No recordaba la última vez que me había sentido tan emocionado por algo. No sabía si era por alejarme de la ciudad, del trabajo, de Sienna, o de todo eso junto. O tal vez, el motivo estaba justo al lado mío. Giré la cabeza y me encontré con su linda sonrisa, concentrada en el teléfono. Al parecer, se estaba enviando mensajes con su hermana para contarle nuestros planes.
Aceleré un poco más, disfrutando cómo el motor rugía bajo mis pies. Las primeras gotas de lluvia empezaron a golpear el parabrisas, pero lejos de molestarme, me sacaron una sonrisa.
—¿Qué te dijeron? —pregunté con curiosidad, sintiendo cómo mis hombros comenzaban a relajarse mientras soltaba el volante un poco más.
Ella sonrió y se encogió de hombros.
—Se dieron cuenta de que no había muchas opciones para volver si seguía el mal tiempo —dijo, mirando por la ventanilla.
El limpiaparabrisas barrió las gotas, y asentí. No podía evitar pensar que su familia quizá estuviera preocupada. Si mi hermana se fuera de viaje con un tipo que apenas conocía, también estaría intranquilo.
—¿Pongo música? —le ofrecí, estirando una mano hacia la radio.
Ella dudó. Me fascinaba cómo sus pensamientos pasaban por su rostro antes de decidirse.
—Creo que no... ¿y tú?
Sonreí, dejando la radio en paz.
—No... conversemos mejor. ¿Qué tienes ahí? —pregunté, señalando la bolsa de dulces en su regazo.
El camino serpenteaba frente a nosotros, pero la verdadera distracción era tenerla tan cerca. Ella se echó a reír, sacando un montón de golosinas y relatando cada una como si fuera un niña en Halloween. Poco a poco las envolturas empezaban a amontonarse en la guantera, y para cuando nos dimos cuenta, teníamos tanta azúcar en la sangre que parecíamos dos niños hiperactivos.
Entre risas y chistes, el camino seguía estirándose frente a nosotros, interminable.
— Juguemos a algo —propuse en un momento, sin despegar los ojos de la carretera.
Ella se acurrucó en el asiento, girándose hacia mí. Maldición, jamás me había sentido tan a gusto, disfrutando del paisaje que pasaba rápido y de la compañía de la chica más adorable del mundo. Las luces de los autos que pasaban iluminaban su rostro por breves segundos, y cada vez que lo hacían, me sentía más... ni siquiera quería decirlo.
—¿A qué quieres jugar? —preguntó con una voz que me hizo pensar que le gustaba la idea.
Golpeé el volante con los dedos, en ritmo con el sonido del limpiaparabrisas.
— Déjame pensar... ¿Verdad o desafío?
Camila apoyó la cabeza en el asiento y frunció su pequeña nariz con picardía.
—No sé si sea buena idea —dijo, aunque su tono sugería lo contrario.
Le lancé una mirada rápida, aprovechando para observarla un poco más. Diablos, qué linda era.
—No seas cobarde.
—No soy cobarde.
—Juguemos entonces —la desafié con una sonrisa— Y para que veas que soy bueno, empiezo yo.
Ella sonrió mientras buscaba otro dulce en la bolsa y comenzaba a mordisquearlo. El sonido del envoltorio arrugándose era lo único que rompía el murmullo del motor.
—Ok... elige, ¿verdad o desafío?— me preguntó.
La miré con mi mejor expresión atrevida, esa que sabía que le sacaba una sonrisa.
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Mi Lugar en Ti
RomanceJulian Bennett es un joven muy atractivo, seductor y amante del lujo que trabaja en una prestigiosa empresa de bienes raíces. Sin embargo, esconde oscuros secretos que, si se develan, podrían destruir todo lo que ha construido. Buscando escapar de...