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Jimin tiene que subir encerrado entre aquellas cuatro paredes, no necesita pensar en más que en complacer. No necesita pensar.

No necesita que un idiota obsesionado venga a romper el círculo de su vida, su condena.

Estar encerrado en más que cuatro paredes palpables. Paredes mentales habían sido impuestas en su mente, no dejando que viese más allá.

Yifan pensó que el destino estaba de su lado, siguiendo la fina línea que delinea a él círculo de esta vida de Jimin.

Sólo logró romperlo...

Ahora Jimin querría más. Las paredes se vendrían abajo por las dudas, por las preguntas sobre aquel pálido hombre.

Ni siquiera sirvió de algo la jodida mierda que vivía en el sótano.

Necesitaba que Yoongi fuese nada para Jimin. Ni siquiera podría ver alguna luz de esperanza, en nadie.

Quizá por ello mismo tomó dos de los fajos de billetes. Con una mirada despreocupada contó cada dólar y los apartó de los demás.

— Me quedo éstos dos —Sus largos y finos dedos adornados de anillos de plata con piedras rojas se pasaron sobre el dinero—. Dejaré pasar tu desagradable actitud y voy a permitir que elijas a otro chico. No más que eso, Min. Un dedo es lo menos que puedes perder.

Yoongi apretó sus puños envuelto en furia, desesperado.

Pero, aún démente, necesitaba pensar su juego.

El destino casi sonríe al verle relajar sus nudillos. Yifan podría joderse el culo con un palo de escoba, no le estorbaría.

— Déjame verlos.

¿Demasiado corto? ¡Es sólo el inicio! Luego de un ciclo de autosabotaje, he vuelto. ¡Y nada mejor que abrir esto con un maratón!

Valley of the dolls // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora