Capítulo 11: Sombras Cautivas

31 9 1
                                    

Había pasado una semana desde que el caos inicial comenzó a disminuir en el Hotel Hazbin. Los residentes notaban con alivio cómo los extraños comportamientos animales empezaban a desvanecerse lentamente. Ángel Dust se dio cuenta de que ya no producía seda de sus glándulas, y Husk, aunque aún conservaba algo de su agilidad felina, comenzaba a sentirse más como su antiguo yo. Sin embargo, la situación seguía siendo extraña y confusa para todos.

Charlie, aunque aliviada por la gradual desaparición de los efectos, no podía quitarse una preocupación más grande de la cabeza: la desaparición de Alastor. Una semana había pasado sin saber nada de él, y aunque el resto de los residentes parecían apenas notar su ausencia —en parte porque el caos los había mantenido ocupados—, Charlie no podía dejar de pensar en su amigo.

Había intentado buscarlo, pero no había ninguna pista. Era como si Alastor hubiera desaparecido sin dejar rastro, y eso la inquietaba profundamente. Sabía que algo estaba mal, y sentía que debía encontrar respuestas antes de que fuera demasiado tarde.

Mientras tanto, en una ubicación desconocida…

Alastor despertó lentamente, con la cabeza latiéndole de dolor. El sonido de una tenue estática resonaba en el ambiente, pero no era suya. Abrió los ojos con esfuerzo y observó alrededor, intentando reconocer dónde estaba. Esa no era su habitación. La decoración era fría, minimalista, y las paredes grises daban una sensación de vacío. El lugar estaba sumido en una luz tenue que apenas le permitía ver bien.

Intentó moverse, pero algo lo detenía. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que estaba encadenado. Las pesadas cadenas envolvían sus muñecas y tobillos, impidiéndole levantarse del todo. Una oleada de frustración lo invadió, y trató de romper las cadenas con su fuerza, pero para su sorpresa, no tenía suficiente poder. Su cuerpo estaba débil, más de lo que debería.

"¿Qué demonios…?" murmuró, intentando invocar sus sombras para liberarse. Pero nuevamente, nada ocurrió. Sus poderes no le respondían. Una sensación de impotencia se apoderó de él, algo que no estaba acostumbrado a sentir.

Atrapado y sin otra opción, Alastor se resignó a esperar, tratando de recuperar fuerzas. Sabía que eventualmente encontraría una manera de salir de ahí, pero en su estado actual, todo lo que podía hacer era conservar su energía y analizar la situación.

Momentos después, la puerta se abrió lentamente, y una figura conocida entró en la habitación. Vox. El villano tecnológico se detuvo en la entrada, con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

"Oh, mira quién está despierto," dijo Vox, su voz impregnada de falsa sorpresa. "No esperaba que te recuperaras tan rápido. Parece que la radiofrecuencia que te apliqué no fue lo suficientemente fuerte."

Alastor, al ver a Vox, trató de lanzarse hacia él, pero la fatiga y las cadenas lo mantuvieron en su lugar. La frustración era palpable en su expresión, y aunque su sonrisa torcida intentaba mantenerse, sus ojos revelaban la ira que sentía.

"Vox... ¿Qué clase de juego estás jugando?" escupió Alastor con una voz áspera, su cuerpo temblando por el esfuerzo.

Vox se acercó lentamente, disfrutando cada segundo de la vulnerabilidad de Alastor. "No es un juego, Alastor. Es una pequeña lección de humildad... y de control. Pensé que ya te habías dado cuenta de quién es el verdadero maestro aquí."

Alastor apretó los dientes, resistiendo el impulso de responder con más furia. Sabía que no podría ganar en ese momento. Todo lo que podía hacer era esperar. Pero la ira y el deseo de venganza crecían en su interior, alimentados por la humillación de estar en esa situación.

"Relájate. No te haré daño... aún," continuó Vox, con una sonrisa cruel. "Simplemente quiero que disfrutes un poco de lo que se siente no tener todo bajo control por una vez."

A medida que Vox hablaba, Alastor notó la forma en que su enemigo disfrutaba de su desdicha. Había una extraña energía en la habitación, un aire de desafío que hacía que su corazón latiera más rápido. A pesar de la humillación, no podía evitar sentir un retorcido sentido de fascinación hacia Vox. Había algo seductor en su control, en su forma de manipular las circunstancias.

"Te crees muy inteligente, Vox," dijo Alastor, intentando mantener la compostura. "Pero al final, siempre serás un simple juguete que necesita energía para funcionar."

Vox se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y desafío. "Quizás, pero en este momento, tú eres el juguete que está en mis manos. Y me encanta ver cómo luchas contra el inevitable."

Alastor sintió una oleada de rabia, pero había algo más: una chispa de intriga. La relación entre ellos era compleja, una mezcla de rivalidad y algo más profundo. Había una tensión palpable en el aire, algo que iba más allá del odio.

Mientras Vox se acercaba más, Alastor se dio cuenta de que, a pesar de su situación, había algo en la forma en que Vox lo miraba que lo fascinaba. Era como si el juego del gato y el ratón tuviera un giro inesperado, uno que podría volverse personal.

"Siempre has sido bueno para las palabras, Alastor," murmuró Vox, su tono ahora más suave, casi seductor. "Pero esta vez, tus palabras no te ayudarán. Estás atrapado aquí, y no puedes escapar. Así que, ¿por qué no aceptar la realidad y disfrutar del espectáculo?"

Alastor apretó los dientes, luchando contra la mezcla de emociones que lo invadía. "Nunca aceptaré nada que no desee. Y mucho menos disfrutar de tu espectáculo."

"¿Oh? Pero me gustaría pensar que, en el fondo, hay algo que realmente disfrutas. Este juego, esta lucha entre nosotros. ¿No lo sientes?" Vox se acercó aún más, su rostro a pocos centímetros del de Alastor.

La atmósfera se volvió densa, y Alastor sintió cómo su corazón latía con fuerza. A pesar de la situación, había algo cautivador en la cercanía de Vox, en la forma en que jugaba con sus palabras. Pero Alastor se rehusó a ceder. Sabía que debía mantener su distancia, a pesar de la curiosidad que sentía.

"Si piensas que caeré en tus juegos psicológicos, estás muy equivocado," dijo Alastor con firmeza, pero su voz carecía del mismo vigor de antes. "No seré un peón en tu tablero."

Vox sonrió, disfrutando del tira y afloja. "Nadie está pidiendo que seas un peón, Alastor. Este es un juego para dos. Y aunque estés encadenado, siempre tendrás un papel que desempeñar."

Mientras las palabras de Vox flotaban en el aire, Alastor se dio cuenta de que el juego entre ellos no había hecho más que comenzar. Y, a pesar de la desesperación de su situación, había algo que lo mantenía alerta, algo que lo hacía querer seguir luchando.

El poder de Vox lo mantenía cautivo, pero también había un destello de intriga que lo mantenía interesado. Era un juego peligroso, y Alastor sabía que debía encontrar una manera de salir. Pero mientras tanto, en esa habitación fría, el juego continuaba.

Instintos SalvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora