Capítulo Nueve

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—Voy a llegar tarde –comentó Fluke mientras se duchaban juntos.

–No vayas a trabajar.

–Tendrías un poco de influencia si fueras el nuevo jefe... –él se rio–. No, voy a trabajar para no tener remordimiento por los días
que tengo libres.

–¿Cuántos días tienes libres?

–Dos días y dos noches.

Se vistió apresuradamente y, efectivamente, iba a trabajar, pero con condiciones.

–Esta vez tienes que volver –le advirtió él abrazándolo–. Esta noche iremos a algún sitio bonito.

Fluke frunció el ceño porque no tenía nada adecuado para salir con Ohm Thitiwat, pero, afortunadamente, él captó su preocupación.

–Yo me ocuparé de todo.

Se marchó y él empezó a planear la noche. Mejor dicho,
estaba pensando llevarlo a Casta. Jamás se le había pasado por la imaginación llevar a alguien al antiguo convento, pero le había
contado su historia, por fin había alguien de su lado y, por primera vez, quería analizar su pasado... con él.

No quería a nadie y lo habían criado para no querer a nadie, pero ya sabía el motivo verdadero para que estuviera en Roma: Fluke.

Era posible que haber recuperado el anillo de su madre fuese una señal de que las cosas estaban empezando a cambiar. Por primera vez, creía que quizá, solo quizá, hubiese algo en la vida aparte de la venganza. Salió y fue hasta la mesa donde había dejado el anillo,
pero no había ningún anillo y estaba seguro de que lo había dejado allí. Podía recordar perfectamente el momento en el que lo dejó
porque fue cuando se percató de que Fluke estaba cerca. Intentó no pensar en que él también podría haberlo visto con el anillo.

Miró en el suelo y al lado de la mesa.

La habitación estaba inmaculada, al contrario que la última vez que estuvo allí, y, después de unos minutos de búsqueda infructuosa, tuvo muy claro que el anillo de su madre había desaparecido.

Se acordó de la cara de Fluke cuando le dijo que esa noche iban a salir. Quizá hubiese decidido que necesitaba ponerse algo. Le habría dado igual que se hubiese llevado algunos billetes de su cartera, pero acababa de recuperar el anillo de su madre.

Se vistió sin dejar de mirar por el suelo y todas las superficies.

Seguía dándole vueltas a todos los detalles de la noche anterior cuando se puso la camisa y se la abrochó con impaciencia, pero no se molestó en metérsela por dentro de los pantalones.

Así fue como lo vio.

Fluke acababa de salir de la reunión preparatoria ese día  iba a trabajar en el vestíbulo, tenía que cerciorarse de que todo estaba reluciente,
incluso el latón de las puertas giratorias. No era su trabajo preferido, pero tampoco era desagradable. Podía ver a los huéspedes y charlar con Ronaldo, el portero. Tampoco era un turno fácil porque
había muchas salas y siempre había clientes que dejaban marcas de tazas y migas, pero estaba tan feliz que ese día podría haber
estado en cualquier sitio.

Sabía que la noche anterior habían compartido algo precioso.

Entonces, lo vio y no era el Ohm que él conocía. Solo
conocía dos, o inmaculadamente vestido o deliciosamente desnudo.
Ese estaba desaliñado, con la camisa casi desabrochada y sin zapatos siquiera.

–Fluke...

Estaba despeinado y no se había afeitado, pero lo más
desconcertante era su impaciencia.

03- Deshonra y adoración Donde viven las historias. Descúbrelo ahora