Desde su silla, Vox repasaba obsesivamente los monitores que, para su eterna frustración, no lograban captar más que imágenes distorsionadas de Alastor. Era como si aquel maldito venado se deleitara en desaparecer entre las fallas de señal, una burla constante para él. Cada día, Alastor parecía más fuera de su alcance, y, sin embargo, la necesidad de tenerlo bajo control crecía en su interior.
Apretó los puños, tensando los cables que se extendían desde su brazo hasta la consola frente a él. No se trataba solo de control… había algo más profundo que lo mantenía tan obsesionado con ese demonio risueño. Vox revisó una vez más los informes que le llegaban sobre los recientes comportamientos salvajes entre los pecadores con características animales. Sus empleados, incluso Valentino, comenzaban a mostrar esos cambios. El patrón era evidente.
Valentino había pasado de su comportamiento habitual a un nuevo nivel de inquietud, frotando sus antenas con más frecuencia, y Vox lo había notado. Se preguntaba si Alastor estaría igual, si su preciado "ciervo" estaba mostrando señales similares. Tal vez, solo tal vez, podría usar eso para su ventaja. Si esos comportamientos eran la clave para hacerlo caer, entonces tenía que aprovecharlos antes de que Alastor se adaptara.
Sin apartar la vista de sus monitores, Vox trazó un plan. Los cambios animales de Alastor podrían ser explotados, solo necesitaba el momento adecuado para desencadenarlo. El sonido constante de las imágenes distorsionadas en las pantallas era insoportable, pero Vox no se detuvo. Había algo en esa distorsión que le llamaba… más allá del simple odio o la obsesión por el control. No quería admitirlo, pero ese enigma llamado Alastor lo mantenía fascinado de una forma peligrosa, tan peligrosa que, en ocasiones, se detenía a observarlo por puro placer.
Los ojos de Vox brillaron. Una idea le vino a la mente. Sabía lo que tenía que hacer. Si lograba empujar a Alastor aún más hacia esos instintos animales, lo debilitaría. Y en ese estado vulnerable… Vox podría finalmente capturarlo, no solo en un sentido físico, sino emocionalmente. Se imaginaba el momento en que Alastor caería en su red, finalmente atrapado. Una sonrisa torva cruzó su rostro.
"Pronto, Alastor", susurró para sí mismo, ajustando las cámaras a su alrededor. "Muy pronto".
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En el Hotel Hazbin, las cosas no iban mejor. Los residentes del hotel estaban confundidos y alarmados por los comportamientos extraños que comenzaban a ver entre ellos. Husk había empezado a notar cambios en sí mismo, más allá de sus problemas con la bebida. Estaba inquieto, su instinto de gato se hacía más evidente con cada día que pasaba, aunque lo disimulaba lo mejor que podía. Angel Dust, por su parte, no podía dejar de moverse con una agilidad inquietante, saltando de un lugar a otro del hotel, siempre pareciendo un paso adelante de los demás.
Charlie, preocupada por sus amigos y el caos que empezaba a extenderse en el Infierno, decidió que había llegado el momento de buscar respuestas. Había algo más grande sucediendo, y la única persona que podía darle esas respuestas era su padre, Lucifer. Aunque le aterraba la idea de enfrentarse a él por este asunto, sabía que no había otra opción.
Después de dejar el hotel en manos de Vaggie por unas horas, Charlie se dirigió al imponente castillo de su padre. Respiró hondo antes de entrar, sintiendo la pesada atmósfera del lugar caer sobre ella. Sabía que Lucifer tenía un sinfín de secretos, pero esperaba que esta vez le diera una explicación.
Lucifer, como siempre, estaba sentado en su trono, entretenido con algún entretenimiento trivial cuando Charlie llegó. Su expresión cambió apenas la vio.
"Ah, mi pequeña estrella. ¿Qué te trae por aquí?", preguntó Lucifer, su tono dulce pero con una sutil ironía.
Charlie se acercó con cautela. "Papá, algo extraño está ocurriendo. Los pecadores con características animales, como Alastor, Angel Dust, y otros... están mostrando comportamientos... bueno, animales. Está pasando por todo el Infierno, y no sé qué hacer."
Lucifer la miró con ojos afilados, casi como si esto fuera algo que él esperaba. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. "¿Comportamientos animales, dices? Curioso."
Charlie frunció el ceño, sabiendo que su padre estaba jugando con ella. "¿Sabes qué está causando esto? ¡Necesito saber cómo detenerlo!"
Lucifer se levantó lentamente de su trono, caminando alrededor de ella. "Ah, mi querida, no es algo que se pueda 'detener'. El Infierno tiene una forma de reflejar la naturaleza de sus habitantes, y aquellos que llevan en sí algo más que lo humano… quizás estén volviendo a sus raíces. Quizás sea algo que siempre debió suceder."
Charlie sintió una mezcla de frustración y miedo ante la ambigüedad de su padre. "¿Entonces no puedes ayudarme?"
Lucifer se detuvo frente a ella, inclinando la cabeza. "Digamos que... esto es una evolución natural. Y a veces, mi pequeña estrella, las cosas deben seguir su curso."
Antes de que Charlie pudiera responder, su padre regresó a su trono, claramente dejando en claro que no tenía más que decir. Charlie apretó los puños, frustrada, pero sabía que insistir no la llevaría a ningún lado. Salió del castillo con más preguntas que respuestas, pero con una idea clara: si Lucifer no iba a detenerlo, ella tendría que encontrar una forma de salvar a sus amigos por sí misma.
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Mientras tanto, en el territorio de los Vee's, Vox observaba con creciente interés cómo sus empleados, y especialmente Valentino, comenzaban a comportarse de maneras más erráticas. Era casi como ver a su propia red de trabajadores caer en una trampa, pero una trampa que él no había puesto... aún.
Valentino había comenzado a moverse de manera diferente, casi nerviosa, agitando sus alas y antenas como si algo le molestara profundamente. Incluso su habitual compostura se estaba desmoronando, algo que no pasó desapercibido para Vox.
"¿Qué sucede contigo?", preguntó Vox, su voz cargada de interés genuino. Quería ver hasta dónde llegaban estos cambios.
Valentino gruñó mientras se ajustaba su sombrero, claramente incómodo. "No sé, algo en el aire me está molestando. Siento como si... como si tuviera que moverme más, como si estuviera atrapado en mi propia piel."
Vox observó en silencio, calculando cada detalle. Si incluso Valentino estaba sucumbiendo a esos instintos animales, entonces esto era mucho más grande de lo que había anticipado. Podría usarlo a su favor, no solo para capturar a Alastor, sino para desestabilizar todo el Infierno.
Y justo cuando pensaba en ello, los informes comenzaron a llegar. Los noticieros infernales estaban reportando una epidemia de comportamientos animales en los pecadores. Era un caos, y Vox sonrió para sí mismo. Sabía que este era el momento perfecto para actuar.
Con un gesto, apagó los monitores y se levantó de su silla. Su plan estaba tomando forma, y todo lo que necesitaba ahora era aprovechar el caos creciente. Y, por supuesto, capturar a su ciervo.
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Instintos Salvajes
FanfictieEn el infierno, donde los pecadores toman formas que reflejan su verdadera naturaleza, las diferencias entre Alastor, el "Radio Demon", y Vox, el maestro de la tecnología, han creado un abismo entre ellos. Lo que antes fue una amistad cercana se des...