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T/N BELTRÁN.

Llegamos hasta un lujoso comedor privado del hotel, solo hay una mesa, con copas de cristal, cubertería de plata y con un adorno de rosas rojas, sencillo pero bonito.

El camarero retira la silla, y me siento.

- Gracias - de repente me siento tímida.

- Tráiganos una botella de Sancerre - ordena Cesar, y se sienta enfrente de mí.

- Sí, señor - el camarero se retira.

- He ordenado el menú con anterioridad, espero que no te moleste - me dice.

- No, está bien - le contesto y le sonrío.

- Estás nerviosa, ¿Eh? - susurra - Yo también - ¿Por qué está nervioso él?

- No vas a insistir con que sea tu sumisa, ¿Verdad?

- Ya te he dicho que no...confía en mí, por favor.

- Ok...entonces, ¿Me dirás eso que tienes que decirme? - debo admitir que estoy ansiosa.

- Todo a su debido tiempo, vamos a disfrutar de la cena. ¿No te parece?

- Por mí está bien - ¿Qué querrá de mí?

El camarero regresa con una botella de Sancerre, y lo vierte en ambas copas, para luego dejar la botella en la mesa.

- Puede servir el primer plato - le dice Cesar.

- Sí, señor - se retira nuevamente, me pregunto si solo dice "Sí, señor"

- No te muerdas el labio, por favor - me dice Cesar.

- Disculpa...no era consciente que estaba mordiéndolo.

- Ya sabes el efecto que ese gesto tuyo provoca en mí - susurra con tono seductor provocando que me sonroje.

Le doy un sorbo a mi copa. Está buenísimo. A Cesar Parra se le dan bien los vinos.

- Este vino está delicioso...sabes mucho de vinos - le digo con un deje de admiración.

- No, T/n. Solo sé lo que me gusta, eso no me hace un experto - responde con fingida modestia.

- Qué modesto, señor Parra - murmuro con sarcasmo.

- Lo que me gustaría hacerle tu lengua viperina - casi escupo el vino ¡¿Cómo se le ocurre decirme algo así?! - Aunque ya sé lo que esa lengua hace - dios...siento mis mejillas arder de vergüenza. ¿Cómo tan descarado?

Cesar, suelta una risa al ver que estoy avergonzada.

- No te burles de mí...por favor - le pido.

- Tranquila...de momento no voy a hacerte nada, pero reconozco que esa mamada fue de puta madre - y ahí está su tiro de gracia, para hacer sentir más avergonzada aún.

Por suerte el camarero no aparece ¡Pero aun así ¿Cómo se le ocurre hablar tantas barbaridades?! ¿Qué no ve lo incómodo que es? ¡¿Acaso no tiene vergüenza?! Debo estar más roja que un tomate.

- Cállate...por favor - le suplico y cubro mi rostro con mis manos.

- No te avergüence de nuestra sexualidad, T/n - me dice con tono serio - Eres una mujer adulta, no me hagas sentir que estás arrepentida de lo que hemos hecho.

- No es eso...solo que me gustaría mantener en privado lo que tú y yo hemos hecho en cuatro paredes - le digo avergonzada.

- Ok...pero aquí no hay nadie - mira hacia la puerta.

- Pero bien, pudo entrar el camarero y escucharte - lo reprendo.

- Pero no entró - sonríe y ambos nos relajamos.

Tres minutos después entra el camarero con el primer plato que consiste en ostras sobre hielo. Lo deja en la mesa y se retira.

- Espero que te gusten las ostras, T/n - me dice Cesar en tono amable.

- Nunca las he probado - le respondo.

- ¿Enserio? - pregunta sorprendido.

Él coge una ostra, con una mano y con la otra toma un trozo de limón y lo exprime para que el jugo del limonero caiga sobre la ostra.

- Lo único que tienes que hacer es metértelas en la boca y tragártelas. Creo que lo conseguirás - Oh dios, él juega sucio. Me pongo roja como un tomate.

Él me sonríe y se la mete la ostra en la boca.

- Mmm, riquísima. Sabe a mar - me dice sonriendo - Vamos - me anima.

- ¿No tengo que masticarla? - pregunto avergonzada.

- No, T/n. No se mastican - sus ojos brillan divertidos.

Yo también puedo jugar este juego, Parra. Lo imito, tomo una otra y le exprimo el zumo de limón, y me la meto en la boca. Se desliza por mi garganta, sabe a sal, la fuerte acidez del limón y su textura carnosa...no es desagradable su sabor, pero tampoco sería mi platillo favorito. Me chupo los labios. Cesar me mira fijamente, con los ojos oscuros y las pupilas dilatadas, traga saliva. ¡Ja! También sé jugar, señor Parra.

- ¿Y te gustó? - sé que no se refiere a la ostra, pero le seguiré el juego.

- Por supuesto...lo mejor es el sabor, la textura - muerdo mi labio - Me encanta.

Cesar, respira con dificultad. Yo tomo otra ostra y lo cómo.

- ¿Has pedido ostras con algún propósito, señor Parra? - él se remueve incómodo en la silla.

- No, eran parte del menú - contesta.

Seguimos comiendo ostras, debo reconocer que estoy muy acalorada, y mi intimidad está húmeda.

El camarero se acerca a la puerta, y Cesar asiente ligeramente para indicarle que puede retirar los platos. Él se acerca y retira los platos.

- ¿Más vino?

- Por favor - Cesar, vierte el vino en mi copa.

- Quiero hacer el brindis - susurra.

- ¿Cuál sería el motivo del brindis?

- Por el placer de conocerte, T/n Beltrán - alza su copa.

- Salud - digo.

El camarero vuelve entrar con el segundo plato que consiste en; bacalao, espárragos y puré de patatas con salsa holandesa.

- Debo admitir que nunca he comido bacalao - susurro, mientras observo como el camarero se va.

- Este día has probado cosas nuevas, algunas te han gustado más que otra - me dice Cesar, con tono seductor...mi vientre se contrae deliciosamente.

- Por supuesto - respondo.

Toda la cena ha consistido en insinuaciones y seducción, estoy prácticamente goteando, pero él no me ha dicho el motivo de esta cena.

- T/n - dice ¿Nervioso? - Debo decirte algo...o más bien hacerte una proposición.

- Dime - solo espero que no salga con la estupidez de la sumisa.

- No es fácil, y no sé si vas a aceptar o no.

- Solo dilo - le respondo.

- T/n Beltrán... - respira hondo - ¿Quieres casarte conmigo?

Ella es para mí.👫🏻🫶🏻♥️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora