Capítulo 32.

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Días después..

—¿Follaron? —me pregunta con malicia.

Llevo mis dedos a mi cienes masajeandolo suavemente, ya es la quinta vez que Joshua repite la misma pregunta y a mi solo me queda guardar silencio y soltar todo el aire de mis pulmones por afán de que desaparezca ese sentimiento de culpa por lo que hice.

Cuando desperté por la mañana de ese día, ni siquiera había rastro del chico que me robo mi primer beso.

Ja.

Y lo peor de todo que me lo robo la persona que jamás creí que tuviéramos algún contacto más que agarrarnos las manos.

El único problema y más importante es que después de eso nunca volví a verlo, desapareció..

—¡Anderson, joder habla!

Frunzo el ceño con molestia.

Su resonancia y el dolor de cabeza me esta arruinando por completo y Joshua me lo recalca con sus gritos.

—Sólo fue un beso.

—¿Y los detalles? —sus manos se vuelven inquietas sobre mi cabeza.

Estoy resposando sobre sus piernas, mientras intento distraerme con un libro, pero eso no funciona con el revoloteando mi cabello y haciéndome recuerdos sobre lo que pasó esa noche.

—No los hay.

¡Mentira, lo recuerdas todo tonta!

—Entonces estaré muy feliz en ir a preguntárselo al vecino.

Dicho esto se levanta rápidamente del sillón, dejándome tirada sobre una almohada me echa una mirada maliciosa y comienza a caminar en dirección de la puerta principal.

¿El vecino?

—¿De qué vecino hablas?

—¡Que! —se lleva una mano a la boca sorprendido y sonriente. —¡Estas enamorada!

¿Enamorada?

Una carcajada brota de mis labios por la estupides que acaba de decir.

—¿Eres idiota? —me acomodó en el sillón para verlo mejor. —¿Porqué lo estaría?

—¡Porqué estas en las nubes! —dice él acercándose. —¿No te acuerdas de los besos del vecino?

—No..

Entonces los recuerdos anteriores, dónde Jake me había tomado por sorpresa contándome que estaría viviendo a unos pocos metros de nosotros causaron ecos en mi mente, borrando la sonrisa que traía.

Volví a tumbarme sobre el sillón, hundiendo mi rostro en las almohadas.

—¡Anderson, responde!

Sus pasos se acercan nuevamente, colocando sus manos sobre mis hombros y ni siquiera me atrevo a levantar la mirada.

—¡Sólo fue un maldito beso, deja de molestarme!

—¿Te gusta tanto, para que estés así?

¿Qué?

Porque..  ¿porque mi corazón se acelera con eso?

—¿Vas huír, si es así? —continúa.

No.

El que terminó huyendo esa mañana fue él.

—¿Y qué si me gusta? 

Amor Por Casualidad©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora