26

348 49 28
                                    

El cielo tronaba de manera estremecedora. No eran truenos normales, parecían truenos de guerra, llamados de disgusto. Las ventanas temblaban por las gotas de lluvia que caían casi violentamente sobre ellas.

Pero a Yoongi le fascinaba aquella tarde lluviosa, como si fuese una batalla en los cielos al enterarse que querían robar a un bello angel de su carcel. Yoongi acarició el pedazo de dedo que le quedaba después de aquel nauseabundo y hermoso día, valía la pena perder cada falange más.

Ahoga todos sus recuerdos en un suspiro y se pone de pie para mirar por la ventana. Un rayo cae cerca y enseguida el retumbar de un trueno enojado, como una advertencia a la que Yoongi responde con una sonrisa burlona.

El milonario joven tenía la certeza de ser el ganador de algún tipo de juego entre los cielos y él. Era tanto el ensimismamiento que no podía darse cuenta cómo había bajado el respeto hacia él en la sociedad. Sucio, desarreglado, olía mal. Se le veía entrar y salir de aquel lugar, ser echado a golpes, y seguir volviendo. Su preciosa joya roja que amaba como auto ahora era un lienzo para el lodo, tierra y polvo.

Pero en su cabeza todo seguía exactamente igual.

Se recarga en el marco del gran ventanal y se distrae con el movimiento que hacen las lágrimas del cielo al chicar contra el piso. Caían en diagonal, golpeaban y rebotaban también en diagonal. A veces caían recto y rebotaban hacia arriba. Como una danza entre miles de bailarinas siguiendo con su parte del show. A veces el viento las movía, venía desde arriba y cortaba los pasos desde abajo empujandolas más allá dando paso a nuevas bailarinas. En la cabeza de Yoongi comenzó a sonar alguna melodía de música clásica llena de suspenso y cortes esperanzadores.

Su punto de visión se movió hacia las paredes desde afuera, la lluvia parecía escalar los muros colisionando contra ellos de manera vertical, casi podía escuchar un fino 1-2-3 de bailarinas siguiendo cada paso, las gotas se turnaban para tocar el concreto blanco. En ocasiones el viento hacía su gran entrada evitando que muchas de ellas no lograran su cometido.

Un show artístico frente a sus ojos, arte puro, se regocijaba en sus adentros por tener tal visión de una cosa tan sencilla como la lluvia.

Una sensación llenó su pecho raudamente. Necesitaba ver con Jimin cada show de lluvia, cada noche. Que lo acompañase en cada obscura hora del día y en cada minuto de luz.

Sus pupilas se expandieron de manera descomunal y un instinto primitivo tomó control de su cerebro.

Tenía que sacarlo de ahí.

Valley of the dolls // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora