El Hotel Hazbin estaba en su habitual estado de caos. Las idas y venidas de los pecadores nunca se detenían, y entre los residentes permanentes, algunas cosas empezaban a destacar. Como el comportamiento de Alastor, que se había vuelto... extraño, incluso para sus estándares.
Alastor caminaba por los pasillos del hotel con una ligereza que bordeaba lo sobrenatural, como si estuviera en perfecta sintonía con su entorno. Husk, sentado detrás de la barra, no pudo evitar fijarse en él mientras limpiaba unos vasos.
—¿Otra vez con eso? —murmuró Husk en voz baja.
Niffty, que andaba limpiando frenéticamente las mesas cercanas, levantó la vista rápidamente, siguiendo la mirada de Husk hacia Alastor.
—¿A qué te refieres? —preguntó, manteniendo su tono alegre, pero bajando la voz—. ¿Lo de que se queda quieto como una estatua o lo de que parece que siempre está escuchando algo?
Husk asintió lentamente, pero no apartó la vista de Alastor, que estaba en una de esas posturas extrañas, completamente inmóvil.
—Sí... eso. No es solo raro. He visto cómo actúa antes, pero ahora es más... ¿cómo decirlo? Salvaje.
Niffty parpadeó, siguiendo a Husk con la mirada y luego volviendo a Alastor.
—Tal vez es cosa de venados —comentó en tono de broma, pero Husk no rió.
—Podría ser. Pero no estoy seguro de que me guste lo que implica.
Niffty, aunque seguía sonriendo, inclinó la cabeza con curiosidad.
—¿Lo has notado desde hace cuánto?
Husk suspiró, mirando el vaso que estaba limpiando como si intentara ordenar sus pensamientos.
—Ha estado así por un tiempo. Pero últimamente, es como si no estuviera aquí del todo. Como si... estuviera cazando.
Niffty rió suavemente, pero había una chispa de preocupación en sus ojos.
—Cazar en el hotel sería divertido, ¿no? Aunque no sé si los demás lo verían así...
Husk se encogió de hombros, claramente sin ganas de seguir especulando. Sabía que, cuando se trataba de Alastor, las cosas siempre tenían una capa oculta que la mayoría no alcanzaba a entender. Y esta vez, intuía que había algo más detrás de esos nuevos comportamientos.
—De cualquier modo, no es asunto nuestro, Niffty —dijo Husk, volviendo a concentrarse en su trabajo—. Si él está tramando algo, eventualmente se sabrá. Pero por ahora, lo mejor es no meterse demasiado.
Mientras tanto, en el vestíbulo del hotel, Angel Dust y Charlie observaban a Alastor con sus habituales expresiones de confusión.
—Ahí va otra vez —murmuró Angel, señalando a Alastor con una sonrisa burlona—. ¿Se quedó sin señal o qué?
Charlie frunció el ceño, claramente preocupada. Ella no había notado nada particularmente grave, pero era innegable que Alastor estaba actuando de manera... peculiar. Últimamente, parecía perderse en sus propios pensamientos, se quedaba completamente inmóvil en momentos extraños y luego se movía como si escuchara algo que los demás no podían percibir.
—¿Crees que deberíamos preguntarle? —preguntó Charlie, más para sí misma que para Angel.
—¿Sobre qué? —intervino Vaggie, acercándose con los brazos cruzados—. ¿Sobre por qué actúa raro? Ya sabemos que siempre ha sido así.
—Sí, pero esto es diferente —respondió Charlie con suavidad—. Algo más está ocurriendo.
Vaggie se encogió de hombros.
—Conociendo a Alastor, no me sorprendería que sea alguna tontería para llamar la atención. Déjalo. Si necesita ayuda, no la va a pedir.
Charlie suspiró, resignada. Sabía que Vaggie no era la mayor fan de Alastor, pero ella no podía evitar preocuparse.
Mientras tanto, desde la barra, Husk y Niffty seguían observando de reojo, aunque ninguno de los dos mencionó lo que pensaban. No estaban del todo seguros, pero ambos tenían la sensación de que el comportamiento de Alastor estaba relacionado con su naturaleza más oculta. Y en el Infierno, tener un secreto podía ser tanto una ventaja como una maldición.
Alastor, por su parte, finalmente salió de su trance y retomó su habitual y encantadora sonrisa, moviéndose por el vestíbulo como si nada hubiera pasado. Pero mientras se alejaba, Niffty notó algo peculiar: los ojos de Alastor seguían fijos en el horizonte, como si estuviera cazando, buscando algo... o a alguien.
—Tal vez sea cosa de venados, después de todo —murmuró Niffty para sí, volviendo a limpiar las mesas.
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Instintos Salvajes
FanfictionEn el infierno, donde los pecadores toman formas que reflejan su verdadera naturaleza, las diferencias entre Alastor, el "Radio Demon", y Vox, el maestro de la tecnología, han creado un abismo entre ellos. Lo que antes fue una amistad cercana se des...