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Yoongi no le hubiese creído a nadie que le dijera que algún día sacaría 100 grandes para pagar por un prostituto.

Sin embargo ahí estaba, a la espera de que Yifan caminara un poco más rápido para poder acceder al maldito cuarto. Había visto al chico, una breve mirada mientras corría a esconderse tras aquellas puertas... No podía esperar para poder saciarse con aquel cuerpo.

Los zapatos de ambos hombres resuenan contra el pulcro piso de mármol, un sonido que, quizá, le hubiera dado placer auditivo a Yoongi si estuviera en otro tipo de situación.

Pero no, no estaba para ser deleitador de nada.

Su corazón se acelera cuando por fin se encuentran frente a aquella puerta, no están los hombres fornidos que suelen ocupar lugar fuera. La puerta se abre... ahí está su chico.

- Taehyung, ¿por qué estás ahí dentro? Ve a tus aposentos enseguida.

El castaño era guapo, bonito, elegante. Tenía inocencia pero a la vez una elegancia exquisita que hizo que las pupilas de Yoongi se vieran dilatadas. No fue hasta cuando el chico salió corriendo por el pasillo que supo que se había equivocado de chico, su ceño se frunció aún más cuando Yifan le pasó un pasamontañas.

- ¿Qué es esto?

- Úsalo, son las reglas, Min.

La voz del más alto era completamente impostada. No dudó más en ponerse el accesorio.

Los labios de Yifan se vieron poseídos por una sonrisa que le puso la piel de gallina a Yoongi.

Mientras tanto el destino estaba con los labios tensos en una línea y sentado al filo del asiento, la copa de vino olvidada al fondo.

La puerta se abre...

El pecho de Yoongi se oprime y el aire le resulta insuficiente, su corazón late con desesperación y todos sus sentidos se ponen alerta. Un paso tembloroso dentro de las cuatro paredes y casi se le doblan las piernas ante el ambiente tan... extraño.

Cuando quiere reclamar a Yifan, ya no está. La puerta está cerrada, el pasamontañas no le permite ver más que al frente: un sofá vacío.

Con nerviosismo inspecciona hasta dar con la gran cama cubierta en telas de seda, su mirada viaja más hasta encontrarse con piel: unas piernas que, ni aunque tuviera todo el vocabulario que tiene una biblioteca, podría explicar.

Su pecho se siente presionado, el aire apenas y pasa, quiere salir, sabe que tiene que salir.

Pero no puede.

Entonces sigue escaneando el cuerpo sobre la cama, hermosas prendas cubren al mismo, sus manos queman desesperadas por tocar. Su interior se siente ardiendo cuando por fin se encuentra con el rostro dueño de su más reciente fantasía.

Su cabeza duele, no quiere seguir mirando, pero no puede dejar de seguir mirando.

Un extraño sentimiento de desesperación le invade. El desconocido no habla, y Yoongi no cree que aquel Dios vestido de seda se encuentre bien.

Infiernos, ni él mismo lo está.

Yoongi no sabe que lleva no más de treinta segundos en aquella habitación, porque él piensa que han pasado más de diez minutos.

Sus manos formadas en dos puños apretados, su pene empujando contra su pantalón, el movimiento de su manzana de Adán al pasar saliva.

Quiere llorar.

Quiere follar.

Quiere...

No lo sabe, se siente apretado como si de pronto dentro de su cabeza estuviesen cuatro cabezas más. 

Sólo quiere como una bestia.

- Jimin... 

Valley of the dolls // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora