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Jimin no sabía qué es todo lo que siente. Jamás aprendió a poner nombre a sus emociones, pensaba en pedirle ayuda a Kim Taehyung, pero ni siquiera sabía cómo explicarlo, o si el castaño sabía algo sobre eso.

Lo único que Park Jimin conocía, es el placer. El placer que debía dar y que recibía a cambio. Porque sí, Jimin disfrutaba cada vez que era poseído. Nadie nunca le había enseñado sobre lo malo y lo bueno. No conocía una vida fuera de estas cuatro paredes.

Y le gustaba ser tocado, penetrado, deseado. Lo disfrutaba.

Un libro de tapa roja se impacta contra la pared, cae de lleno al piso. Jimin está en su cama cubierta de seda roja, a pesar del caos en su mente, no deja su postura delicada y la tranquilidad en su rostro. Nadie lo notaría, a no ser que mirasen sus ojos. Si los miras con atención, podrías ver un atisbo de dolor.

— ¿Amor? — se pregunta.

No le había gustado la lectura, no hablaba sobre técnicas para dar placer, ni ilustraba nuevas posiciones. Tampoco hablaba sobre los puntos de relajación en el cuerpo, o cualquier cosa nueva para poner en práctica. Además, había causado cosas en su pecho, y quería llorar.

Y lo que más le molestaba, es que había perdido la cuenta del tiempo que pasó, y se sentía perdido. Decidiendo que no quería un ceño fruncido en el rostro de Yifan, se puso de pie para guardar el libro, y volver a su cama.

La piel de Jimin resaltaba entre toda aquella seda roja, ya que la bata que usaba aquel día, era del mismo color carmín. Uno de sus hombros, como siempre, estaba a la vista, la bata se deslizaba con gracia en cada movimiento. Jimin simplemente no pensaba en nada, su mente estaba en blanco, sólo esperaba con paciencia a que Yifan viniese, para poder retomar la cuenta del tiempo, pues su amo era siempre puntual.

Jimin no sabía por qué tenía tantos lujos, realmente nunca se lo preguntó, pues él pensaba que era lo normal. Yifan llegó y enseguida Jimin volvió con la cuenta de su tiempo.

— Hola, hermoso — Yifan posó sus labios en la frente de Jimin, y el chico sonrió. Era hora de su baño.

Jimin nunca se había bañado por sí mismo. Yifan venía a sus aposentos cada día a la misma hora y abría la puerta que se camuflaba perfectamente con la pared. Dentro estaba un enorme cuarto con paredes blancas y piso de mármol, en medio del lugar, descansaba una fina tina con detalles de oro a los costados. Y más hacia una esquina, estaba un retrete y un lavabo. No había nada más. Yifan traía las cosas consigo, los horarios para que Jimin hiciera sus necesidades, habían sido establecidos desde que el chico tiene memoria, y sólo a esa hora Yifan venía para abrir la puerta. Cada que Yifan abría aquella puerta, la tina ya tenía agua calientita y con espuma desbordando por todos lados.

Jimin casi salta de la cama, pues esta era su parte favorita del día. Avanza con sensualidad hasta la tina y deja caer la seda roja, espera a que Yifan ofrezca su mano para entrar.

— Está perfecta como siempre, gracias Yifan.

— Me alegra que sea así.

El alto comienza a lavar el cabello de Jimin, con delicadeza y tomando su tiempo para todo. Lo mismo con el cuerpo del mismo.

— ¿Podrías venir en la noche a penetrarme? — la pregunta sale natural, con el tono tan refinado que siempre era usado.

Yifan sonríe y acepta sin siquiera pensarlo.

El resto del baño sigue de forma usual, Jimin disfruta de las manos duras que recorren su cuerpo con la esponja, y de vez en cuando le da ciertos toques placenteros.

Ya bañado y con una bata de seda verde oliva cubriendo su cuerpo, va hasta su cama, Yifan cambió las sabanas a unas de color blanco, y a Jimin le encanta.

— Yifan — habla antes de que el mencionado salga de la habitación — por favor que la estadía de Kim Taehyung en mis aposentos dure menos.

— De acuerdo. Nos vamos en la noche.

Jimin lo despide con una mirada arrogante.

¿Quién era realmente el amo y quién el esclavo?

Valley of the dolls // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora