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Apenas entró a la casa pudo sentirlo, el olor a madera pulida y el resplandeciente brillo que está ejercía. Era extraño volver después de mucho tiempo, aún más con la ausencia de sus padres.
La casa seguía exactamente igual a como la recordaba. Habian cuadros con fotos colgados simétricamente en la pared, aunque habían algunas que habían sido cambiadas y ella lo sabía muy bien. Esas eran las fotos de sus padres.
- Esperenme aquí, ahora vuelvo -la voz de Kento resonó en la silenciosa casa, luego le siguieron sus pisadas alejándose en dirección a la oficina de Shotaro.
Kisume suspiro levemente y su tía le acaricio su hombro con dulzura.
- Tranquila cariño, las cosas cambiaron mucho desde que se fueron -dijo la rubia mirándola con una sonrisa.
Kisume la miró por unos segundos pensando en si realmente era bueno que las cosas hayan cambiado, después le devolvió la sonrisa no tan convencida, pero quería aparentarlo. Era extraño estar allí de nuevo y con personas extrañas para su familia, aunque bueno, si se ponía a pensarlo, ella también era una completa extraña para ellos.
Después de unos minutos la puerta principal de la casa se abrió, de ella entró un chico pelinegro alto de ojos celestes como el cielo. Sus ojos viajaron de uno en uno hasta llegar a su objetivo.
- Dan! -Kisume se acercó rápidamente al azabache y le dio un abrazo fuerte que inmediatamente fue correspondido por él.
La diferencia de altura era tan notoria que incluso su primo tuvo que erguirse un poco para quedarse a su altura.
- Paso mucho tiempo, pulga. Sigues igual de enana que la última vez que nos vimos. -se separó y luego recibió un suave golpe en su pecho de parte de la azabache.
- Ni llego y ya estas molestandome, siempre lo mismo contigo, roba focos -se quejo alejándose de él.
- ¿Qué es esa forma de recibir a tu única prima? Tienes que ser más caballeroso Dan -reprochó su madre acercandose y dándole un golpe en la cabeza.
Mientras tanto el resto del equipo miraba la escena divertidos. Kisume se veía más contenta ahora que se reencontraba con su familia, así que al fin y al cabo no había sido tan malo viajar hasta allí.
- Espera ¿Como que roba focos? -dejó de prestarle atención al regaño de su madre para voltearse hacia la azabache con una mirada incrédula.
- Roba focos o traga nubes, es lo mismo ¿que culpa tengo yo de que seas tan alto? Y eso que solo me llevas un año... -se cruzo de brazos mirándolo indignada.
