Capítulo 10.

15.6K 754 38
                                    

Camina hacia dónde me encuentro sin apartar la mirada de mis ojos. Trae la misma ropa que llevaba puesta en el campus, dándome a entender qué ni siquiera se a duchado, hasta su misma camisa de sudor lo demuestra. Y saca a la vista sus duros pectorales.

Maldita sea.

—Me subirás a las nubes si sigues mirándome así,  Anderson.

Parpadeó perpleja volviendo mi atención a su rostro.

—¿Qué.?

—¿Te gusta lo qué vez? —su tono a coqueteó me hace temblorosa.

—No. ¿Por qué estás aquí?

—Sólo estába de paso. —su voz se suaviso. —Estaba a unas cuadras de aquí y pensé en..

—¿En qué?

—¿Nos volveriamos a ver lo recuerdas?

Frunci el ceño.

—Ese "nos volveriamos", no significaba que vinieras hasta mi piso.

—¿Qué tiene de malo?

—Contigo no se puede esperar nada bueno, ¿que es lo que quieres?

Su cara palidece y empieza a quedar inquieto. Sabía qué su presencia aquí no sería por algo simple.

—Necesito otro favor.

Con solo oír eso, mis pies se mueven por sí solos, di media vuelta para volver. No sentí su presencia detrás de si, así que supuse que lo había entendido. El ascensor fue mi alivio cuando abrió sus puertas, espere que la gente saliera y una vez dentro algo me detiene a subir.

Una mano detiene las puertas a cerrarse. Y Lewis a vuelto a pararse frente a mi, para asi las puertas se cierran detrás de su espalda.

—¡¿Estás demente?! —grité.

Intenta responder pero su respiración esta muy acelerada a lo que solo se le escucha como un balbuceó.

—Anderson, primero escúchame ¿si?

Es lo único que dice mientras se posa a descansar a un costado.

—Primero, no me gusta que me llames así. —respiré hondo. —Segundo, no pienso volver a tener nada contigo.

—¿Por qué..?

—¿Por qué? —bufé. —Porque desde el primer día que nos cruzamos me has causado problemas.

—¿Entonces porqué aceptaste ir esa noche? —contrataca a mis palabras.

—Yo.. no lo sé, ni siquiera entiendo porque termine aceptando. —en realidad si lo sabía. —Pero fue un error, porque creí que así me dejarías en paz.

Traga saliva, y luego se remueve para caminar frente a mi.

—¿Sabes lo que pensé, cuándo aceptaste?

Negué rápidamente.

—Que.. de algún modo me comprendías. —su mandíbula se tensa. —Sea lo que sea que allás pensado ese día, por favor.. vuelve hacerlo.

Esta vez ya no suena como un arrogante. Es una súplica lo que encuentro cuando miro sus ojos cafés.

—¿Dime que ganó yo, en ayudarte con todo esto?

—No lo sé, así como tampoco se a quien más recurrir.

Y una tensión desconocida se entromete sobre nuestro alrededor cuando quedamos en un silencio.

—Me meterás en más problemas si sigues buscándome.

Me inquiete cuando lo negó enseguida.

—No lo haré, nadie más que nosotros lo sabrá.

Amor Por Casualidad©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora