Capitulo 7: La batalla Interna de Alastor

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Los días en el Infierno continuaban volviéndose más caóticos con los comportamientos animales manifestándose cada vez más entre los pecadores. Charlie, preocupada por sus amigos y sin encontrar las respuestas que buscaba en su padre, decidió buscar otra forma de detener este fenómeno. Sabía que no podía enfrentarse a esta crisis sola, pero encontrar una solución parecía más complicado de lo que pensaba.

Mientras tanto, Vox había perfeccionado su plan. Sabía que Alastor estaba cambiando, que la naturaleza de ciervo del demonio estaba emergiendo cada vez más, y estaba listo para usarlo en su contra. Sin embargo, en el fondo, su obsesión por Alastor no era solo una cuestión de control y poder; había algo más, algo que lo mantenía conectado al Ciervo Carmesí. La fascinación no se limitaba a capturar a un enemigo, sino a alguien que siempre había estado un paso adelante de él… y que, de alguna manera, despertaba en Vox una mezcla peligrosa de emociones.

Vox estaba decidido a usar esos comportamientos animales para crear la trampa perfecta, pero en el fondo, quería ver hasta qué punto podía empujar a Alastor antes de atraparlo por completo.

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En otro rincón del Infierno, Alastor, siempre orgulloso y confiado, empezaba a sentir cómo su autocontrol se desvanecía. Los instintos animales de su naturaleza de ciervo lo abrumaban más cada día. A pesar de su risa característica y su fachada inquebrantable, estaba aterrorizado de lo que podía llegar a convertirse si no encontraba una manera de detener esos cambios.

Se encerró en una de las habitaciones del hotel, lejos de las miradas curiosas de los demás, observando su reflejo. Sus ojos, normalmente llenos de astucia y poder, ahora brillaban con una mezcla de desconcierto y rabia. El ciervo dentro de él quería escapar, correr libre, dejarse llevar por sus impulsos, pero él se resistía. No podía permitirse perder el control.

La desesperación crecía dentro de Alastor, no solo por su transformación, sino por algo mucho más profundo. Los recuerdos lo golpeaban con fuerza, llevándolo a un momento que había tratado de enterrar.

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Años atrás, cuando Alastor todavía estaba construyendo su imperio de caos y radiofrecuencia, se encontró cara a cara con Vox. En aquel entonces, Vox le había hecho una oferta tentadora: unirse a los Vee's, trabajar juntos para dominar el Infierno. Vox lo había considerado una especie de socio perfecto, pero Alastor lo rechazó.

En ese momento, Vox había interpretado la negativa como un desprecio, pero la verdad era mucho más complicada. Alastor no lo había rechazado por arrogancia o por una falta de interés en el poder que Vox le ofrecía, sino porque algo en Vox despertaba en él sentimientos que no entendía, y que no quería admitir. Cada vez que estaba cerca de él, sentía una incómoda mezcla de atracción y repulsión. Un sentimiento que le parecía peligroso, como si lo debilitara.

Alastor, acostumbrado a controlar cada situación, odiaba perder el control, y lo que Vox le hacía sentir iba en contra de todo lo que él representaba. Así que decidió desaparecer, poner distancia entre ambos para sofocar ese maldito sentimiento. Pero, cuando regresó y volvió a verlo, esos mismos sentimientos que tanto había luchado por enterrar volvieron a resurgir con más fuerza. No era solo la fascinación por el poder de Vox, sino la atracción hacia algo que no podía permitir.

Y ahora, con su naturaleza animal cada vez más presente, Alastor temía que esos instintos lo llevaran a una verdad que no estaba dispuesto a aceptar.

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De regreso en el presente, Alastor, incapaz de contener su creciente desesperación, decidió buscar respuestas en uno de los pocos demonios en los que confiaba: Rosie. Se encontró con ella en su elegante salón de té, donde la calma y el orden contrastaban fuertemente con el caos que estaba desatándose en el Infierno. Rosie lo recibió con su típica sonrisa, aunque podía ver que algo perturbaba profundamente a su viejo amigo.

"Alastor, querido", dijo Rosie mientras servía una taza de té. "No pareces estar en tu mejor forma hoy. ¿Qué te trae aquí?"

Alastor tomó asiento, pero no tocó el té. Su sonrisa, siempre impenetrable, se desvaneció por un instante. "Hay algo que está ocurriendo, Rosie. No puedo controlarlo… y me temo que si esto sigue, podría perder lo que me hace… yo."

Rosie lo observó en silencio por un momento antes de hablar. "¿Te refieres a esos instintos animales de los que todos parecen estar hablando? Sabía que algo así podría pasarte tarde o temprano, querido. No es fácil mantener la civilización cuando tu naturaleza es otra cosa."

Alastor miró hacia abajo, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Sabía que Rosie lo conocía bien, pero esto era diferente. No solo se trataba de los cambios en su comportamiento… había algo más, algo más profundo que lo atormentaba. "No solo es eso. Hay algo más, algo que no he podido dejar atrás."

Rosie levantó una ceja, intrigada. "¿Algo, o alguien?"

Alastor cerró los ojos, soltando una risa seca. "Tú siempre has sido demasiado observadora, querida."

"¿Es Vox?" Rosie no necesitó que él respondiera. Lo conocía demasiado bien. Alastor la miró por un segundo, y el silencio lo confirmó todo.

"Él… siempre ha estado presente en mi vida, incluso cuando intentaba olvidarlo. Pensé que si mantenía mi distancia, si me sumergía en mi propio caos, podría sofocar esos sentimientos. Pero cada vez que lo veo, cada maldito segundo que paso observándolo, me siento más... atrapado."

Rosie sonrió con simpatía. "Alastor, no puedes esconderte de ti mismo para siempre. Ni de tus instintos, ni de tu corazón. Quizás sea hora de enfrentar lo que realmente sientes."

Alastor apretó los puños, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y resignación. "No puedo permitirme el lujo de sentir algo por él. Vox es… peligroso. Y si me acerco demasiado, sé que perderé todo."

Rosie se inclinó hacia él, con una mirada afilada pero comprensiva. "Quizás ya lo hayas perdido, querido. Solo tú puedes decidir si es mejor luchar contra ello o dejar que te consuma."

Alastor se levantó bruscamente, agitado. "No. No puedo. Necesito respuestas, pero no de este tipo. Debo detener esto, encontrar la manera de revertir lo que está ocurriendo antes de que sea demasiado tarde."

Rosie lo observó mientras se marchaba, sabiendo que Alastor estaba librando una batalla mucho más grande de lo que estaba dispuesto a admitir.

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