La puerta se abrió con un estruendo, revelando la figura tambaleante de Vox. El sonido metálico de sus pasos resonaba por la habitación como ecos lúgubres. Estaba visiblemente ebrio, su pantalla parpadeando con glitches intermitentes mientras trataba de enfocar su visión. Alastor, encadenado y débil, lo observó con cautela.
—¿Qué demonios...? —susurró, su voz rasposa y agotada.
Vox no respondió. Su mirada se clavó en Alastor con una intensidad oscura y confusa. En un impulso impulsado por la frustración y el alcohol, se dejó caer sobre el cuerpo del ciervo, sujetándolo con más fuerza de la que Alastor podía contrarrestar en ese momento. La pantalla de Vox parpadeó de nuevo, distorsionada por emociones que no lograba procesar del todo.
De repente, Vox lo besó. Fue un beso desordenado y desesperado, como si tratara de sofocar los fantasmas que lo acosaban desde su interior. Alastor, inmóvil bajo el peso de Vox, sintió la presión abrumadora de sus labios. Intentó apartarse, pero sus músculos apenas respondían.
—No… para… —murmuró Alastor, apenas audible.
Vox no escuchaba, o no quería escuchar. Sus manos torpes buscaron los botones de la camisa de Alastor, intentando desabrocharla. El corazón del ciervo latía con fuerza, pero no de la manera que alguna vez hubiera imaginado. Era miedo. No había escapatoria, no tenía fuerzas ni magia suficiente para detenerlo. Un nudo de impotencia se formó en su garganta, y pequeñas lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. La humillación y la desesperación pesaban más que las cadenas.
Pero entonces, algo cambió. Las manos de Vox se detuvieron de repente, temblando. Alzó la cabeza y miró a Alastor. Su pantalla glitchéa violentamente, mostrando expresiones fugaces y desordenadas: arrepentimiento, angustia, desesperación. El rostro de Vox, tan impenetrable habitualmente, ahora reflejaba pura confusión.
Dejó caer la cabeza sobre el pecho de Alastor y rompió en sollozos. Fueron sollozos amargos, metálicos y quebrados, como una vieja radio sintonizando mal.
—¿Cómo... cómo llegamos a esto...? —balbuceó, su voz rota por la ebriedad y la tristeza. Sus dedos se aferraron a las sábanas como si con eso pudiera sostener algo más que la desesperación que lo consumía.
Alastor lo observó, sus lágrimas retenidas por orgullo. Pero algo en él se quebró al verlo así. La voz de Vox no era la de un abusador; era la de un hombre perdido, consumido por sus propios errores y fantasmas.
—Yo... yo solo quería que me vieras... —continuó Vox, sin levantar la cabeza. Su confesión salió entre jadeos entrecortados. —Quería ser alguien que valiera la pena... pero tú... tú solo viste un cascarón vacío.
Las palabras flotaron en el aire como un eco doloroso. Alastor lo escuchó en silencio, sin saber qué decir. Vox continuó, su voz más frágil con cada palabra:
—Me dolió... me dolió tanto perderte. ¿Por qué te alejaste?
Alastor no respondió. La voz rota de Vox era un recordatorio de lo que habían perdido. En un gesto que sorprendió incluso a él mismo, Alastor acercó la mano a la pantalla de Vox y la colocó suavemente sobre su regazo. Con dedos temblorosos, acarició la superficie brillante. Fue un toque tenue, casi tímido, pero suficiente para transmitir algo que las palabras no podían expresar.
Vox se quedó inmóvil, sus sollozos disminuyendo poco a poco. Se dejó llevar por la sensación, como si ese pequeño gesto fuera la única ancla que lo mantenía en el presente. Su cuerpo se relajó lentamente, y, sin más resistencia, se dejó caer sobre el costado de Alastor, vencido por la embriaguez y las lágrimas.
Alastor lo observó en silencio mientras la respiración de Vox se volvía más lenta y constante. El demonio tecnológico se había quedado dormido, con las lágrimas secas marcando la superficie de su pantalla.
El ciervo lo miró durante largos minutos, perdido en sus pensamientos. Sentía una mezcla de emociones que no lograba comprender del todo: enojo, compasión, nostalgia... y algo más profundo que aún no estaba listo para aceptar.
Por ahora, no tenía respuestas. Solo sabía que, por muy enredada que fuera la situación, ese momento de tregua era necesario.
Y así, en la penumbra de la habitación, con Vox dormido a su lado, Alastor cerró los ojos, permitiéndose descansar un poco. El peso del pasado seguía ahí, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba completamente solo en cargarlo.
Holis, lamento no haber actualizado, bloqueo creativo solo quería avisar que ya no falta mucho para terminar la historia, yo diría que unos 4 capítulo más, ya masomenos tengo una idea de cómo acabarlo, pero háganme saber en serio, si algo no les gusta, inconsistencias, sugerencias, lo que sea, quiero escucharlos, saber que opinan, sin más me despido, los veo si es que se me ocurre como continuar, adiós 😄
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Instintos Salvajes
FanfictionEn el infierno, donde los pecadores toman formas que reflejan su verdadera naturaleza, las diferencias entre Alastor, el "Radio Demon", y Vox, el maestro de la tecnología, han creado un abismo entre ellos. Lo que antes fue una amistad cercana se des...