"Tu eres mía...eres mi hija, no me ves como un monstruo, ni como un simple dios de las mentiras, del engaño...eres lo único que tengo en esta vida y lo único que me pertenece, algo que jamás voy a tener que compartir, mi princesa, mi hija,mi vida...
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La Torre de los Vengadores estaba en silencio durante la madrugada, con la mayoría de sus habitantes dormidos. Sin embargo, en una de las habitaciones, un sonido constante rompía el silencio. el llanto de Freya. Loki, agotado y preocupado, intentaba calmar a su hija sin éxito. Había probado todo lo que se le ocurría; cambió el pañal de Freya, le ofreció un biberón de leche tibia y le colocó su chupete. Pero nada parecía funcionar.
Freya seguía llorando, su pequeño cuerpo temblando de frustración y malestar. Loki, con el ceño fruncido, intentaba encontrar una solución mientras la niña se retorcía en sus brazos.
─ ¿Qué pasa, pequeña? ─murmuró Loki, acariciándole la espalda en un intento de tranquilizarla─. ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?
Finalmente, al ver que nada parecía calmar a Freya, Loki la sostuvo frente a él y la miró con atención. La niña seguía llorando, pero ahora estaba señalando su boca con una mano diminuta. Loki frunció el ceño, tratando de entender qué podía estar pasando.
─ ¿Qué es lo que quieres, Freya? ─preguntó Loki, su voz cargada de preocupación y cansancio.
Al observar con más detenimiento, Loki notó que la niña estaba señalando con insistencia una parte específica de su encía. Con cuidado, le apartó el chupete y examinó su boca. Fue entonces cuando vio el pequeño bulto en la encía de Freya; un diente de leche estaba a punto de salir.
Loki se quedó paralizado por un momento, dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo. El llanto de Freya era causado por el dolor asociado con el crecimiento de su primer diente.
─ Oh, entiendo ─dijo Loki en voz baja, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación─. Estás saliendo otro diente, ¿verdad?
Con esta nueva comprensión, Loki trató de encontrar una forma de aliviar el dolor de Freya. Pensó en las técnicas que había leído y en los consejos que le habían dado. Finalmente, tomó una toallita húmeda y ligeramente fría y la aplicó suavemente sobre las encías de Freya, esperando que el frío ayudara a calmar el malestar.
Freya, aún entre sollozos, pareció sentirse algo aliviada por el frío de la toallita. Sus lágrimas comenzaron a disminuir y, a medida que el dolor se volvía más manejable, su llanto se convirtió en pequeños sollozos intermitentes. Loki la sostuvo en sus brazos, meciéndola suavemente y hablándole con ternura.
─ Lo siento mucho, pequeña ─dijo Loki, acariciándole el cabello─. No sabía que esto te estaba molestando. Haremos lo que sea necesario para que te sientas mejor.
La noche avanzó lentamente, pero con el alivio proporcionado por el frío, Freya finalmente comenzó a calmarse. Loki continuó meciéndola y susurrándole palabras de consuelo, asegurándose de que se sintiera lo más cómoda posible. Aunque estaba agotado, ver a su hija finalmente tranquila le brindó un sentimiento de satisfacción.
Cuando Freya finalmente se durmió en los brazos de Loki, él la sostuvo con cuidado y se sentó en la silla junto a la cama, manteniéndose alerta a cualquier cambio. Aunque había sido una noche difícil, Loki estaba agradecido de haber podido encontrar la causa del malestar y aliviar el dolor de su hija. A medida que la madrugada se desvanecía, Loki se quedó vigilando a Freya, su corazón lleno de amor y dedicación por su pequeña.
