Capítulo Dieciséis

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—Buongiorno, signor.

Ohm no contestó al jovial saludó. La mejor habitación del mejor hotel de Casta no se parecía nada a la planta doce del Grande Lucia. La doncella no hizo caso del gesto que le hizo con la
mano para despedirla y abrió las cortinas.

–Es un día precioso para casarse.

Llevaba dos noches fuera del antiguo convento y anhelaba volver, aunque el hotel Casta tampoco era tan malo.

Echaba de menos su
casa, aunque eso tampoco era verdad del todo porque volarían a Roma en cuanto terminara la ceremonia y estaba impaciente por
hacerlo.

Decidió que lo que le alteraba era estar tan cerca de la calle.
Nunca había echado de menos a nadie en su vida y por eso no había comprendido todavía que echaba de menos a su futuro esposo. Volvió a sentir ese sentimiento sombrío que había sentido durante meses y no era como debería sentirse el novio el día de su boda.

Fue a ducharse en el discreto cuarto de baño y pensó que un esposo florero habría sido mucho más fácil. Un guapo esposo florero habría exigido una boda por todo lo alto, no en una iglesia del pueblo.

Se puso unos vaqueros negros y un jersey y sonrió al preguntarse cómo les iría al sultán Mean y a Plan. Evidentemente, eso no era un
palacio. Aunque había aceptado celebrar una boda sencilla, también había decidido que Fluke se merecía algo más que solo lo elemental. La familia de él estaría allí, pero también estarían Plan y Mean.

Además, parecía como si todo el valle fuese a acompañarlos. Se había divulgado la noticia y la alegría por la boda era sincera.

Incluso, un par de los mejores clientes del convento habían pedido el día libre. Estaba convirtiéndose en la boda del año y Fluke no tenía ni idea.
Dio un paseo hasta la panadería en vez de pensar por qué estaba haciendo todo eso por él. La iglesia estaba engalanada con flores y lazos y, más por sentimiento que por costumbre, la rodeó para ir al cementerio. Al fin y al cabo, era el día de su boda, aunque solo fuera un trámite.

Entonces, cuando dobló la esquina, un hombre lo miró y él notó que se crispaba. Era Off di Slade. Estaba allí después de todo lo que había pasado entre ellos. Esa vez, sin embargo, Off no saltó por encima de las lápidas para atacarlo. Se quedó inmóvil y fue Ohm quien se acercó.

–Supongo que no habrás venido a la boda.

–No, acabo de enterarme –Off esbozó una sonrisa tensa–. Hoy es el cumpleaños de mi madre.

–Ah...

Lo primero que pensó Ohm fue que Fluke podría molestarse si se enteraba de que había organizado la boda el día del cumpleaños de Maria. Sin embargo, no lo sabía. Miró la lápida. Allí estaba grabada la fecha de su nacimiento.

–Me he enterado de que vas a ser padre.

–Sí –Off asintió con la cabeza–. Gun ha vuelto a Venecia. Lo tendrá dentro de unas semanas.

–Fluke también.

Ohm se dio la vuelta, se alejó un poco y se quedó junto a la tumba de su madre. No encontraría la paz. ¿Habría sabido ella que había tenido un hijo? Le importaba en ese momento porque él tendría un hijo dentro de unas semanas y, de repente, tenía la
necesidad de arreglar las cosas, de acabar con las viejas rencillas.

Oyó el ruido de la gravilla mientras Off se marchaba y salió corriendo detrás de él.

–¡Off!

Vio que Off se quedaba rígido antes de darse la vuelta.

–¿Por qué te negaste a oír mi parte? –Ohm miró fijamente al hombre que había sido su amigo–. ¿Fue porque yo no era de la familia?

Por un instante, creyó que la historia estaba a punto de repetirse, que volvería a recibir un puñetazo de Off y, fugazmente, intentó explicarse porque había elegido precisamente ese día para enfrentarse a su enemigo ancestral, aunque ese día no se pelearían.

–Aquí no –contestó Off.

Subieron por la ladera y se sentaron en el suelo, como habían hecho infinidad de veces cuando eran niños y jóvenes. Se quedaron en silencio hasta que Off habló.

–No quise saber tu parte, porque era más fácil culparte...

–Me lo imagino –concedió Ohm, quien había aprendido desde la cuna que la familia era lo primero.

–Yo siempre la encubrí.

Los árboles se agitaron y los pájaros dejaron de cantar mientras Ohm se enteraba de que había habido muchos más. Fue como si la tierra se hubiese abierto bajo sus pies y se hubiese cerrado otra vez.

–Sé que no fuiste a seducirle –reconoció Off–. No quise oírlo en su momento –entonces, miró a Ohm a los ojos–. Te pido perdón. Cuando me enteré de que se había quedado tu anillo...

Ohm estuvo a punto de corregirlo, de decirle que no se lo había quedado, que se lo había dado él, pero aquello había sido un truco muy hábil por parte de Maria. «Si me amas, querrás que tenga cosas bonitas». No había sido amor. Maria le había dicho que sí lo era y él, como no había podido compararlo con nada, se lo había creído.

–Mi madre tuvo muchos amantes. Ni siquiera sé si Gino es mi padre –reconoció Off–. Se casó con ella porque estaba embarazada...

–Al menos, hizo lo que tenía que hacer.

–No –Off sacudió la cabeza–. Tenía un resentimiento espantoso contra nosotros. Nadie debería casarse porque...

Off no terminó porque no sabía si eran las circunstancias de Ohm.

–Yo amo a Fluke.

Sabía que debería habérselo dicho a él antes, pero acababa de darse cuenta.
El amor hacía que sonriera. La mañana de su boda, mientras reordenaba el pasado, pensar en él era un consuelo. Echaba de menos a Fluke, no a su casa.

–Lo siento –volvió a disculparse Off–. No quería insinuar que no lo amaras, solo quería decir que algunas veces...

–No –le interrumpió Ohm–. Tienes razón. No se lo he dicho a Fluke –miró hacia el convento y pensó que él estaba preparándose para la boda y no sabía lo que él sentía–. En realidad, le dije que nunca podría amarlo.

–Entonces, tienes que llamarlo ahora mismo.

–Merda –exclamó Ohm mientras tiraba el teléfono.

Entonces, volvieron a ser como adolescentes porque Ohm tenía un pie en las manos de Off e intentaba escalar la tapia, pero tenía cristales y alambre en lo más alto. Su seguridad tenía que mantener alejada a la prensa más voraz. Él tenía que ver a Fluke.

–Tienes que cambiarte –comento Off cuando Ohm tuvo que desistir–. Vas a casarte enseguida.

Con el novio que no sabía que lo amaba.

03- Deshonra y adoración Donde viven las historias. Descúbrelo ahora