Capítulo 05.

16K 861 81
                                    


Tenía un pequeño debate contra lo que acabó de decidir, sin sobre pensarlo.
Solo tendría que dar la vuelta y volver a subir esos escalones y decirle que si.

Que si aceptaba esa propuesta, solo una cena.

Solamente una noche.

Tal vez me conmovió su historia, ¿por qué querrían casarlo con una desconocida?. Deben estar muy desesperados por casar a su hijo, que no prestan atención a lo errónea que será su vida en adelante.

Venga ya. ¡porque pienso tanto en esto!

Di vuelta, para volver  encontrarme con el chico de ojos cafés. Pero no tenia pensado que no hacía falta subir artos escalones.

Él se encuentra caminando con la cabis baja, en las escaleras, sin dirigir ni una mirada, como si tuviera una pelea con si mismo.

Dirigí mis pasos a su dirección,  esperando paciente a que quede frente a mi.

Y cuándo finalmente lo hizo, sus ojos que me habían dejado sin aliento en otras ocasiones, me hacían apartar la mirada, al usual de ahora que me queda viéndo. No puedo apartar los míos, esta vez, no.

—Acepto. —hablé rápidamente, antes que se marchará por mi comportamiento de antes.

Sus labios temblaron, y sus ojos tenían un brillo de desconcierto.

—¿Aceptas ir esta noche? —balbucea.

—Asi es.

—¿De verdad?

—Sólo está noche, Jake.

Y una sonrisa, preciosa, se adueñó de sus labios.

—¿Va enserió? —vuelve a preguntar, como si no sé fiara de mis palabras.

—Sólo dime donde se llevará acabó esa cena, para estar lista.

Su cuerpo enteró que antes estaba tensó, se soltó por completo. Como si se hubiera sacado una enorme carga.

—Te lo diré todo, pero no aquí. 

Me toma por sorpresa cuándo de la nada toma mi mano y me lleva con él.

Mis pasos son torpes e intento estar a su ritmo pero me es imposible. Y como si eso me diera ventaja de mirar, mis ojos ya no me pertenecen, viajan a su espalda, a cada maldito músculo, y luego se dirigen a su enorme y ancho brazo. Joder, podría cargarme como un maldito costal si así él lo quisiera.

—¡¿Oye, estas bien?! —su voz me saca del transe.

—Si..

—Tú.. rostro esta muy rojo, ¿de verdad estás bien?

Por intuición llevó las manos a mi rostro, y las siento arder. Mierda.

—Tal vez es el frío. —mentí, avergonzada.

No debí haber mirado.

—Entonces subamos al coche, lo último que quiero es que te enfermes.

No me había dado cuenta que estábamos frente a su coche, si no es por lo dicho.

—Sube. —me incita, al abrir la puerta.

Mis piernas se transforman como gelatinas. Venga, que demonios me pasa hoy.

¿Desde cuándo un chico me causa esto?

Subí sin mirarlo, y cuándo sentí su presencia a mi lado, no pude aguantar mi intriga de mirar sus manos al volante.

Tragué saliva, al notar cada una de sus venas. Me estaba condenando a mi misma.

Veo sus labios moverse, pero me distraigo completamente.

Amor Por Casualidad©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora