El aire en el Hotel Hazbin estaba cargado de una extraña calma. Después de su conversación con Rosie, Alastor decidió retirarse a su cuarto, el sonido familiar del caos infernal afuera apenas le importaba. Mientras caminaba por los pasillos del hotel, su mente estaba revuelta. Las palabras de Rosie resonaban en su cabeza, pero había algo más.
Entonces, lo escuchó.
Un sonido apenas perceptible, una melodía suave y distorsionada, como si fuera una antigua transmisión de radio perdida en el éter. Al principio pensó que era un ruido más, algo irrelevante, pero el sonido se hizo más fuerte. Era una frecuencia que resonaba profundamente en su cabeza, algo que le resultaba tan familiar que no pudo evitar prestar atención.
"¿Qué demonios...?" murmuró, levantando la cabeza y enfocando sus orejas de venado hacia el origen del sonido. Era tenue, pero constante, como si lo llamara.
Alastor no era alguien que se dejara llevar fácilmente, pero había algo en ese sonido que le inquietaba. Algo que no podía ignorar.
A medida que la frecuencia se intensificaba, Alastor se encontró caminando hacía la puerta principal saliendo del hotel, casi sin darse cuenta.
Los demás lo vieron caminar casi en trance. Trataron de llamar su atención pero su mente estaba enfocada en descubrir el origen del sonido, sus sentidos agudizados y alerta. Había algo extraño en esto, algo que no le gustaba, pero no podía detenerse.Terminó saliendo del Hotel, para dirigirse al origen de ese sonido.
A lo lejos, en la torre de Vox, las cámaras capturaban cada movimiento de Alastor, aunque su rostro seguía siendo una distorsión indescifrable. Pero eso no importaba. Vox sabía que su plan estaba en marcha. Había encontrado la frecuencia perfecta, aquella que resonaba en lo más profundo de los instintos de Alastor.
“Sí, sigue el sonido, Venadito…” susurró Vox, ajustando los controles para dirigir la señal hacia su trampa.
Alastor continuó caminando por las calles del infierno, mientras la melodía distorsionada resonaba cada vez más clara en su cabeza. Parecía una canción antigua, algo sacado de tiempos lejanos, y aunque le inquietaba, no podía evitar seguirla.
Cada paso que daba lo llevaba más lejos del Hotel Hazbin, hasta que sus alrededores comenzaron a volverse más oscuros y desolados. Los sonidos habituales del bullicio infernal se desvanecieron, como si hubiera entrado en una zona de silencio absoluto, solo interrumpida por la frecuencia que retumbaba en su mente.
"Esto es... demasiado perfecto," murmuró Alastor para sí mismo, sintiendo que algo no encajaba. Sin embargo, sus piernas seguían avanzando, como si tuvieran voluntad propia. Era una sensación que no había experimentado antes, esa pérdida de control que tanto odiaba. Pero no era solo el sonido lo que lo estaba llamando... algo más lo atraía, algo más profundo.
En la torre de Vox, el demonio tecnológico observaba con una sonrisa satisfecha. Había pasado tanto tiempo intentando capturar a Alastor, obsesionado con esa sonrisa distorsionada que nunca podía ver claramente. Pero ahora lo tenía donde quería. La trampa estaba preparada, y todo lo que faltaba era que Alastor llegara al punto exacto.
"Solo un poco más..." susurró Vox, sus ojos fijos en los monitores mientras manipulaba la señal, ajustando la frecuencia para que fuera imposible de resistir.
De repente, Alastor se detuvo. El sonido se había vuelto ensordecedor, y delante de él, un edificio abandonado se erguía como una sombra imponente. No había estado allí antes, de eso estaba seguro. Las ventanas rotas, las paredes agrietadas... pero algo lo llamaba desde el interior. Algo que no era solo la frecuencia.
"Es aquí..." murmuró, con una sonrisa afilada, aunque una parte de él sabía que estaba caminando directamente hacia una trampa. Lo sabía, pero no podía detenerse.
