Capítulo Catorce

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Fluke no tenía ningún motivo para no dormir bien. La cena había sido deliciosa, el baño había sido relajante y la cama, cuando por fin se había tumbado en ella, le había parecido una nube.

Solo Ohm lo había alterado, aunque de la más agradable de las maneras. No se le había pasado por la cabeza que a esas alturas del embarazo, y cuando había que solucionar tantas cosas, pudiera haber una atracción tan intensa entre ellos.

Se sentó en la cama y en vez de sentir linóleo barato en los pies sintió la calidez de una alfombra mullida. El ambiente era tan cálido que no hacía falta ponerse el albornoz.

Era temprano, algo antes de las seis, y decidió ir a la cocina a por un poco de leche y llevársela otra vez a la cama. No se había esperado encontrárselo en la cocina, vestido solo con unos
pantalones y esperando a que saliera el café.

–Creía que te llevarían el café a la cama.

–Aquí no. No soporto que me den conversación por la mañana.

Fluke se sirvió algo de leche.

–¿Has tenido mucha atención prenatal?

Siempre le sorprendía. él no había pensado en ese tipo de
preguntas que le hacía tan despreocupadamente.

–Creía que no te gustaba la conversación por la mañana...

–Hay algunas cosas que tienen que preguntarse.

–No mucha –reconoció él.

–Tenemos un médico que viene todos los días. Le pediré que te vea, aunque creo que deberías tener el hijo en Roma.

–¿En Roma? –Fluke le sonrió con incredulidad–. ¿No hay un hospital aquí?

–Sí, pero no vas a tener a tu hijo en Casta.

–Yo decidiré dónde voy a tener a mi hijo.

–Nuestro hijo –Ohm se dominó. No quería tener una discusión, pero él tampoco iba a tener el hijo allí–. Le diré al médico que te vea.

–Muy bien, dime cuándo. Quiero ir a Casta. Necesito algunas cosas para mí y para el bebé. Estaba pensando en ir al mercado.

–¿En Casta? –preguntó él mirándolo con espanto.

–Ohm, estás convirtiéndote en un esnob.

–Me convertí hace tiempo. No vas a vestir a mi hijo en el mercado de Casta. Ya hablaremos esta noche.

Fluke pensó que, efectivamente, no le gustaban las conversaciones por la mañana porque tomó su taza y lo dejó solo en la inmensa cocina. Él volvió a la cama y se tumbó para ver cómo llegaba la mañana por el mar. Ya no llovía; era un templado día de invierno siciliano. Su tipo de día favorito.

Le dio igual que no tuviera casi nada que ponerse porque se pasó la mañana envuelto en un grueso albornoz blanco.

El médico llegó y se sintió cómodo inmediatamente.

–Hay mucho trabajo por aquí –él puso los ojos en blanco y miró hacia el edificio principal mientras la examinaba–. Da gusto ocuparse de un embarazo normal y corriente.

–Yo no me siento normal y corriente.

–Hay un padre sano y un bebé de buen tamaño, eso es una buena noticia para mí.

A él le encantó enterarse de que el bebé tenía un buen tamaño porque había comido bastante poco.

–¿De qué se ocupa allí? –le preguntó Fluke mientras él le tomaba una muestra de sangre.

03- Deshonra y adoración Donde viven las historias. Descúbrelo ahora