Capítulo Ocho

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—Tu preparaste mi suite –comentó él cuando entraron en el dormitorio principal y vio la vista nocturna de Roma.

–Sí.

Fluke no se sintió en desventaja por estar desnudo porque se tumbó en la cama y pudo ver cómo se desvestía Ohm.

–Quería que te acordaras de mí cuando entraras.

–No necesito esta vista para acordarme de ti.

Eso era, sin duda, lo más romántico que había dicho en su vida, pero él no pareció darse cuenta de su significado. En realidad,
Fluke creyó que estaba contándole un cuento y se quedó enfurruñado mientras él iba a darse una ducha rápida.

–Recibiste mis flores.

Él vio la rosa diminuta que tenía prendida en su pelo, pero no iba a dejarlo impune por muy bonitas que hubiesen sido sus flores.

–Tres meses tarde.

–Tú fuiste quien no volvió –le recordó Ohm secándose con
calma.

–Y tú fuiste quien no me dijo que estabas pensando comprar el hotel. ¿No puedes imaginarte cómo me sentí cuando me enteré?

–Quise decírtelo antes de que te fueras a trabajar–reconoció él.

–Temí por mi puesto de trabajo y no pude dejar de pensar en todas las cosas que te había contado.

–Fluke, no estuve tomando notas –él se metió en la cama y su olor a jabón fue cautivador–. Ni siquiera estaba pensando en el
hotel, estaba...

Entonces, fue él quien se calló porque se quedó recordando aquel día perfecto.

–Creí que ibas a quedarte una noche más. Tenías la habitación reservada hasta el lunes.

–Me marché furioso –reconoció él–. Me enteré...

Ohm sacudió la cabeza, no quería hablar de su conflicto con Off, estaba cansado. Sin embargo, él se había imaginado desde hacía mucho tiempo el motivo para que se marchara.

–Te enteraste de lo de Off y Gun.

–No se te escapa nada... –replicó él con una sonrisa.

–Si hubiese recibido la formación adecuada, habría gobernado el mundo –él también sonrió y le contó por qué lo sabía–. Vi su foto
en un periódico tirado en el suelo y supuse que la habías visto.

–La vi.

Él le rodeó con un brazo y a él le pareció un sitio maravilloso donde estar.

–Vino a verme el otro día –siguió Ohm–. Llevábamos quince años sin hablarnos. Creí que quería discutir por el hotel, pero quería saber dónde vive Gun.

–¿Se lo dijiste?

–A cambio de algo –contestó Ohm pensando en el anillo.

–¿Por qué os odiáis tanto?

–Siempre nos hemos odiado. Nuestras familias han sido rivales desde siempre –contestó Ohm.

Era la versión más sencilla de la historia. Era una conversación demasiado complicada para dos personas que se encontraban de vez en cuando. Sin embargo, estaban allí tumbados, mirando las
vistas y con Fluke en el brazo. Sabía que era algo más que un encuentro esporádico.

Fluke había llegado sin avisar y había entrado en el escenario de su vida, pero había demasiados escombros, demasiada
destrucción, y no sabía cómo limpiarlo. Le contó algo de la versión complicada.

03- Deshonra y adoración Donde viven las historias. Descúbrelo ahora