Alastor respiró profundamente, como si intentara calmarse, pero la extraña melodía seguía resonando, taladrándole la mente. Con pasos calculados, cruzó el umbral del edificio. El aire adentro era denso, cargado de una energía familiar pero oscura. La luz era escasa, y la única fuente de claridad parecía venir de una tenue pantalla parpadeante en el fondo de una amplia sala vacía.
Sus ojos recorrieron el lugar, sus orejas se alzaban alertas, tratando de detectar cualquier peligro. La sensación de ser observado lo incomodaba, pero más allá de la ansiedad, había algo que lo impulsaba a seguir adelante.
El silencio era inquietante, roto solo por el zumbido de la pantalla, la cual mostraba estática con pequeños destellos de lo que parecían figuras apenas reconocibles. La frecuencia que lo había atraído hasta allí parecía entrelazarse con el zumbido de la estática, intensificándose en su cabeza hasta casi volverse insoportable.
"¿Qué clase de truco barato es este?" murmuró Alastor, pero justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, la pantalla cambió. La estática desapareció, y la imagen de Vox apareció, viéndose tan elegante y despreciable como siempre.
"Ah, querido Alastor... Bienvenido," dijo Vox con una sonrisa que destilaba superioridad. "Me preguntaba cuánto tiempo tardarías en venir."
Alastor dio un paso hacia la pantalla, su expresión cambiando a una mezcla de cautela y diversión. Sabía que algo estaba mal desde el principio, y ahora entendía por qué.
"Vox... Siempre con tus jueguitos tecnológicos. ¿Qué estás tramando esta vez?" La voz de Alastor sonaba calmada, pero sus ojos estaban alerta, buscando cualquier señal de peligro.
Vox soltó una risa baja, como si la respuesta fuera obvia. "¿Qué puedo decir? No soporto verte fuera de mi alcance, querido amigo. Y para ser sincero... hay asuntos pendientes entre nosotros, ¿no crees?"
Alastor entrecerró los ojos. Sabía exactamente a qué se refería Vox, y aunque había evitado pensar en ello, esa sensación reprimida de antaño volvía a brotar. Pero no iba a dejar que lo distrajera ahora. Debía mantenerse firme, frío.
"Si lo que querías era verme, cariño, bastaba con que me invitaras a cenar. Aunque debo admitir que esta... 'invitación' ha sido algo más creativa de lo usual."
"Lo sé. Siempre fuiste un hombre difícil de atrapar," replicó Vox con esa sonrisa arrogante. "Pero ahora que estás aquí... me temo que no te dejaré ir tan fácilmente."
De repente, la pantalla de Vox se apagó y, antes de que Alastor pudiera reaccionar, el suelo bajo sus pies empezó a temblar. Las paredes del edificio crujieron y de los rincones comenzaron a salir antenas y cables, extendiéndose como serpientes que buscaban rodearlo.
Alastor sonrió, pero esta vez, había un brillo de incertidumbre en sus ojos. Los cables se acercaban, y aunque su instinto le gritaba que atacara, algo lo mantenía en su lugar, como si una parte de él estuviera esperando ver qué haría Vox.
Vox lo observaba desde la distancia, sonriendo mientras la trampa se cerraba. La radiofrecuencia seguía sonando, interfiriendo con la magia de Alastor, debilitando sus defensas, un detalle que no pasó desapercibido por el astuto venado.
"Sabes," dijo Alastor, alzando una ceja mientras los cables rodeaban sus piernas. "Esto es mucho esfuerzo solo para verme. Debo haberte dejado una impresión bastante profunda, Vox."
Vox no respondió de inmediato, simplemente miraba desde la pantalla con una intensidad que Alastor no había visto antes. Luego, finalmente, susurró: "Más de lo que imaginas."
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Instintos Salvajes
FanfictionEn el infierno, donde los pecadores toman formas que reflejan su verdadera naturaleza, las diferencias entre Alastor, el "Radio Demon", y Vox, el maestro de la tecnología, han creado un abismo entre ellos. Lo que antes fue una amistad cercana se des...