Capítulo 17

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Justo después de tocar el timbre, me pasé dos veces la mano por el cabello, intentando calmarme. Sabía que esto iba a ser incómodo, pero no tenía otra opción. Cuando la puerta se abrió, su mirada lo dijo todo.

—Julian— dijo sorprendida, con esa expresión que me hacía querer parar el tiempo.

Lo primero que hizo fue mirar hacia la camioneta. Brownie, saltaba como loco al reconocer la casa y no hacía más que aumentar la tensión. Yo, mientras tanto, no podía dejar de observarla, intentando leer su mente. Sus ojos, su boca, cada pequeño gesto... ¿Qué estaría pensando?

—Hola—murmuré, haciendo una pausa que se sintió eterna—¿Podemos hablar un momento?

Camila entrecerró los ojos, buscándome la mirada. Se la notaba confundida. Si, la entendía, me pasaba lo mismo. Todavía sentía en el cuerpo la adrenalina de nuestro primer beso y ahora venía a despedirme.

— Sucedió un imprevisto y...debo marcharme.

Asintió en silencio y me siguió hasta la camioneta estacionada en la entrada. No tenía sentido hablar dentro, la casa estaba llena de voces: Oliver, su hermana, su sobrinita... claramente no íbamos a tener privacidad. Brownie, como si entendiera la tensión, no paraba de saltar, buscando la atención de Camila. Cuando ella lo tomó en brazos, el sinvergüenza se calmó al instante.

Sonreí al verlos juntos. Pero no podía quedarme en esa burbuja. Tenía que contarle la situación, antes de que el silencio se volviera más incómodo.

—Me avisaron que tengo que viajar a Tokio esta semana.

Ella abrió los ojos de golpe, como si no pudiera creer lo que había escuchado.

—¿Tokio?

Asentí, tratando de no dar tantas vueltas. Le expliqué que la empresa tenía algunos negocios allá, pero no le solté todos los detalles porque, en realidad, ni yo los tenía. Lo único que sabía es que mi jefe había decidido que yo era el tipo ideal para calmar la situación, lo que fuera que eso significara.

— Serán sólo unos días —añadí, tratando de sonar más convencido de lo que realmente estaba— volveré apenas tenga oportunidad

Diablos, se sentía horrible lo que estaba diciendo. Por primera vez en mi vida no encontraba las palabras adecuadas para convencer a una persona de que lo que decía era cierto. Con ella me costaba conectarme con esa parte astuta de mi personalidad. Tal vez no quería hacerlo. No con ella.

Cami me escuchaba en silencio, acariciando a Brownie distraídamente, mientras yo intentaba sacarle una sonrisa..

—Iba a llevarte a cenar esta noche. Hice la reservación y todo.

Su suspiro lo dijo todo antes de que pudiera procesarlo. La sonrisa triste que me regaló me dejó una sensación amarga en el pecho.

—Tal vez no tenía que ser—susurró apenas.

Me giré completamente en el asiento para mirarla de frente, no quería que interpretara esto de la peor manera.

—¿Por qué dices eso?

Ella bajó la mirada, y el silencio que siguió fue como una daga. Sabía exactamente por dónde iban sus pensamientos.

—Porque quizás nos apresuramos—su voz era suave, pero firme— Sigo pensando que más allá del trabajo, tienes cosas por resolver.

Maldita sea. Lo sabía. Otra vez Sienna, siempre ella, como un fantasma que no se despegaba.

— Si lo dices por...te lo repito. Estoy solo.

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