Capítulo 9

78 12 76
                                    

Mientras la miraba, me di cuenta de lo bien que encajaba en ese lugar. Era como si su presencia completara algo que siempre había faltado en mi departamento. Nunca lo había considerado un espacio frío o vacío, pero verla allí, hacía que todo se sintiera más cálido, más...real.

Me acerqué, dejando algo de espacio entre los dos. Más por ella que por mí. Quería estar más cerca, pero me frené. En mi interior, seguía tratando de comprender por qué me importaba tanto lo que ella pensara de mí.

Cuando vi la admiración en sus ojos, una sensación de satisfacción me recorrió, pero era diferente a lo que solía sentir al impresionar a alguien. Sabía que no era cómo las mujeres que solía tratar. Ella se movía de una forma diferente por la vida. Impresionarla, me hizo sentir... orgulloso, de una manera que no tenía que ver con mi ego. Sino con ella y conmigo.

Esperé unos minutos y le mostré la habitación donde se quedaría.

—Esto es enorme, podrías rentarlo—bromeó cuando vio el baño.

Sonreí, no pude evitarlo.

—¿Qué quieres cenar?

Se dio vuelta y me miró con una expresión divertida.

—¿Comes pizza?

—Soy de este planeta, así que sí, como pizza—respondí, entendiendo que no lo decía literalmente— ¿De qué te gusta?

Sonrió más amplio y me dijo que le encantaba la de cuatro quesos con trufa.

Asentí y me fui a la sala para hacer el pedido. Mientras llamaba, no pude evitar pensar en lo cómodo que me sentía con ella aquí. No era común que compartir mi espacio con alguien me resultara tan natural, pero con ella... era distinto. Todo se sentía más fácil y sencillo.

Después de hacer el pedido, fui a la cocina para preparar todo. Estaba disfrutando de la paz que sentía al saber que no la había dejado ir sola a un hotel, cuando escuché unos golpes en la puerta.

Al abrir, me topé con la última persona que quería ver en el mundo.

Sienna. Otra vez. Dio dos pasos hacia adentro, pero me planté frente a ella como una pared. No más invasiones no deseadas. La empresa era una cosa, ésta era mi casa.

—Tranquilo —dijo, con esa sonrisa peligrosa que siempre traía —Vengo en son de paz.

¿En serio? Mi cerebro intentaba procesar su tono mientras mi vista volaba hacia la puerta de la habitación de Camila. Cualquier cosa, menos que saliera ahora.

—¿Sucede algo? —preguntó, fingiendo calma pero dejando entrever su incomodidad.

Pasé una mano por mi cabello, como si ese gesto pudiera despejar el caos que me traía en la cabeza.

—Nada... sólo me pregunto qué haces aquí —Intenté no sonar exasperado, aunque lo estaba.

Ella empezó a mirar alrededor, recorriendo cada rincón como si fuera su maldito departamento.

—Nada mal... apuesto a que ligas mucho con un lugar así.

Otra vez la misma cantaleta. Suspiro interno. Profundo.

—Sienna, por favor, necesito que...

Pero claro, no llegó a escuchar. Se acercó como si no hubiera dicho nada.

—Lo siento, es la costumbre —dijo, levantando una ceja— Quiero que hagamos una tregua. Esto se nos está yendo de las manos.

Por primera vez en mucho tiempo, dijo algo que tenía sentido. Pero no era el momento para hablar de treguas. No cuando Camila podía salir y verme en esta situación de mierda, como un mujeriego sin remedio.

Mi Lugar en TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora