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- ¿No vas a contarme todo lo que hicieron en tu aldea natal? -preguntó Choji, como siempre, comiendo frituras mientras ambos estaban en la habitación de Kisume.
Ella, por otro lado, estaba afilando sus kunai.
No había mencionado palabra alguna más que:
- Fue un mes productivo, no hay mucho que contar.
— siempre dices lo mismo, no entiendo por qué no me cuentas lo que pasó allí —el Akimichi reprochó haciendo un puchero con sus labios.
— No fue tan importante, de todos modos, aprendí mucho sobre el manejo del kunai ¿te enseño? —mostró su arma señalandolo con esta.
— esta bien, vamos al patio
...
Kisume levanto sus manos por encima de su cabeza, entre los dedos de cada una, tenía tres kunais.
Respiro profundo y cerró sus ojos concentrándose.
Al rededor de ella tenía seis blancos y su objetivo era darle en el blanco a todos con los ojos cerrados. Había practicado mucho en ese exhaustivo mes de entrenamiento, asi que estaba segura de que le iba a dar a cada uno, pero por si acaso, Choji veía todo desde la distancia.
Además de eso, le habian enseñado a manipular las armas también con su hekken genkai. Era una técnica que necesitaba reformas, pero podía manejarla a la perfección.
Debía admitir que entrenar con su abuelo había brindado sus frutos. Ahora era mucho más ágil que antes y tenía mejor estado físico.
Había sido una completa tortura y sus compañeros lo sabían muy bien, debían estar tan cansados como ella, incluso más.
Inesperadamente para el Akimichi, Kisume lanzó los kunais a una gran velocidad.
— Yūgō —susurro para si misma
Choji llevó una gran sorpresa cuando notó por un milisegundo que los kunais se deshacían como agua separándose en pequeñas gotas
— Gyōko—al tocar el blanco, las gotas se solidificación en pequeñas cuchillas, o mas bien, en pequeños trozos de kunai.
La velocidad con la que lanzó cada uno de los Kunais, había sido sorprendente, además de que la precisión había sido excelente, pues cada cuchilla estaba perfectamente acomodada en el centro de los blancos.
Kisume abrió los ojos y sonrío de lado orgullosa de haber acertado cada tiro.
— eso fue sorprendente — admiro Choji llegando junto a ella.
— es el resultado de mucha práctica, por eso mismo te digo que fue un entrenamiento productivo.
— Ajá, pero bueno ¿como hiciste eso? —ignoró su sermon y le tomo la mano a Kisume, notando como se había sacado los guantes y las vendas de estas.
