"Tu eres mía...eres mi hija, no me ves como un monstruo, ni como un simple dios de las mentiras, del engaño...eres lo único que tengo en esta vida y lo único que me pertenece, algo que jamás voy a tener que compartir, mi princesa, mi hija,mi vida...
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La luz dorada del sol bañaba el gran salón de Asgard, donde la ceremonia de coronación de Freya se llevaba a cabo. Habían pasado años desde que había asumido sus responsabilidades como hija de Loki y miembro de los Vengadores, pero ese día era especial. La joven, ahora con 19 años, estaba siendo nombrada oficialmente como la diosa y princesa de la realidad.
Freya había demostrado ser una maestra en el manejo de la magia, especialmente en lo que respectaba a la alteración de la realidad. Su capacidad para manipular dimensiones, realidades alternas, y restaurar el tejido del universo la había convertido en la heredera perfecta de este título. Después de la caída de Wanda y la restauración del equilibrio, Freya había sido vista como la única capaz de proteger el multiverso de cualquier amenaza futura. Nadie más tenía el poder para sostener ese equilibrio de manera tan precisa y con tal responsabilidad.
Todos los presentes, incluidos los dioses de Asgard, los Vengadores, y seres de distintos rincones del multiverso, observaban con admiración cómo Freya, con una corona adornada por símbolos antiguos, ascendía al trono. Con cada paso, el orgullo de su padre, Loki, crecía, aunque también lo hacía su preocupación por la enorme carga que su hija llevaría de ahora en adelante.
Al llegar al altar, Freya levantó la mano para recibir el cetro ceremonial, símbolo de su poder como diosa de la realidad. Pero, justo cuando los sacerdotes asgardianos pronunciaban las palabras finales, un mareo la golpeó con fuerza. Todo a su alrededor comenzó a desvanecerse, y antes de que pudiera reaccionar, su cuerpo cedió y se desplomó al suelo.
El silencio en la sala fue instantáneo. Loki corrió hacia su hija, seguido de cerca por Thor, Tony y Peter. Las curanderas de Asgard llegaron rápidamente, llevándola con cuidado a una sala privada para examinarla.
La tensión en el aire era palpable mientras todos esperaban noticias sobre el estado de Freya. Peter estaba visiblemente nervioso, incapaz de mantenerse quieto. Sabía que algo no estaba bien, pero no tenía idea de qué podría ser.
Finalmente, una de las curanderas salió con una expresión solemne, aunque con un brillo en los ojos que sorprendió a algunos.
—La princesa Freya está bien —anunció—. Sin embargo, hay algo más que deben saber. La causa de su desmayo no fue la fatiga o el estrés. La princesa está embarazada.
El anuncio cayó como una bomba en la sala. Loki, que había estado caminando de un lado a otro impaciente, se quedó congelado en su lugar. Sus ojos buscaron a Peter, quien estaba al borde del pánico. Al darse cuenta de lo que implicaba la noticia, Loki entrecerró los ojos, su expresión oscureciéndose con una furia palpable.
—¡¿Peter?! —rugió, avanzando hacia él con una mirada que prometía violencia.
Peter, que ya estaba paralizado por el miedo, retrocedió instintivamente. Pero antes de que Loki pudiera acercarse demasiado, Tony y Thor lo interceptaron, poniéndose entre él y el joven.
