Uno de los tantos comentarios entre los defensores de Cristofer era que los retratos, fotografías y dibujos que ofrecía la corona sobre él daban un aspecto grotesco con la finalidad de causar desagrado en la ciudadanía, caracterizada por una superficialidad insultante. Nunca había visto una representación halagadora de Cristofer. Y, si bien en los recuerdos de mis escasas interacciones con él no lucía tan mal, sí que empezaba a cuestionar esos argumentos de sus defensores.
Para empezar, cuando lo conocía no tenía ninguna quemadura. El cazador de bruma estaba recostado sobre una camilla, las piernas y los brazos muy extendidos sujetos a grilletes. Tomando en cuenta que ese sitio nos adelantaba por millones de años, resultaba un método un poco primitivo para mantener prisionero a alguien.
En cuanto nos vio llegar escoltados por el guardia, levantó la cabeza tanto como pudo. A su lado, una mujer rubia con gafas de tamaño considerable también volvió su rostro hacia nosotros. Aquella habitación estaba repleta de tanques de agua. En el más cercano, un escorpión de dos metros descansaba sobre una superficie rocosa. Me eché hacia atrás tanto como pude. El guardia que nos escoltaba no dio señales de fijarse en el gesto.
⸺Mónica, te traigo a estos dos.
Ella frunció el ceño.
⸺Pensé que iban a esperar hasta estar seguros de considerarlos peligrosos.
⸺Más que peligrosos diría que son tontos, pero créeme que entenderás por qué te los traigo.
⸺¿Vleick? ⸺dijo Cristofer.
Era agradable que se acordara de mí. Él, una persona tan famosa dentro de mi mundo, tenía guardado en su mente el recuerdo de un muchacho insignificante. Claro que después me haría conocido por mis luchas fallidas contra Raised, pero Cristofer y yo nos encontramos mucho antes de que eso sucediera.
⸺Pues... sí, soy yo ⸺dije.
⸺¿Ustedes se conocen? ⸺dijo Mónica.
Me ruboricé ligeramente. Cristofer se limitó a sonreír. No pude evitar estremecerme al ver cómo la piel negruzca se estiraba. Resultaba un tanto... antinatural. Sí, esa era la palabra. Lo normal habría sido que toda esa parte de su rostro no se moviera en lo absoluto. El parche en el ojo debería servirle como recordatorio de que hacía tiempo que no tenía ninguna función. Verla moverse, ayudando a Cristofer a gesticular, era como un muerto levantándose de su tumba en medio de un funeral.
⸺Digamos que sí ⸺dijo Cristofer⸺, aunque yo diría que conocer es una palabra demasiado apresurada. Es más acertado decir que reconocería su rostro entre una multitud.
El guardia nos obligó a caminar tras darme un leve empujón con el cañón de su arma. El ceño de Mónica era el más fruncido que hubiese tenido la oportunidad de ver, y eso que conocía el de Marta.
⸺La cuestión aquí es simple. ⸺Sin permitir ningún atisbo de inseguridad, Mónica apoyó la espalda en el filo de una mesa con toda la calma del mundo. Sus dedos, de un blanco que recordaba al marfil, tamborilearon sobre el metal⸺. Nos explican quiénes son o se lo sacamos a la fuerza. Incluso si escaparan, tenemos suficientes contactos para convertirlos en fugitivos muy buscados. Y créanme cuando les digo que los encontrarían.
Cristofer la interrumpió con una tos innecesariamente fuerte.
⸺Disculpe, señorita, pero yo ya soy un fugitivo.
Mónica se volvió hacia él.
⸺¿En serio? No me habías contado de eso antes, Cristofer.
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Metaficción II: Destructor de mundos
FantasyHan pasado seis meses desde la amarga derrota de Raised. Pese a haber vencido, los recuerdos de tantas vidas perdidas atormentan a un Ricardo que no cree haber ganado en realidad. Lejos de Daniela y sin noticias de Vleick, un inesperado reencuentro...