han cruzado una línea que no puedo dejar pasar.

—Tenemos que actuar rápido, Zander —me dice Dylan, su voz firme pero contenida—. No podemos permitir que digan impunes, no después de lo que le hicieron a Sunny. Si Claudia está involucrada, sus padres deben saber algo.

Asiento, aunque la rabia que siento no me permite pensar con claridad.

—Lo sé —respondo—. Los Colleman no pueden irse de rositas. Si ellos han sido cómplices, también pagarán el precio. Pero no podemos actuar sin cuidado, Dylan. Si lanzamos un ataque sin pruebas sólidas, la manada podría vernos como tiranos.

Dylan frunció el ceño, pero asiente. Sabe que tengo razón.

—Primero los interrogamos —propone—. Entramos a su casa, los capturamos y los obligamos a hablar. Si Claudia está detrás de esto, tarde o temprano caerá. Y si descubrimos que hay más detrás... bueno, ya sabremos qué hacer.

Mis ojos se entrecierran. Este plan tiene sentido, pero no es suficiente para calmar la furia que arde en mí.

—No quiero que nadie más se interponga —le advierto—. Vamos a hacer esto discretamente. Solo nosotros, los más cercanos. No quiero que la manada se involucre todavía, no hasta que tengamos a todos los responsables.

Dylan asiente, sabiendo que no me echaré atrás.

—Esta tarde lo haces —digo, poniéndome de pie—. Vas a la casa de los Colleman, capturas a sus padres y los traes aquí. los Interrogaras a cada uno personalmente. Claudia también caerá, tarde o temprano. Si no está con ellos, ya me encargaré de encontrarla. Nadie puede escapar de esto.

Nos miramos en silencio por unos segundos, sabiendo lo que está en juego. No solo la vida de Sunny, sino el equilibrio de poder en la manada. Y más importante aún, la justicia.

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