Epilogo

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No había mejor sitio para tomar el té por la tarde que el Grande Lucia y no tuvieron que preguntárselo dos veces para que Fluke aceptara. Off y Gun estaban llegando de Venecia y Mean y Plan
estaban allí alojados, ¿qué mejor excusa para volar a Roma y reencontrarse con los amigos?

Ronaldo los saludó con cariño y Anya los saludó con la mano.

Qué felicidad era dejarse caer en un sofá de cuero para comer los pasteles mientras se reían y se contaban sus cosas.

Off y Gun tenían una hija, Serena, unos días más joven que su primo Rafael y todos estuvieron de acuerdo en que la pequeña Lucia era la jefa de los bebés.

Le encantaba volver a estar allí. Ese sitio tenía algo tranquilizador y estaba apasionado porque Plan había convencido a Mean para que no lo vendiera. Era casi como una segunda casa.
Miró a Ohm, que tenía a su hijo en brazos, y el corazón se le desbordó de emoción cuando se rio por algo que le había dicho Off.

Efectivamente, era un ladrón porque le había robado el
corazón a Ohm y lo trataba con todo cuidado, como hacía él con Fluke. Eran una familia. Estaba seguro de que habían nacido para amarse el uno al otro.

–¿Vas a quedarte? –le preguntó Plan.

–Desde luego –contestó Fluke con una sonrisa–. Me encantaría que no hubiesen despedido a Inga para que me sirviera el desayuno en la cama.

Sería perfecto, pero también podía prescindir de ello. Fue una tarde maravillosa que se alargó hasta la cena y ya era tarde cuando Ohm llevó a Rafael a su cuarto y lo dejó en la cuna mientras Fluke se preparaba para acostarse.

–¡Fluke!

Ohm lo llamó porque estaba tardando siglos y, ya que el bebé estaba dormido, era el momento de descorchar el champán.

–Un momento.

Él sirvió dos copas y dejó la otra junto a la cama. Estaba a
punto de levantase de la cama para abrir las cortinas y las contraventanas cuando Fluke salió del cuarto de baño. Llevaba su viejo uniforme y tenía el pelo recogido en un peinado algo alborotado.

Siempre le hacía sonreír.

Fluke abrió las cortinas y las contraventas y se quedó un momento apreciando la vista, y apreciando su vida porque era todo lo que había esperado y más.

–Ven aquí.

–Estoy preparándole la vista, señor Thitiwat –replicó Fluke mientras se daba la vuelta con una sonrisa–. Luego, haré la cama... con usted
dentro.

Efectivamente, lo había dicho y era lo que sentía. Se amaban mucho el uno al otro.

03- Deshonra y adoración Donde viven las historias. Descúbrelo ahora